Savater y las drogas
Juan Carlos Núñez – Edición 409
El filósofo Savater tiene una actitud muy clara: “En el fondo lo que se reprocha a las drogas es que las personas que las toman trabajan menos u obedecen de peor gusto que los demás”.
Durante su visita a Guadalajara, Savater volvió a plantear el tema de la despenalización de las drogas en una de las actividades en las que participó. En el libro Ética y ciudadanía distingue entre los términos legalizar y despenalizar. “Sólo se puede legalizar, autorizar o negar aquello que está en manos de la autoridad, mientras que las drogas están en el mundo. Es lo mismo que si a una montaña, porque hubiera muchos alpinistas que mueren subiendo a ella, la prohibiesen; podríamos penalizar el acceso a la montaña, lo que no se puede es legalizar la montaña o ilegalizarla, porque la montaña no está en las atribuciones del jurista. Las sustancias de la naturaleza tampoco están en las atribuciones de los juristas. Las drogas están en el mundo, en la naturaleza, las fabricamos, estamos en el siglo de la química, y lo que podemos es penalizar su uso, arbitrariamente, que es lo que ocurre hoy, o despenalizarlo”.
Asegura que la prohibición de las drogas, iniciativa originada por las sociedades de ultraderecha estadunidenses, no ha hecho más que aumentar su consumo, por la seducción que ejerce lo prohibido entre muchas personas, además de producir muchas muertes por su tráfico ilegal. “Si alguna vez Estados Unidos y el resto de los países repiten en voz alta lo que dicen en voz baja cuando uno habla con los especialistas de estos temas, estarían de acuerdo en que todo esto es un disparate y lo que hace falta es informar, educar, prevenir”.
Usted ha explicado las razones para despenalizar el consumo, pero hay también argumentos en contra. Uno de ellos es que puede aumentar el consumo.
¿Y qué tiene de malo el consumo?
Los daños que puede ocasionar a algunas personas.
Sí, la gente puede abusar de las drogas, del alpinismo, del buceo. Todas las cosas tienen ciertos riesgos que hay que aprender a manejar, hay que aprender a comportarse. Lo que no tiene sentido es prohibir unas sustancias que están en la naturaleza y que tienen algunos efectos positivos tomadas de manera adecuada. La prohibición es una superstición, porque se supone que son placeres prohibidos que alejan al hombre del trabajo y de la obediencia; en el fondo lo que se reprocha a las drogas es que las personas que las toman trabajan menos y obedecen menos u obedecen de peor gusto que los demás. Eso es una superstición y hay que combatir las supersticiones. m.