Sun Yuan y Peng Yu: tensar la cuerda

Sun Yuan y Peng Yu: tensar la cuerda

– Edición 491

Imagen de la pieza “Can’t Help Myself”. Foto: sunyuanpengyu.com

Sun Yuan y Peng Yu son dos artistas chinos que desde hace tiempo vienen agitando las artes visuales. La clave de su éxito descansa en su habilidad para generar escenarios distópicos en donde la realidad es llevada a su versión más extrema

Una de las grandes falencias del arte político actual es el hecho de seguir reproduciendo, una y otra vez, las viejas estrategias de “visibilización” de las contradicciones que marcan el pulso de nuestras sociedades contemporáneas. Dado que dichas estrategias resultarían insuficientes a la hora de movilizar, de forma efectiva, al espectador, han sido muy celebradas aquellas producciones que apuestan por acciones sociales concretas y positivas.

Sin embargo, hay artistas empeñados en demostrar la existencia de terceras vías para el desarrollo del arte de naturaleza crítica. Éste es el caso del dúo creativo conformado por Sun Yuan (Beijing, 1972) y Peng Yu (Heilongjiang, 1974), dos artistas chinos que desde hace un tiempo vienen agitando el avispero cool de las artes visuales. Uno de los aspectos más interesantes de su trabajo es el hecho de que instrumentan recursos que pertenecen a los universos de la “exposición” y al de la “práctica disensual”. La clave del éxito de semejante hibridación descansa en su habilidad para generar escenarios distópicos en donde la realidad es llevada a su versión más extrema. A esta suerte de performances, intervenciones artísticas de fuerte efecto psicológico y ético en el público, Sun Yuan las denomina experimentos. Y, precisamente por ello, resultan tan desconcertantes: posicionan al espectador en zonas límite de sí mismo. Todo lo que conciben como fabulación ha nacido de las entrañas del mundo que habitamos. He ahí lo perturbador de su obra.

Sun Yuan y Peng Yu comenzaron a colaborar hacia 2000 y, desde un inicio, dieron muestras de la radicalidad que les caracterizaría. La fuerza demoledora de su concepción estética, tan espectacular como cruda, se ha ido construyendo sobre la base de un hiperrealismo grotesco, la utilización de materiales tremendamente controversiales (cadáveres, grasa humana, animales vivos) y la voluntad permanente de tensar la cuerda de los principios constitutivos de la vida moderna. Todo eso los ubica en una franja de incomodidad que resulta fundamental para interpelar a la sociedad, introduciendo en su cotidianidad episodios de rupturas que hacen un corto circuito en las lógicas habituales y las zonas de confort.

Herederos legítimos de una tradición conceptualista, que cuenta con nombres como los de Paul McCarthy, Ai Wei Wei, Maurizio Cattelan y los Young British Artists, Sun y Peng dan otra vuelta de tuerca a la praxis de la desautomatización, al lograr dispositivos estéticos con un alto efecto visual y tremendamente reactivos. Sus obras no nos permiten permanecer al margen. Hay que voltear la cabeza y mirar de frente.

Entre sus piezas más recientes y de mayor impacto mediático se encuentra Can’t Help Myself (2016), presentada hace unos años en la Bienal de Venecia. La instalación consiste en un robot —recluido en una jaula de vidrio— cuya función es la de contener el flujo de un líquido rojo que, aunque no lo sea, remeda las propiedades de la sangre. Al parecer, la idea de esta obra surgió del interés de los artistas por ensayar variantes mecánicas para reemplazar la voluntad autoral y ver los resultados de ese accionar automatizado. Lo paradójico, empero, sería que la máquina comenzara a “humanizarse” a través de un proceso de personificación basado en los 32 movimientos programados por los creadores y en el aislamiento visible al que fue sometida durante la exhibición. El propio Sun Yuan comentaba al respecto: “Vemos cómo el robot y el líquido terminan torturándose mutuamente”. De alguna manera, la figura de la máquina apunta más allá de sí misma. Apunta, en primer lugar, a lo inhumano dentro de lo humano. A partir de ahí, se ha hablado de muchos tópicos relacionados con la instalación: desde la cibervigilancia y la sustitución de los trabajadores por la tecnología, hasta las problemáticas migratorias.

Volvamos, pues, a la dicotomía primera, a ese punto intersticial en que el Sun Yuan y Peng Yu logran transitar desde el territorio de la puesta en escena hasta la salida de emergencia que les conduce a alterar las dinámicas perceptivas de la cultura y la sociedad. A cambiar, digamos, el sentido de la narración. El gran acierto de estos artistas es justamente aquello que los hace más controversiales, a saber: la desmesura de su ficción, el gesto de retorcer el teatro de la realidad hasta ponerlo en jaque. Los escenarios ficticios, se sabe, son los más perturbadores porque contienen el signo de la premonición. Y hacia allí nos señalan ellos, hacia el futuro que está por llegar.

Para saber más
:: Sitio web de los artistas.
:: Video de la instalación Can´t Help Myself en la 58 Bienal de Venecia (2019).
:: Video de Old Persons Home (2009), en la Saatchi Gallery de Londres.
:: Instalación Teenager, teenager (2013).

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