Thom Mayne. El niño terrible
Jorge Tejeda – Edición 413
Fundador de Morphosis, uno de los nombres más contundentes de la arquitectura de los últimos treinta años, Thom Mayne ha jugado un rol poco común en este panorama. Ha logrado casi todo, menos ser considerado un maestro. El compromiso establecido consigo mismo desde sus inicios como arquitecto, fue el de estar siempre en los límites del proyecto arquitectónico, nunca del lado convencional, fuera de lineamientos clásicos y casi siempre rayando la última escena de la mal llamada vanguardia formal. Su postura es la del forever young, la del joven rebelde contra las instituciones, y según yo, esto es lo que ya no se puede borrar de su historial: ser el niño malo…
Mayne nunca se está quieto. Ha caminado por diversos estilos y por los movimientos más radicales de la arquitectura —postmodernismo, deconstructivismo, postestructuralismo—, con uno de los estilos programáticos más complejos, siempre acaba por resolver las solicitudes del cliente de forma correcta, pero la contundencia entre sus edificios y el entorno físico-histórico-geográfico-topográfico no siempre es el ideal. Por eso sus obras pasan de moda rápido y, sobre todo, no son estudiadas a profundidad.
En mayo pasado pude ver una de sus últimas obras, el edificio 41 Cooper Square, en el barrio de SoHo, en Nueva York. Me dejó frío. El evidente protagonismo del tratamiento de la esquina, de formas complicadas, con una serie de estructuras sin orden evidente y vanos de diversas formas, me resultó tan violento y a la vez tan sofisticado que pareciera que los comunes mortales no estuviéramos autorizados a opinar, sólo a quedar deslumbrados. Este edificio, que recientemente obtuvo la certificación más alta en estándares de sustentabilidad, no posee ni un árbol. Bueno, ni una jardinera. Es decir, toda la tecnología al servicio de la arquitectura.
El conjunto de viviendas sociales realizado para la ciudad de Madrid, Madrid-Housing, nos habla de un proyecto más aterrizado pero con elementos gratuitos (tiros de chimenea, trabes, pérgolas) que crean una malla visual que le da más sentido a la propuesta, siempre compleja, siempre confusa, divorciada de su entorno inmediato, donde las viviendas siguen resueltas de manera tradicional. Es siempre en los exteriores donde Mayne se nos presenta más agresivo.
El proyecto de Mayne que más me gusta es uno que proyectó para Guadalajara, el Palenque del Centro JVC. Ahí Mayne está con todas las libertades, tanto en el entorno (feria de edificios) como en lo programático (un palenque contemporáneo). Las imágenes y la maqueta que pude ver hablaban de un edificio libre y sin compromisos, donde la figura del edificio tiene un protagonismo contundente. El edificio se vanagloria en sí mismo, sin entornos que respetar y con un programa arquitectónico que se centra solamente en la idea de espectáculo…
Ojalá algún día lo podamos contemplar… m.