Un prototipo busca revolucionar la rehabilitación física
Adriana López-Acosta Sandoval – Edición 464
Antonio Corres formó parte de la primera generación del Doctorado en Ciencias de la Ingeniería y diseñó un prototipo para mejorar la rehabilitación física
Antonio Rafael Corres Matamoros tiene 25 años trabajando en Cormat, empresa mexicana que se dedica al diseño, la fabricación y la venta de equipo de rehabilitación física y medicina estética. Desde sus primeros años detectó que pacientes que asistían a terapia física muchas veces no mejoraban lo suficiente o su recuperación era muy lenta porque no había continuidad: asisten a una sesión, la terminan y, al regresar a sus actividades cotidianas, pierden constancia. A la larga, esto puede causar que una lesión de tejido blando regrese y se vuelva más grave.
Los equipos de tratamiento con diatermia (el calentamiento local de tejidos en una zona del cuerpo bajo la influencia de un fuerte campo eléctrico o magnético) son muy costosos. Por eso, Antonio tiene muchos años investigando el tipo de equipo que podría ayudar a pacientes a realizar una terapia completa y tener una buena rehabilitación. En la búsqueda de algún doctorado que pudiera ayudarle a completar su proyecto, encontró el doctorado en Ciencias de la Ingeniería del ITESO, en el que su proyecto fue la realización de un equipo de diatermia de radiofrecuencia portable y de bajo costo. Diseñó los equipos con componentes comerciales y su tesis doctoral fue la realización de un chip con controles para poder variar sus rangos de frecuencias y hacerlo más versátil y más portable.
“La investigación fue integral. Se realizó un protocolo médico y un prototipo que generara las corrientes y frecuencias que sabía que podrían funcionar. Se realizaron las pruebas en un universo de 20 pacientes con dolor en la espalda baja, que es uno de los más comunes. El prototipo funcionó en disminución de dolor y aumento de elasticidad en pacientes que lo utilizaron”, explicó Antonio Corres.
El producto funciona así: tras una lesión física se puede colocar inmediatamente para desinflamar por medio del calor generado gracias a una corriente de electrodos hacia el tejido dañado. El calor local genera mayor vascularización, baja la inflamación en menos tiempo y mejora la cicatrización de tejido blando. Un equipo similar tiene un costo de alrededor de 27 mil pesos. Este prototipo costaría cuando mucho mil 500 pesos.
La patente se generó en conjunto con el ITESO, y también se prevé hacer más protocolos médicos y dejar el chip calibrado para cubrir una mayor gama de necesidades de rehabilitación física. El doctorado, afirma Antonio, le ayudó a acceder al conocimiento para poder realizar chips, además de ponerle a la mano la infraestructura universitaria y la facilidad de seguir en su empleo como coordinador general de Cormat, por la flexibilidad y la adecuación del plan de estudios
“Me ayudó a convertirme en un investigador, algo que no tenía, y no lo hacía de forma ordenada, siguiendo el método científico tradicional. Yo aporté la experiencia en cuestión médica, y la amalgama del doctorado me ayudó a poder diseñar un producto que puede ser importante no sólo para México”. m.