Pueblos Solares Andinos, que tiene por objetivo “instalar en los pueblos el empleo de la energía solar como alternativa energética limpia para minimizar los efectos producidos por la desertificación y preservar la biodiversidad”
Cuando se habla de energía solar, muchas veces pensamos no sólo en los beneficios que ésta trae para el planeta, sino en las ventajas para nuestros bolsillos: la factura del gas, por ejemplo, va a ser menos alta. Sin embargo, la instrumentación de dispositivos para capturar la energía del Sol puede, en muchos casos, cambiar la vida de las personas. Así lo creen en EcoAndina, una organización que echó a andar el proyecto Pueblos Solares Andinos, que tiene por objetivo “instalar en los pueblos el empleo de la energía solar como alternativa energética limpia para minimizar los efectos producidos por la desertificación y preservar la biodiversidad”, además de “generar conciencia ambiental y mejoras radicales en la calidad de vida sanitaria, alimenticia, económica y social” de los habitantes del sur del continente.
¿En qué consiste el proyecto? En equipar los pueblos de la montaña con diferentes artefactos solares y capacitar a los habitantes para su uso y su mantenimiento. La adaptación de un pueblo como solar incluye la instalación y el uso de calentadores para preparar alimentos (cocinas solares), dotar las casas de agua caliente, instalar dispositivos de calefacción para regular la temperatura de casas y escuelas y la utilización de energía solar para producir electricidad. “Esto nos trae beneficios porque podemos trabajar en un ambiente más cálido y evita las enfermedades comunes por el frío. Hace que en la escuela uno se sienta feliz, contento”, cuenta en un video Liliana Caldera, directora de la escuela 423 de la comunidad de San Juan de Misa Rumi, localidad argentina ubicada en la provincia de Jujuy, Argentina, uno de los diez pueblos solares echados a andar por EcoAndina.
Bárbara Holzer, de la Fundación EcoAndina Argentina, explica que la condición de pueblo solar de Misa Rumi “ha cambiado la vida de la gente porque cada familia ya está usando las cocinas solares, lo que quiere decir que ya no tienen necesidad de pasar horas recogiendo leña, no están cocinando con el fuego, sino con las cocinas solares”. A esto se suma el beneficio de salud: al no cocinar con madera, los habitantes ya no están expuestos al humo de las cocinas de leña, que tanto perjudica a las vías respiratorias.
Por su parte, Hans Cristoph Müller, de la misma fundación, añade que han desarrollado una manera de medir la energía que se ahorra con una cocina solar. Con esta información es posible calcular cuánto dióxido de carbono se ahorra y acceder a certificaciones que permitan pagar la instalación de más cocinas o el intercambio de los llamados “bonos verdes” o bonos de carbono, que son un mecanismo para reducir la emisión de gases efecto invernadero mediante el cual, en un esquema de mercado, empresas de países industrializados pagan a otras, la mayoría ubicadas en naciones en desarrollo, por su reducción de emisiones. m.
Para ver
:: Un video sobre los pueblos solares en Misa Rumi.