“Tenemos que ser portadores de esperanza”: Luis Arriaga, SJ
José Israel Carranza – Edición 471
Luis Arriaga Valenzuela, SJ, revisa los logros y los desafíos que el iteso ha vivido a lo largo del primer año de su rectorado y reflexiona acerca de la responsabilidad que la Universidad encara ante la sociedad
En el Rector del ITESO, que este 2 de octubre cumple un año en el cargo, se conjuntan el profesor, el colaborador, el abogado defensor de los derechos humanos y el jesuita. Todas esas dimensiones se entrelazan en su liderazgo, y han marcado el rumbo que imprime a la Universidad Jesuita de Guadalajara.
Luis Arriaga Valenzuela, SJ, se formó como licenciado en Derecho en la Universidad Iberoamericana y trabajó en su tierra natal en una de las firmas más importantes de abogados. Sin embargo, llegó un momento en el que se cuestionó qué dirección seguiría su vida. “Tengo muy presente el momento en el que estaba en un escritorio del despacho de una de las firmas más grandes de Tijuana y me hice muy en serio esa pregunta. No me quedó ninguna duda: a partir de los perfiles que había visto gracias a un tío jesuita que trabajó muchos años en las comunidades de base de Polanco, supe que en la Compañía de Jesús podía haber cabida para mí”.
Un año después, en 1995, se incorporó al Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh) para trabajar con jóvenes y personas marginadas en Ciudad de México —el jesuita define al Centro Prodh como un “semillero de defensores”—. Más tarde, en Guadalajara, mientras estuvo en el Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal), entre 1997 y 2000, vinculó el trabajo de las asociaciones de la sociedad civil con la universidad y coordinó el Diplomado en Derechos Humanos, dirigido a personas involucradas en organizaciones sindicales y movimientos sociales. En Chiapas acompañó a comunidades de desplazados del municipio de Chenalhó. “Ahí ocurrió la masacre de Acteal y el tejido social estaba muy deteriorado. El obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, don Samuel Ruiz, pidió a la Compañía de Jesús que se hiciera cargo de la parroquia de San Pedro Chenalhó, que tenía un alto grado de polarización social. Estaban los zapatistas, los paramilitares, los priistas y los grupos como Las Abejas. Ahí había que hacer, por un lado, un trabajo de pastoral y, por otro, un trabajo político importante para reconstruir el tejido social”. Toda esta labor se realizó en conjunto con el Centro Fray Bartolomé de las Casas.
En Bachajón, donde la Compañía de Jesús tiene una presencia importante desde hace décadas, la labor de Arriaga Valenzuela consistió en coordinar el Área de Derechos Humanos del Centro de Derechos Indígenas (2001-2002). Ejercer el Derecho en esta trinchera lo acercó a héroes comunitarios como Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera, campesinos que luchaban contra la tala inmoderada de los bosques de Guerrero y quienes fueron falsamente acusados de homicidio, así como Concepción Moreno Arteaga, doña Conchi, quien da alimento a migrantes en Querétaro y que fue acusada de albergar a traficantes de personas. “Son héroes que uno no está acostumbrado a ver en la televisión o en otros espacios”, afirma el jesuita, y cuenta cómo el caso de doña Conchi lo llevó a reflexionar acerca de la pasión que mueve a los defensores comunitarios de derechos humanos y los riesgos que corren, no sólo ante la delincuencia organizada, sino también ante un Estado que los criminaliza por ayudar al otro.
Arriaga Valenzuela también se encontró con la discriminación que prevalece en el sistema de procuración de justicia en México y en Estados Unidos, por ejemplo, en casos como el de Jacinta Francisco, Alberta Alcántara y Teresa González, mujeres otomíes que permanecieron más de tres años en prisión acusadas falsamente de secuestrar a unos policías en 2006, y en su paso por la Universidad de Santa Clara (SCU) conoció el caso de Luis Góngora Pat, quien fue baleado por elementos de la policía de San Francisco.
También en el ámbito de los derechos humanos, el jesuita ha desarrollado su trayectoria como docente. En el ITESO impartió la asignatura Derecho Laboral y Derechos Humanos, y en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México impartió las asignaturas Deontología Jurídica y Derechos Humanos. En la Universidad de Santa Clara, en California, no sólo fue profesor, sino que además acompañó a estudiantes en la preparación de casos ante organismos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Durante el tiempo que estuvo al frente del aula, Arriaga Valenzuela siempre buscó no sólo ser mediador de conocimientos, sino también contagiar el compromiso social que tienen las universidades encomendadas a la Compañía de Jesús: “Nuestra misión como educadores es liberar del miedo a los estudiantes para que se formen libres y competentes y con un alto sentido de compromiso social”.
Excelencia académica e incidencia social
Al hacer el balance de su primer año al frente del ITESO, el Rector destaca los logros que la Universidad ha tenido en el terreno de la excelencia académica, así como los desafíos que enfrenta en vista de la realidad que se vive en México:
“El ITESO es una universidad muy bien posicionada en el plano académico. El ranking de la Guía Universitaria de Selecciones del Reader’s Digest indica que el ITESO es la mejor universidad de la región que incluye Aguascalientes, Colima, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, y que suma alrededor de veinte millones de habitantes. Hemos avanzado en abrir programas que tengan pertinencia social, como la Maestría en Ciencia de Datos y la Especialidad en Integridad Pública y Estrategias Anticorrupción, que pretenden no solamente formar personas con un alto nivel académico, sino también atender problemáticas sociales importantes en México. El ITESO es la universidad privada de Jalisco con más programas en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad del Conacyt, y tenemos uno de competencia internacional, que es la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura, que no lo tiene ninguna universidad privada de la región. Hemos incrementado en muy poco tiempo el número de investigadores integrados al Sistema Nacional de Investigadores, hasta llegar a un máximo histórico de 55, que nos hace líderes entre las universidades privadas de Jalisco, con 105 proyectos de investigación”.
“La excelencia académica siempre va a ser un reto permanente, y creo que hay que tomarnos muy en serio esta prioridad y tener planes de acción claros en cuanto a la construcción de indicadores, por ejemplo. Es muy importante también incrementar la presencia pública de nuestros programas y proyectos. El iteso se distingue porque no tenemos que invertir grandes cantidades de dinero en publicidad, no hacemos grandes desplegados; queremos respetar el entorno de la ciudad. ¿Por qué? Porque nuestros académicos y nuestros exalumnos hablan por sí mismos, y ésa es la mejor recomendación que pueden hacernos”.
En cuanto a la necesidad de incrementar la incidencia social que la labor de la Universidad debe tener, para el Rector está claro que el trabajo con las instancias gubernamentales debe construirse sobre la base de la colaboración: “Nuestra postura es mantenernos en una posición de diálogo constante con el Estado. Creo que uno de los mejores aportes que podemos brindar como universidad es señalar las deficiencias y las oportunidades de mejora que puede tener el gobierno, y también saber reconocer los avances. Recordemos que lo hacemos para bien de todos”. Este diálogo, sin embargo, implica también guardar una distancia crítica: “No se trata de plegarnos, sino más bien de colaborar junto con las autoridades y reconocer que somos una universidad con una seria responsabilidad social y nos interesa mucho que se mejoren las condiciones de vida de los sectores excluidos de la sociedad”.
Por una sociedad incluyente
De ahí el interés específico en la defensa de los derechos humanos: “El ITESO lucha por los derechos humanos porque somos interpelados por la realidad, y el reto que tenemos es construir una sociedad que sea incluyente, participativa y democrática. Y creo que es una responsabilidad muy arraigada en una universidad jesuita. No nos interesa ser meros formadores de empleados para el mercado, sino formar líderes con un alto sentido de responsabilidad social, comprometidos con su realidad. Y para generar esa sociedad incluyente a la que aspiramos, necesitamos visibilizar y desmontar los mecanismos que sostienen la exclusión social”.
Como abogado, Arriaga Valenzuela destaca también la necesidad de trabajar en mejorar el sistema de administración y procuración de justicia: “Las cárceles mexicanas están llenas de pobres. En ellas no habitan los delincuentes que han cometido los delitos más graves, sino las personas que no han tenido acceso a una defensa de calidad. El ITESO tiene un rol muy importante que desempeñar para que esos procesos de exclusión social no se sigan perpetuando”.
“En breve estaremos dando a conocer la iniciativa que anuncié el 2 de octubre del año pasado, en mi toma de posesión, acerca de la creación de un Centro de Derechos Humanos”. Este centro interdisciplinario, presentado oficialmente el pasado 28 de agosto, abordará cuatro problemáticas principales: desaparición forzada, tortura y ejecuciones extrajudiciales; seguridad ciudadana; violencia de género; y acceso al derecho humano al agua y al territorio. “Para ello hemos contado con asesoría de actores internacionales, como académicos de la Universidad de Stanford, y también de organizaciones nacionales e internacionales y de otras universidades, así como de las propias comunidades que dan servicio aquí en Jalisco, las organizaciones de la sociedad civil”.
El Rector del ITESO es integrante del Consejo Consultivo de la University Network for Human Rights y, por lo tanto, la Universidad Jesuita de Guadalajara participa y lidera esta red en América Latina, que comenzó a fraguarse cuando Arriaga Valenzuela cursaba su posdoctorado de dos años en el Centro de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Stanford, en Palo Alto, California.
“El Centro forma parte de la University Network for Human Rights, de cuyo consejo formo parte, y queremos tener liderazgo en esa cuestión”, afirma el también vicepresidente de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (Ausjal), conformada por 30 instituciones de educación superior. “Una fortaleza del ITESO —y una fortaleza que quizá tengo yo como persona— es la relación que sostenemos con organismos internacionales”. En este sentido, el Rector ha trazado una de las principales líneas de acción con que deberá operar esta iniciativa: “Algo que es muy importante, y hemos estado insistiendo en ello aquí en Jalisco, es que el Estado se abra al escrutinio internacional. En la medida en que un Estado se abre al escrutinio internacional y a la interpelación por parte de otros actores, también se van construyendo las bases para una convivencia sana y democrática y para una sociedad que busca el respeto a los derechos humanos. A mí me gusta mucho una frase que ilustra mi inspiración, contenida en el preámbulo de la Declaración de los Derechos Humanos, firmada en 1948: ‘Vivir alejados del temor y la miseria, en el pleno respeto a las libertades fundamentales’”.
Así como la Universidad aspira a ser un modelo para la sociedad, Arriaga Valenzuela considera que debe empezarse por la propia casa: “Hay que seguir fortaleciendo los procesos de participación ciudadana al exterior, pero también dentro del ITESO. Yo quiero consolidar las instancias de administración de justicia en el ITESO, como la figura del Procurador de Derechos Universitarios, o la Comisión de Género, que ha tenido un rol muy importante en los últimos meses, durante mi gestión; asimismo, la Comisión Disciplinaria y el Tribunal Universitario”. La existencia de estos cuerpos colegiados tiene también una función formativa: “Somos muy pocas las universidades en México con instancias de este tipo, y queremos ser un ejemplo de que aquí se empieza a construir la democracia: en la universidad es donde se sientan las bases para formar ciudadanos. Nosotros formamos ciudadanos conscientes, comprometidos, compasivos y colaborativos”.
Apertura, compromiso y tradición
La capacidad que el ITESO tiene de incidir en la sociedad tiene su fundamento en tres factores esenciales: la apertura, el compromiso de todas las personas que integran la comunidad universitaria y el peso de la tradición. “Tenemos la capacidad para dialogar con todos los actores sociales en Jalisco, desde las comunidades campesinas, rurales, indígenas, hasta las empresas más importantes. Lo que nos da esa capacidad es nuestra apertura. Somos una Universidad abierta a la realidad. Y eso, el iteso ha sabido ganarlo por toda la experiencia que tienen su equipo, su cuerpo docente, sus estudiantes, sus egresados, una gran familia. En el iteso somos una gran familia. Y es algo que me llamó la atención desde el primer día que llegué, en esta segunda vuelta, ya como Rector: el gran amor a la camiseta. Las personas que colaboran aquí, no están sólo por un trabajo, sino porque eso dota de sentido a sus vidas, les da felicidad, les da gratitud, les da plenitud, les da sentido y rumbo. Por otro lado, somos herederos de una gran tradición, y la tradición, en el sentido filosófico, significa entrega, entrega de formas de vida. Muchas personas nos han entregado su vida en el ITESO, y nosotros tenemos una alta responsabilidad: ser fieles a esa tradición, con fidelidad creativa, como decía el Padre Kolvenbach”.
Una realidad en constante transformación
Las elecciones del año pasado en México pusieron al país sobre la marcha de una transformación profunda. “La ciudadanía les dio a los nuevos gobiernos —federal, estatal y municipales— un mandato claro: quiere un cambio de fondo”, reconoce el Rector. “En el ITESO estamos comprometidos con la transformación social, así que sumaremos nuestro esfuerzo para que los gobernantes lleven adelante el desafío de mejorar radicalmente las condiciones de las mexicanas y los mexicanos, todos, pero principalmente las personas en condiciones de mayor pobreza”.
Ese esfuerzo estará enfocado en asuntos prioritarios, como el de la educación, el derecho al agua, la crisis de los derechos humanos, el combate a la pobreza, la lucha contra la corrupción, el cuidado del medio ambiente y la movilidad.
En cuanto al primero de ellos, afirma, “nosotros tenemos un departamento fuerte en educación, cuyos profesores son muy reconocidos, y creo que tenemos que establecer las líneas de las políticas que se tienen que seguir en esta materia”. Por ello, asegura que se seguirán de cerca los debates sobre la Ley General de Educación, para que se avance en la búsqueda de una educación de calidad con pertinencia social.
Respecto al derecho al agua, subraya que “tenemos que abordarlo como un derecho humano para todos, no solamente para algunos, desde una perspectiva de gestión integral y participativa, y por eso en el ITESO estamos realizando investigaciones académicas, no solamente para entender el problema, sino también para apuntalar soluciones. Estamos muy preocupados por los megaproyectos que alteran los modos de vida de las personas y despojan de bienes a quienes durante mucho tiempo establecieron el agua, el aire y la tierra como sus formas de convivencia, como los pueblos indígenas o las comunidades campesinas”.
En cuanto a la situación actual de los derechos humanos, concretamente en Jalisco, el Rector es tajante: “La crisis de derechos humanos es severa, aunque lo intenten tapar o desdibujar. Es una crisis seria, hay muchos datos de serias violaciones a los derechos humanos. Un ejemplo es el número de desaparecidos que hay en el país. El iteso tiene que ser fiel a su tradición; como lo dije en mi toma de posesión, debemos hacer que los retos de Jalisco sean los retos del iteso, y en ese sentido es nuestra responsabilidad”.
Esta crisis está relacionada con el agravamiento de la pobreza en México: “Estudios recientes del Coneval confirman que más de la mitad de los mexicanos vive en la pobreza. Algunos académicos hablan de casi 80 por ciento. Esa desigualdad en la repartición de la riqueza sigue siendo un reto importante. Por eso, la pobreza sigue siendo una de nuestras prioridades, para el ITESO y para Jalisco”. Y la red de causas de la descomposición social la completa la corrupción. “Desde que llegué dije: ‘Esto tiene que transformarse en un programa académico’, y ya estamos por iniciar este programa. Necesitamos consolidar el Sistema Estatal Anticorrupción y asegurar su cabal funcionamiento”.
Acerca de la movilidad, el Rector afirma: “Necesitamos tener un transporte con mayor equidad, seguridad y eficiencia, y que no dependa de los concesionarios que a su vez están sujetos a los vaivenes del poder político”. Y, en la cuestión del cuidado de la ecología, enfatiza que éste debe procurarse con un enfoque social: “Tenemos que encontrar esquemas para proteger el pulmón de Guadalajara, cuya degradación está generando un enorme daño ambiental y social: incendios, deslaves, inundaciones, tanto en el Bosque La Primavera como en otros pocos espacios que se tienen en la ciudad”.
Si bien hay una gran responsabilidad del Estado en garantizar el acceso a estos derechos, el Rector insiste en la participación que debe tener el ITESO en asegurarlos: “En el asunto del agua, promover la gestión integral y participativa, con proyectos de investigación propositivos; eso ya lo estamos haciendo. Por otro lado, la creación del Centro de Derechos Humanos que atienda estas problemáticas y esté vinculado a redes internacionales, como la University Network of Human Rights. Tercero: para el combate a la pobreza, el iteso tiene múltiples Proyectos de Aplicación Profesional, sobre todo en asuntos de economía social y solidaria, así como también proyectos de investigación, y es parte de la responsabilidad de los estudiantes participar en este tipo de proyectos. En cuanto a la lucha contra la corrupción, varios académicos intervienen ya en órganos de participación ciudadana, tanto en el sistema estatal como en el nacional, y eso se tiene que alentar. Y, en lo que respecta a la movilidad y el transporte, es muy importante monitorear que el gobierno cumpla con su palabra, y asegurar que haya un transporte con mayores equidad, justicia y eficiencia. Por último, desde luego, nos preocupan la sustentabilidad y la ecología; en ese ámbito, el iteso tiene un polígono de 30 hectáreas en La Primavera, donde estamos piloteando diversas estrategias para el cuidado del bosque”.
Vanguardia e internacionalización
A la par de la atención a todos estos temas, el Rector está atento también a la importancia de que la Universidad siga a la vanguardia en el terreno del emprendimiento y la vinculación con empresas: “Creo que un acierto del iteso fue la creación del Centro para la Gestión de la Innovación y la Tecnología (Cegint), que en el último año desarrolló 12 proyectos de transferencia de tecnología y siete patentes, así como modelos de utilidad y registro de publicaciones. Hemos tenido mucha vinculación con empresas y tenemos que seguir en esta línea, aunque sin estar sujetos a ellas, sino sosteniendo una relación de equidad y de diálogo. Las propuestas salen de las universidades”.
A lo largo de su primer año de gestión, Arriaga Valenzuela ha puesto especial énfasis en la necesidad de internacionalización. Por ello, resulta significativo que recientemente haya sido distinguido como uno de los integrantes de la Junta Directiva de la Universidad de Santa Clara, institución educativa jesuita enclavada en el Valle del Silicio, en California: “Tengo mucha esperanza de que esto nos va a llevar a consolidar los proyectos que ya existen de internacionalización; por otro lado, la Universidad de Santa Clara abre la oportunidad de vincularse con mayor fuerza con universidades en Estados Unidos (la Compañía de Jesús tiene 28 universidades en ese país); los empresarios más notables del Valle del Silicio están en la Junta Directiva de Santa Clara, así como algunos académicos muy notables de las universidades jesuitas de Estados Unidos: el presidente de Boston College, el presidente de la Universidad de Fordham, también algunos jesuitas de Georgetown. Eso abre mucho las perspectivas a futuro de nuestra universidad”.
El sueño de Dios
El año transcurrido ha llevado a Luis Arriaga Valenzuela, sj, a reflexionar acerca del sentido que tiene trabajar en el iteso, para él mismo y para todas las personas que integran la comunidad universitaria: “Creo que tenemos que ser portadores de esperanza. Lo que nos tiene aquí es que no deseamos que haya más dolor en el mundo, queremos ser cada vez más parte de la marcha de la humanidad. Y el servicio que me toca dar a mí —pues no es una posición de poder, es un servicio—, tiene que ver con mi perspectiva como creyente, porque creo en un proyecto de liberación de Dios: creo que Dios quiere que superemos la pobreza, que no exista más injusticia en el mundo, que no exista más violencia, que no existan estos sectores excluidos. Por eso estoy aquí. Y Dios irrumpe en la historia a través de seres humanos, a través de proyectos y personas que se unen a Él. Ése es el sueño de Dios”.
A los egresados del ITESO les aconseja “que estén enamorados de la vida, que la vida se viva con sentido, y que también se dejen abandonar un poco; que se vuelquen del egoísmo hacia el amor. Decía Bernard Lonergan, un jesuita canadiense, que, en lugar de estar vertidos sobre nosotros mismos, nos tenemos que abrir al prójimo, al sentido de alteridad. Ante tanta violencia, tenemos que ser contraculturales, en el sentido en que hay que ir en contra de la cultura de la violencia. Ser responsables con la realidad. Y ver la vida con buen humor, también”.
Estas reflexiones deciden la incidencia que el Rector quiere que el ITESO y sus egresados tengan en la realidad que habitan: “El Padre Ignacio Ellacuría, SJ, rector de la Universidad Centroamericana que fue asesinado, hacía la pregunta por los crucificados de este mundo: los pobres, los excluidos, las personas a las que se despoja de su territorio o que están en la cárcel por el hecho de ser pobres. ‘¿He ayudado yo a crucificarlos? ¿Qué estoy haciendo por bajarlos de sus cruces?’. A Jacinta, a Roberta, a Teresa, a doña Conchi, que por dar de comer a los migrantes la metieron a la cárcel y la condenaron a seis años… ¿Qué estamos haciendo para bajar a los crucificados aquí en Jalisco, y qué debemos hacer para que resuciten?”. .