Probióticos desarrollados con el sello de la casa
Enrique González – Edición 450
Raquel Zúñiga y Laura Arias, investigadoras del ITESO, desarrollaron un medio de cultivo eficiente y económico para enriquecer productos alimenticios con microorganismos benéficos para la salud
Están presentes en toda clase de alimentos: bebidas, chocolates, yogures, alimento para animales, panes, fórmula para bebés o barras de cereal. Se trata de las bacterias probióticas, ingrediente principal precisamente de los alimentos que contienen microorganismos vivos que, si se consumen en las cantidades adecuadas y de manera regular, cumplen una importante labor en el cuerpo humano ayudando a evitar enfermedades, fortalecer el sistema inmunológico, mejorar la digestión y hasta prevenir y combatir ciertos tipos de cáncer.
Dos investigadoras del ITESO han perfeccionado un nuevo medio de cultivo, más eficiente que el que actualmente maneja la industria alimentaria. “[Durante un año] nos dedicamos a ver cuáles eran los nutrientes y las condiciones que necesitaban esos microorganismos [cepas] para poder crecer de una manera más óptima y menos costosa”, explica Raquel Zúñiga, doctora en Biotecnología de Alimentos y académica de la carrera de Ingeniería de Alimentos del ITESO.
Ella y su colega, Laura Arias, eligieron un par de microorganismos para trabajar: el Bifidobacterium animalis y la Lactobacillus plantarum. El éxito de la investigación ha sido tal que ya han solicitado la patente ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial con el nombre de “Composición de medio de cultivo para favorecer el desarrollo y crecimiento de los microorganismos probióticos Lactobacillus plantarum y Bifidobacterium animalis”.
El suero de leche, un producto nocivo para el medio ambiente que los productores de queso y otros lácteos suelen desechar en enormes cantidades, fue la base del medio de cultivo creado por Arias y Zúñiga, quienes contaron con la colaboración de José Pablo Torres, investigador adscrito a la UdeG. “Éste es un medio de cultivo más sencillo, económico y diseñado específicamente para cada una de las dos cepas”, dice Zúñiga.
El medio de cultivo forma parte del proyecto del nuevo biorreactor que han diseñado académicos del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales de la universidad; ambos proyectos contaron con fondos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), y se espera que en un par de años ya tengan su patente en orden y la industria pueda aprovechar al máximo ambas invenciones.
Tanto el biorreactor como el nuevo medio de cultivo representan lo que se puede obtener cuando universidades y gobiernos invierten tiempo y dinero en la investigación científica multidisciplinaria, un rubro insustituible para los países en desarrollo, como México. m.