Ponerse la camiseta

Ponerse la camiseta

– Edición 499

Foto de la cuenta @barra51_oficial en Instagram.

Irle al equipo perdedor implica una determinación férrea, el apoyo incondicional, gratuito, motivado por algo más que las ansias del triunfo.

Fue enterrado, según nos dijeron sus hijos, con la camiseta de su equipo favorito debajo del traje. Porque un verdadero atlista lo es en cualquier circunstancia, sin pedir nada a cambio. Fácil apoyar a un régimen político que lo promete todo, o una causa con impacto social, o una religión milenaria, o un principio ordenador del mundo. Lo verdaderamente difícil es creer, con genuina hondura, en lo que no influye en nuestra vida práctica. Sin esperanza, poder o salvación de por medio, todo se convierte en un salto de fe por la fe misma. Creer sin pruebas ni ilusiones: eso es lo que hace quien se entrega con pasión, como él lo hizo, a una alineación de jugadores adoptada como doctrina personal. Más aún si se trata del club futbolero con la peor racha de victorias en la historia.

Cómo asistir al estadio, vestir los colores, gritar en la tribuna, si las estadísticas indican que se presenciará otra derrota. Qué fuerza interior mueve, por ejemplo, a los seguidores de la selección de futbol de San Marino. Los números resultan más que elocuentes: en todo su haber, sólo cuenta con seis empates y una victoria, que, por cierto, aconteció contra la nada flagrante alineación de Liechtenstein en un partido amistoso. Únicamente aquella vez —en un escenario tan inocuo— se alzaron en el marcador; el resto, un rosario de fracasos. Tan malogrado currículo los ha colocado, era de esperarse, en el último puesto del ranking de la FIFA. Quizá sus simpatizantes, por necesidad, disfrutan de ver otro deporte: uno donde cada gol se saborea como una copa del mundo.

Fácil creer, ya lo dije, en los grandes discursos. En el paso firme y no en los titubeos. En las cosas escritas en piedra y no en las hipótesis. Sencillo formarse en las filas más largas, apostar por aquello que, con mayor probabilidad, nos traerá mieles y dicha. Pero secundar al pastor, que con su honda desafía al coloso filisteo, requiere verdaderos principios. Irle al equipo perdedor implica una determinación férrea, el apoyo incondicional, gratuito, motivado por algo más que las ansias del triunfo. Eso es la convicción.

Sin importarle que su club rojinegro no hubiese ganado un campeonato durante más de medio siglo, sin hacer caso de las burlas y los reclamos de la familia, lo apoyaba con fe ciega. Por eso, antes de que la tierra lo cubriera para siempre, me pareció admirable presenciar hasta dónde pueden extenderse los límites de nuestros dogmas más personales. No sólo creer en un equipo teñido por el fracaso, sino creer en él incluso en ese reino subterráneo donde ya nada importa, donde no hay consecuencias, donde nadie gana y nadie pierde. ¿Cuántas ideas sostenemos exclusivamente porque nos traerán ganancias, porque son convenientes, lucrativas? ¿Cuántas otras defenderíamos en soledad, a pesar de todo? Qué nos seguiría incluso allí donde somos sombras sin títulos, sin sangre, sin un nombre siquiera. Ponerse la camiseta para nosotros mismos o para los demás, notable diferencia entre el aficionado y el convencido. Sólo en el silencio, en el vacío, descubrimos qué nos acompañará hasta nuestros últimos días. Ésas son las camisetas que verdaderamente importan: aquellas que vestimos con compromiso y orgullo, aunque nadie jamás las vea.

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MAGIS, año LX, No. 502, noviembre-diciembre 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de noviembre de 2024.

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