Tamara Cubas: arte para indagar el mundo
Alina Peña Iguarán – Edición 493
Tamara Cubas nos pide que no seamos ingenuas, el arte no nos va a salvar ni va a cambiar el mundo. Es un ejercicio constante de indagación
Desde hace tiempo, la cuestión acerca de la relación entre arte y política ronda a buena parte de los debates de la crítica y la producción creativa. ¿Cuál es la función social del arte? ¿En qué consiste el arte de intervención? ¿El arte puede cambiar el mundo? ¿Nos puede salvar? En buena medida, todas estas preguntas indagan acerca de la dimensión ética del arte. Tal vez la demanda ética no es cosa del arte como objeto y ornamento, sino como práctica. Y es en este sentido que el trabajo artístico de Tamara Cubas nos permite interrogar la realidad y, más aún, cuestionar nuestros modos de interpretarla.
Tamara Cubas, coreógrafa, artista audiovisual y gestora cultural uruguaya, busca desde el arte crear dispositivos relacionales. Es decir, activar espacios, dinámicas y objetos que generen encuentros donde el deseo potencie el impulso que sostiene la vida más allá de las normas sociales y los prejuicios. La última semana de marzo, Cubas visitó Guadalajara para inaugurar la instalación sonora de sal Esculpir el silencio.1 Este proyecto es parte de Sea of Silence (2020), un tríptico interdisciplinario que explora el tema de la migración desde los cuerpos de las mujeres junto con Travesía corporal, encuentros con mujeres migrantes, y Monnula, una obra colectiva de muñecas que “migran” al ser enviadas por el mundo.
Después de ser presentada en Cádiz y en Santiago de Chile en 2021, el Exconvento del Carmen acoge en su patio central la obra compuesta por 30 toneladas de sal donadas por la Sociedad Cooperativa de Salineros de Colima en Cuyutlán. Esta suerte de paisaje salino no plantea un recorrido predeterminado, sino aquel que la persona que visita vaya decidiendo. En su caminar podrá escuchar en cada uno de los ocho montículos los relatos de mujeres que habitan en el silencio.
La materialidad de la sal tiene un peso histórico, se remonta más de 4 mil 700 años y con ello sus múltiples usos y significaciones. Sabemos que la palabra salario viene del uso de la sal como moneda de cambio. En algunas culturas ha servido para alejar a los malos espíritus; en otras, ha estado asociada con la suerte. En Esculpir el silencio, la sal está asociada a la desobediencia de las mujeres. Tamara Cubas retoma el pasaje de Génesis 19, donde Edith desobedece a Dios mirando hacia atrás, hacia Sodoma y Gomorra envueltas en llamas. Por eso fue convertida en estatua de sal. Recuperar el pasaje permite crear nuevas preguntas: ¿qué fue lo que ella miró y no pudo contar? Edith empezaba una travesía huyendo del horror. Cuando miró hacia su lugar de origen fue castigada y con ella murió su historia y su nombre fue casi olvidado.2
Estas preguntas son las que ahora sostienen el proyecto que indaga la travesía de las mujeres migrantes a partir de encuentros y talleres. Los relatos que habitan estos montículos tienen que ver con el deseo, la experiencia, los aprendizajes de las mujeres que, pese a todo, emprenden un viaje riesgoso. Se alejan de la figura del testimonio de la víctima y se acercan a la multitud de experiencias. Esta sal, en buena medida, revitaliza el pasaje bíblico al desenterrar sonoramente las historias de las travesías que no conocemos, que no han sido contadas porque no han importado. La desobediencia es, entonces, potencia que da cuenta de la voluntad, la apuesta, la curiosidad y el deseo como fuerza indestructible de un impulso de vida, por precario que éste sea.
Volvamos así a las preguntas que abrieron este texto. Tamara Cubas nos pide que no seamos ingenuas, el arte no nos va a salvar ni va a cambiar el mundo. Es un ejercicio constante de indagación para comprender la complejidad que nos interpela; y es también la posibilidad de construir otros modos sensibles de relacionarnos con los otros: de mirarnos, pensarnos, decirnos y buscarnos. Prácticas artísticas como éstas son una invitación a la exploración, no producen un mensaje moralizante sino una inquietud ética.
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1. A la par realizó un encuentro con mujeres migrantes en FM4 Paso Libre y actividades con estudiantes de las licenciaturas de Comunicación y Artes Audiovisuales y Arte y Creación del ITESO. También ofreció una residencia-taller para estudiantes de diversas instituciones.
2. Generalmente, en este pasaje Edith es mencionada no por su nombre, sino por su adscripción social como “la esposa de Lot”.
1 comentario
Que gran texto… lástima de las fotos que no hablan de nada de lo que están escribiendo.
Tuve oportunidad de asistir a la exposición y le merece completamente el texto, que pena que no pudieron ir a tomar unas fotos dignas de la artista y la descripción del articulo.