Qué películas ver, cómo y dónde
Hugo Hernández – Edición 428
El mérito de un tráiler —que a menudo es hecho por el mismo realizador— es que anima a muchos espectadores a ver la película. Esta estrategia funciona particularmente bien con las cintas infantiles: los niños estarán al pendiente del estreno, y apenas vean la película en cartelera sugerirán a sus padres —de forma tiernamente insistente— que hay que ir hoy (o de preferencia hoy) al cine. ¿Pero qué hacer cuando la película que uno ha decidido ver se ofrece, como los automóviles, en más de una versión?
En la decisión de qué ver, cómo y dónde hacerlo, se abre un abanico de posibilidades. La elección de la película puede depender de la notoriedad que ha adquirido por méritos no necesariamente cinematográficos (como ¡De panzazo!), porque todos hablan de ella y uno quiere participar en las conversaciones más o menos acaloradas que provoca (como en su momento El crimen del Padre Amaro o, más recientemente, Presunto culpable). En este caso uno busca el horario que mejor le convenga y asiste a la sala con el propósito de ver ésa y sólo esa cinta.
Pero también se da el caso de que hay un par de horas libres en la agenda. Entonces uno se dirige al complejo de salas que mejor le acomode, se acerca al quiosco donde aparecen las sinopsis para revisar las de las películas que se proyectan en el horario del que uno dispone, se forma una rápida idea de ellas (como para saber qué esperar: tal vez uno no esté de ánimo para ser asustado y prefiera no ver una película de terror, por ejemplo); luego se compran los boletos, y a lo que vinimos.
El mérito de un tráiler —que a menudo es hecho por el mismo realizador— es que anima a muchos espectadores a ver la película. Esta estrategia funciona particularmente bien con las cintas infantiles: los niños estarán al pendiente del estreno, y apenas vean la película en cartelera sugerirán a sus padres —de forma tiernamente insistente— que hay que ir hoy (o de preferencia hoy) al cine.
Pero qué hacer cuando la película que uno ha decidido ver se ofrece, como los automóviles, en más de una versión. Con ánimo jerárquico, propongo los siguientes criterios:
El director es la estrella
Las películas son de los directores, y son tan valiosas como su realizador, decían —y siguen diciendo— los críticos que validan la política de los autores. Así, uno no debe perderse la película más reciente de Woody Allen, Pedro Almodóvar o Martin Scorsese, por mencionar a algunos autores. También ellos hacen películas medianas o malas —bueno, creo que ellos no—, pero aun si sus entregas son discretas siempre ofrecen una perspectiva y un comentario (sobre la condición, las relaciones y las miserias humanas, la sociedad, etcétera) que merecen atención.
Historia y tema
Muchos realizadores reconocen que su principal objetivo es contar historias. Éstas tienen la virtud de interesarnos, conseguir que nos identifiquemos con lo expuesto o con alguno de los personajes; nos permiten vivir otras vidas en la seguridad de la butaca. Las historias son un vehículo emocional para abordar un tema: son la superficie que permite asomarnos a la profundidad. El tratamiento de un tema es, además, algo que comparten ficción y documental; ahí está, a mi juicio, lo más valioso, lo que efectivamente nos llevamos de la sala oscura.
2D, 3D o 4D
Ante los prodigios de las nuevas televisiones y los equipos de sonido caseros, 3D y 4DX son la respuesta de los exhibidores para que la gente siga yendo al cine. Si la película no saca mayor provecho del 3D o no fue realizada con este recurso —como la mayoría—, es mejor verla en 2D. Es imperioso ver las que fueron fotografiadas en 3D y explotan dramáticamente, además de gráficamente, el recurso, como Hugo, Avatar o Pina. 4DX vale la pena con películas insustanciales, pues es como ir a la feria: entre zangoloteos y salpicadas, la película pasa a segundo término.
Actores
Ir a ver una película por los actores que en ella participan es la prerrogativa del Star System de Hollywood. A veces una actuación hace mejorar una película, como Jean Dujardin en El artista. Desconfío de las películas cuyo único atractivo está en el reparto, pues por lo general son flojas. En todo caso, es conveniente tener en cuenta algo más que los actores, para evitar sorpresas desagradables, como la que se llevaron los que vieron El árbol de la vida por Brad Pitt y salieron desconcertados. A veces el árbol actoral impide ver el bosque completo: la película.
Premios
El artista obtuvo cinco Oscar y sólo un premio en Cannes; ahí ganó La Palma de Oro El árbol de la vida, que no se llevó ningún Oscar. Los criterios y los jurados son diferentes. Oscar no es el mejor (su campo de visión no es muy amplio y sus decisiones son a menudo cuestionables), pero es inevitable, pues a diferencia de las cintas que participan en Cannes, Berlín, Venecia o San Sebastián, las oscareables y oscareadas sí llegan a la cartelera comercial. La ventaja de Oscar es que es fácil de entender; los festivales muestran un paisaje más amplio.
Para orientarse mejor:
:: El sonidista y director independiente Kelley Baker propone tres puntos indispensables para que una película sea buena.
:: ¿Qué hace que un tema documental se transforme en una buena película documental?