Software libre para un usuario bajo acecho

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Software libre para un usuario bajo acecho

– Edición 466

La libre circulación del conocimiento y la información está condicionada por grandes intereses, que buscan restringirla mediante legislaciones cada vez más agresivas con los usuarios de internet. Ante las implicaciones del nuevo Acuerdo Comercial entre Estados Unidos, México y Canadá, y frente a la Ley de Copyright aprobada por el Parlamento Europeo, el software libre representa una posibilidad concreta de salvaguardar libertades esenciales

Usar software como GoogleDocs no es gratis: pagas con tu información. Al utilizar sus herramientas, las grandes corporaciones digitales saben quién eres, con quién hablas y de qué, desde qué número telefónico o computadora, dónde estás, a dónde vas física y digitalmente, qué te gusta y disgusta. Te vigilan porque pueden y porque cedes. En este cuadro de cazadores y cazados, donde tú eres el sacrificado, también aparecen en escena otros riesgos, como los intentos del poder político por vulnerar tus derechos como usuario. Queda, sin embargo, el software libre como respuesta a todo esto.

Al usar por primera vez una herramienta digital, aceptamos los términos y condiciones sin haber reflexionado en las consecuencias. Nadie los lee detenidamente ni consulta a su abogado antes de oprimir el botón “de acuerdo”. Nadie repara en todo lo que cede. “Al utilizar nuestros servicios, nos confías tus datos”: es la primera frase en la página de Políticas de Privacidad de Google. Si escarbamos para saber qué quiere decir exactamente la empresa tecnológica con la palabra “datos”, caemos en la cuenta de que le cedemos hasta nuestra voz.

La información es muy valiosa en la economía actual. Las corporaciones pueden hacer grandes negocios y manipular multitudes con ella. Por lo tanto, el problema de ceder datos sin chistar es social. Frente a este tipo de software, llamado privativo, el software libre es fundamental porque con él estamos mucho más seguros, ya que nadie vigila, recoge, almacena ni usa nuestros datos. “Creo que lo más importante tiene que ver con la pérdida de libertad. Lo que nos estamos jugando es la libertad”, considera Anamhoo, como se hace llamar la hacktivista —es decir, alguien que hace activismo a través de internet— que ha participado como ponente y organizadora en diversos espacios de cultura digital, como el Seminario de Tecnologías Libres y Cooperativas Copyleft en el Movimiento Social de Izquierda, y el Seminario de Ética Hacker en la Universidad del Claustro de Sor Juana, realizados en la Ciudad de México.

Software libre

Richard Stallman, fundador del movimiento del software libre, y Euclides Mance, teórico de la economía solidaria, es decir, aquella integrada por redes de colaboración que pueden generar flujos económicos, firmaron una declaración conjunta el 15 de diciembre de 2012 sobre software y economía. En el documento afirman: “Ante la expansión de esta tecnología y la creciente digitalización de los procesos económicos, políticos y culturales, el poder de unas pocas corporaciones está creciendo —corporaciones que, con su software privativo y sus servicios abusivos, controlan las actividades informáticas de la gente y recogen una cantidad de datos cada vez mayor en todas las esferas de la vida de las personas (a menudo sin su previo conocimiento) y los entregan a los Estados (a veces democráticos, a veces no), los comercializan o comparten con otras empresas, con el fin de obtener ventajas y ganancias. Esto es un riesgo para la democracia y para las libertades públicas y privadas de toda la humanidad”.

 

¿Leyes para restringir la libertad?

Además de las corporaciones digitales, los gobiernos acechan las libertades digitales a través de la aprobación de polémicas legislaciones que protegen viejos paradigmas de producción y distribución de información y conocimiento. Los marcos legales más recientes en los que los usuarios podrían quedar vulnerados son el nuevo Acuerdo Comercial entre Estados Unidos, México y Canadá (USMCA), aprobado el 1 de octubre de 2018, y la Directiva sobre Derechos de Autor en el Mercado Único Digital, conocida como Ley de Copyright, aprobada el 12 de septiembre de este año en el Parlamento Europeo.

En México, la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D), dedicada a la defensa de los derechos digitales a través de la investigación, el litigio y campañas de comunicación, advirtió que las disposiciones contenidas en los capítulos 19 (Comercio Digital) y 20 (Propiedad Intelectual) del USMCA podrían vulnerar los derechos digitales de los usuarios de internet en México. “Ojo, no para Canadá, Canadá se zafó de esta obligación; dijo: ‘Yo no voy a aceptar eso’, pero México al parecer dijo: ‘No me importan mucho los usuarios de internet mexicanos’”, afirmó en entrevista para una estación de radio Luis Fernando García, director de R3D. Las disposiciones “amenazan o desprotegen gravemente los derechos a la libertad de expresión, a la privacidad y al acceso a la cultura”, según dicha organización no gubernamental, la más activa en defensa de los derechos digitales cada vez que en México hay intentos legislativos por regular internet.

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Según el capítulo 19, el Estado mexicano, cuando adquiera software, no podrá solicitar “el acceso a código fuente o a algoritmos, lo que podría obstaculizar iniciativas de ahorro y adopción de software libre por parte de entes gubernamentales”. Tener acceso al código es una de las características del software libre, de tal manera que si no dispones de él, solamente podrás usar software privativo. Este artículo también pone en riesgo la protección de datos personales, ya que prohíbe a México la transferencia internacional de datos a países cuyas legislaciones dan adecuada protección a la privacidad. 

Mediante el capítulo 20, el acuerdo obliga a México a incorporar en sus leyes el sistema llamado “notificación y remoción”. “Bajo este esquema, los proveedores de servicios en internet (ISP) tendrían la obligación de censurar cualquier expresión en internet cuando una persona que se ostente como titular de derechos de autor denuncie una presunta infracción”, advirtió R3D. En otras palabras, cualquier aplicación o servicio tendría que remover contenido cuando alguien reclame que se violaron sus derechos de autor, independientemente de que sea cierto o no. Además, los titulares de derechos de autor podrán “forzar a los proveedores de servicios de internet a revelar información que identifique a usuarios de internet que presuntamente hayan cometido infracciones a derechos de autor”.

La reforma al copyright en el Parlamento Europeo hecha este año incluye dos artículos controvertidos, el 11 y el 13, que podrían tener implicaciones en todo el mundo. El primero permite a los medios de comunicación prohibir a plataformas como Google, Facebook y Twitter publicar fragmentos de sus noticias (snippets). Los editores podrán reclamar indemnizaciones. El segundo artículo mencionado obliga a las compañías en las que los usuarios almacenan y difunden contenido, como YouTube, a responsabilizarse por el cumplimiento de los derechos de autor, es decir, a responsabilizarse por todo el contenido que el usuario suba. Esto significa que deberán cotejar toda la información que publiquen los usuarios con una gran base de datos de derechos de autor para que el contenido subido por el usuario no los viole.

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Los críticos de la reforma al copyright han señalado que los artículos mencionados son en realidad un filtro para millones de contenidos y un obstáculo para compartir noticias, además de ser técnicamente inviables. Otros, incluso, señalan que la legislación es una puerta a la censura de opiniones en un futuro. El periodista de derechos digitales Cory Doctorow advirtió que los efectos del artículo 13 podrían ser mundiales. “El problema es que las plataformas en línea no tienen ‘servicios europeos’ y ‘servicios no europeos’, ellos solamente tienen servicios, y usuarios de la Unión Europea y de fuera de la Unión Europea se mezclan libremente allí, publican material y comentan”, escribió el también activista en su blog Boing Boing el 10 de octubre pasado. En otras palabras, las plataformas no tendrán un algoritmo-filtro para los usuarios europeos y otro para el resto del mundo, así que lo más sencillo será hacer lo mismo para todo el planeta, para evitar sanciones.

 

Software para la no explotación

En este contexto de constante acecho al usuario, a la información y al conocimiento, el software libre es una opción para ganar libertades. “A mí el software libre me salvó, y me salvó porque me llevó a no perder la esperanza, a no desistir en la idea de que hay otras formas de conocimiento, a no desistir en que realmente el conocimiento tiene que ser libre, en que tenemos que encontrar formas más horizontales de construirlo. Para mí, el software libre es una herramienta de liberación personal”, afirma la hacktivista Anamhoo.

Los creadores de la filosofía del software libre lo definen como el “software que respeta la libertad de los usuarios y la comunidad. A grandes rasgos, significa que los usuarios tienen la libertad de ejecutar, copiar, distribuir, estudiar, modificar y mejorar el software. Es decir, el software libre es una cuestión de libertad, no de precio”. Si no se dan las siguientes libertades, no es libre, de acuerdo con Richard Stallman: 1) ejecutar el programa como se desee, 2) estudiar cómo funciona, 3) redistribuir copias y 4) distribuir copias de versiones modificadas.

Para que se pueda alcanzar dicha condición de libertad, el filósofo e impulsor de economía solidaria Euclides Mance sotiene que el software libre no debe utilizarse para explotar a otros. “Este filósofo decía que para que las cuatro libertades fueran realmente efectivas y realmente contribuyeran a la libertad, hacía falta un condicionante: estas creaciones que se comparten no pueden ser usadas para la explotación de otros seres humanos, y sin esto las cuatro libertades nunca podrían llevarse a cabo como tales”, explicó la hacktivista Anamhoo, quien también ha participado en Openlabs del Tecnológico de Monterrey.

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“Rechazamos todo uso de la tecnología informática para acciones de opresión y dominación”, escribió Euclides Mance en su declaración conjunta con Stallman. Algunos grandes corporativos se habían apropiado de software libre para explotar la mano de obra de otros, pero ya no sería posible tras esta declaración, al menos de forma teórica. Si hay opresión, no es software libre. Hablamos, entonces, de una ética basada en una cultura abierta, horizontal, colaborativa y solidaria. En este sentido, el software libre alcanza una dimensión social contraria a la lógica de mercado y al agresivo mundo neoliberal.

“En sentido concreto, yo creo que sí es una respuesta muchísimo más social. El software libre es una libertad mucho más orientada hacia la igualdad, y no necesariamente hacia un esquema neoliberal donde lo importante son la ganancia y la competencia”, explica César Augusto Rodríguez Cano, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Cuajimalpa. Hay una deconstrucción de los paradigmas de ganancia y mercantilización y una puesta en práctica de libertades distintas a las del mercado.

Un ejemplo claro de esto es el Libre Office, que se opone al control de la suite de Office de Microsoft. Es una respuesta vinculada con el valor de la igualdad, con llevar la herramienta a sectores marginados, mientras que el software de la compañía fundada por Bill Gates se está volviendo cada vez más excluyente en tanto encuentra modelos de negocios más agresivos, como las rentas mensuales. Además, parecería imposible escapar del binomio Windows-Office: si compras una computadora con Windows, tienes que usar necesariamente la suite de Office. Al menos es lo que te hacen creer. Lo mismo pasa con ios y con Android, en el caso de los móviles. “Son especies de regímenes de ensambles tecnológicos que se van construyendo alrededor de las plataformas y colonizan los hábitos y las prácticas cotidianos. El software comercial sí tiene que ver con estructuras de poder y de control”, agrega el profesor, especialista en cultura digital.

El de software libre es un movimiento social en sí mismo y ha acompañado a otros movimientos —algunos de ellos originados en internet— o incluso los ha abanderado. Un ejemplo es el 15M en España. Durante el movimiento, el de software libre ocupó un lugar importante y sirvió para desarrollar herramientas al margen de las redes sociales comerciales como Facebook y Twitter, que cotizan en la Bolsa gracias a la mercantilización de las interacciones sociales. El movimiento español desarrolló herramientas propias para convocar, reunirse, organizarse y movilizarse, y todo sin apropiarse de la información de sus bases-usuarios.

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También, por ejemplo, se vincula al movimiento de las filtraciones Wikileaks. Los activistas digitales y periodistas usan software libre para resguardar el anonimato y para proteger sus datos de las grandes corporaciones que ceden ante las peticiones de información de los Estados.

“Tiene una dimensión que sí se puede entender desde el lado de lo anárquico, tiene que ver con esta dimensión ética del desarrollo de la tecnología, tiene que ver con la cultura libre, que en un momento desbordó internet, y tenía que ver con la transmisión o la copia de material como libros o música, etcétera, que se podía compartir libremente”, de acuerdo con el docente de la uam Cuajimalpa.

El asunto pendiente en nuestro país con respecto al software libre está en llegar a más personas y a más organizaciones. Los analistas consultados coinciden en que, si bien hace falta más educación tecnológica acerca del software libre para alcanzar a una mayor porción de población, la necesidad económica ha hecho que su uso se extendiera en los últimos años. El avance ha sido lento y se debe a varias razones. Una de ellas es que, en sus inicios, el software libre resultaba poco amigable con los usuarios, y la instalación era complicada debido a que la documentación estaba solamente en inglés. Era, además, menos estético. Otra razón es el ya mencionado binomio hardware-software en los equipos en venta. Hasta hace relativamente poco, no existían programas que abarcaran todas las actividades de los de paga, como la edición de video, por ejemplo. Sin embargo, este tipo de problemas se ha ido superando.

El software libre, además de ser una apuesta ética distinta a la lógica neoliberal, también es una apuesta para mantenernos más seguros en internet y proteger nuestros derechos en un mundo que a fuerza de leyes está inclinando la balanza hacia los intereses de los grandes corporativos o los monopolios de la información. El software libre es una opción para el usuario de internet, que constantemente está siendo acechado.

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MAGIS, año LX, No. 502, noviembre-diciembre 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de noviembre de 2024.

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