El progreso de la tecnología, en buena medida, está dado en función de la rapidez que alcancen sus frutos. El Conejo Blanco que desconcertaba a Alicia podrá parecernos una figura agobiada por su reloj, pero poco hacemos por no ser como él.
El mundo se hace a un lado para que pasemos a toda prisa. Tanta prisa tenemos al ir en todas direcciones que no tenemos tiempo para reparar en la paradoja: como el automovilista que acelera al máximo sólo para llegar más rápidamente al siguiente semáforo en rojo, o al siguiente embotellamiento, nuestra premura y nuestras ansias, al entreverarse con las de los demás, vuelven lentos y torpes nuestros desplazamientos, y acaso terminen depositándonos en la inmovilidad absoluta.
Y, sin embargo, nunca nos parecerá suficiente la velocidad que llevemos. El progreso de la tecnología, en buena medida, está dado en función de la rapidez que alcancen sus frutos. El Conejo Blanco que desconcertaba a Alicia podrá parecernos una figura agobiada por su reloj, pero poco hacemos por no ser como él. ¿A dónde se dirige, a dónde nos dirigimos siempre a las carreras? Tal vez sea momento de detenerse un poco, tomar aire y pensar sobre esa celeridad incesante. Tal vez convenga hacernos a un lado para que sea el mundo el que pase a toda prisa. m