Pensiones, un problema de jóvenes
Jesús Estrada Cortés – Edición 453
En un mercado laboral precarizado e inestable, los trabajadores, en especial los jóvenes, tendrán que trabajar más para alcanzar una jubilación medianamente decente, pero también para tratar de garantizar, en colectivo, las pensiones de una población cada vez mayor
Estudia, saca tu licenciatura y tu maestría, consigue un trabajo que te permita jubilarte y disfrutar los últimos años de tu vida. En resumen, éste era el horizonte laboral de millones de personas que crecieron conforme la lógica capitalista del siglo XX. Pero la promesa se rompió. El nuevo milenio trajo la expansión de otras formas de contratación “flexibles”, como el outsourcing o el trabajo independiente, porque las nuevas dinámicas laborales convirtieron el empleo permanente y la posibilidad de obtener una jubilación decente en especies en peligro de extinción. Para colmo, el propio sistema que soporta financieramente las pensiones está también en problemas, de manera que se advierten más nubarrones para el futuro, en especial de los jóvenes trabajadores.
Hay un antes y un después en la crisis de las pensiones. En 1997, el gobierno de Ernesto Zedillo introdujo cambios en la Ley del Seguro Social vigente desde 1973. Con la ley anterior, un trabajador tenía derecho a una pensión al cotizar como mínimo 500 semanas ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), mientras que los del sector público lo hacen ante el ISSSTE y el gobierno canaliza los pagos. El monto de la pensión se calcula según el salario promedio que tuvo durante los últimos cinco años el trabajador. En la nueva ley hay que cotizar mil 250 semanas y la pensión depende del monto acumulado por el solicitante en la cuenta que lleve en una Administradora de Fondos para el Retiro (Afore), que son entidades privadas.
Los trabajadores de más edad se jubilan por el sistema del año 1973, los jóvenes por el de 1997, y en medio hay una generación llamada “de transición”: 19.8 millones de personas que venían cotizando desde antes de la reforma y a las que se dio la oportunidad de escoger entre los dos sistemas. Los más afectados por el cambio del sistema de pensiones son los jóvenes, porque tendrán que trabajar más y probablemente obtendrán pensiones más bajas que los que se jubilan por la ley de 1973, pero al final todos los pensionados enfrentarán problemas, porque crecen las dificultades financieras para garantizarles este derecho.
“Es un antes y un después muy notorio y grave, si lo vemos desde el punto de vista de los jóvenes. Antes, la ley permitía el retiro manteniendo el nivel de vida de los últimos años trabajados. Habrá que decir que luego se puso un tope en el imss de 25 salarios mínimos y en el ISSSTE de 10 salarios mínimos: así empezó la dinámica para limitar las pensiones. Pero incluso con el tope, un retiro o pensión con 25 salarios mínimos, en el contexto nacional de los ingresos, es bastante interesante”, explica el doctor Enrique Valencia Lomelí, académico de la Universidad de Guadalajara especializado en estudios laborales y desigualdad social.
Aun con el tope, el trabajador puede recibir una pensión de entre 21 mil 912 y 54 mil 772 pesos con el régimen de 1973. Mientras que ahora, los trabajadores, sobre todo los jóvenes “que se integran al mercado laboral, difícilmente van a obtener una pensión cercana al nivel de vida de sus últimos cinco años de trabajo, probablemente obtengan una pensión cercana a 40 por ciento de sus ingresos. Es un impacto muy severo, especialmente para quienes ganan entre uno y tres salarios mínimos, como están muchos en el sector industrial, son los que entran y salen del mercado laboral. Según estudios, tendrán que cotizar alrededor de 40 años, no 22 años y medio como prevé la ley, para poder mantener más o menos una pensión cercana a los salarios de los últimos años trabajados”.
Cotizar mil 250 semanas en un país donde cada vez es más difícil obtener un contrato de trabajo permanente, en un empleo en el que se paguen correctamente todas las prestaciones sociales y, además, en el que los patrones no maquillen los salarios de los empleados para pagarle menos al IMSS, se antoja complicado. La inestabilidad ha crecido con las políticas que benefician la llamada flexibilidad laboral.
Ahorrar en la inestabilidad
Un informe de la agencia de personal Manpower, publicado en 2015, señala que entre 2010 y 2015 creció 31 por ciento el outsourcing (subcontratación o tercerización) en México, y agrega que, según datos del Censo Económico 2014 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los empleados dentro de este rubro representan 16.6 por ciento de las más de 29 millones 642 mil personas ocupadas a escala nacional, es decir, cerca de tres millones de personas están subcontratadas. En esta forma de empleo, los contratos suelen ser temporales, con duraciones de hasta un mes, lo que reduce sus posibilidades de cotizar o ahorrar para el retiro. La contratación por outsourcing “genera que los trabajadores entren y salgan fácilmente del mercado laboral”, advierte Valencia.
El sector de los trabajadores independientes o que emprenden y se hacen cargo de una actividad por su propia iniciativa y riesgo, como freelancers o profesionales que prestan sus servicios por cuenta propia, llegó a 13.2 millones de personas en el primer trimestre de 2016, según el INEGI, lo que representa 1.6 millones de personas más que hace diez años. A ellos también se les dificulta obtener una pensión, pues dependen de lo que logren ahorrar en su vida laboral, en una economía en la que los salarios se mantienen estancados y sigue cayendo el poder de compra de los trabajadores, hasta 72 por ciento en los últimos 36 años, según un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Universidad Autónoma de México (UNAM).
Foto: launion.com.mx
En la “Primera Encuesta Nacional de Trabajadores Independientes/Por su Cuenta: Llamada de Alerta”, elaborada por la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), se advierte que “a casi 10 años de que la Ley de los Sistemas de Ahorro para el Retiro (LSAR) permitió a los trabajadores independientes/por su cuenta abrir una cuenta en una Afore, únicamente 261 mil 165 (de un universo potencial de 28 millones de mexicanos) se han registrado en alguna administradora para comenzar a ahorrar para su futuro”.
Aunque 87 por ciento de los trabajadores que entrevistó la Consar en su estudio dijo que le gustaría ahorrar para cuando ya no pueda trabajar, la realidad es que apenas 15.8 por ciento de ellos lo esta haciendo. De hecho, casi ninguno de los consultados (91.2 por ciento) ha calculado cuánto debe ahorrar para poder retirarse.
El doctor Ignacio Román Morales, investigador del ITESO, advierte que sólo 18.7 millones de los 52.9 millones que conforman la población económicamente activa de México dispone de seguridad social. “En otras palabras, sólo 35 por ciento de los mexicanos y 41 por ciento de los jaliscienses estamos en condiciones de llegar a jubilarnos algún día”. Pero la incertidumbre por el futuro también incumbe a las personas que sí logren jubilarse, por las condiciones que encontrarán al llegar a esa etapa.
Pensiones bajas, más desigualdad
La incertidumbre radica, por una parte, en el factor demográfico, ya que “cada vez menos gente tendrá que financiar las pensiones de cada vez más gente. Es otra población en edad de jubilación que por avances tecnológicos y médicos tiene más esperanza de vida: hace años la expectativa era de 72 años y se jubilaban a los 65, eran siete años de sostener a la persona; ahora, si la persona va a vivir hasta los 80 años [el sistema], tendrá que sostenerla durante 15 años”.
Aquí surge otro problema, con las reformas legales y la introducción del esquema de las afores, “ya no se trata de contribuir todos a sostener a una colectividad de trabajadores jubilados, sino de que cada quien pueda rascarse con sus uñas. Si los grupos de población de más alto ingreso pueden salirse de un esquema de reparto colectivo a uno individualizado, tenemos problemas muy fuertes” para sostener las pensiones de todos en el futuro. A ello se suma el que los trabajadores son contratados con ingresos cada vez más bajos, “lo que implica cotizaciones proporcionalmente más bajas a la seguridad social”.
Recientemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), organismo que emite directrices económicas que asumen los países miembro, advirtió que, de no concretarse las reformas hechas al sistema de pensiones en México, éstas pueden conducir a una fuerte presión fiscal a mediados de la década de 2030, ya que el aumento en el número de jubilados representa un riesgo para los instrumentos financieros del Estado. Según el Consejo Nacional de Población (Conapo), para ese año existirán cerca de 22.2 millones de adultos mayores.
Con este diagnóstico, la OCDE recomienda a México aumentar la tasa de contribución obligatoria de los trabajadores a su ahorro y eliminar la fragmentación del sistema (hay más de 100 sistemas, con tabuladores diferentes).
“El sistema de pensiones es un ejemplo extraordinario para ver cómo institucionalizamos la desigualdad, tenemos esta competencia que se da entre algunos sectores por mantener sus viejos sistemas”, explica Enrique Valencia y pone como ejemplo de esta fragmentación, el hecho de que el IMSS y el ISSSTE son dos sistemas separados y dentro de cada uno existe el sistema de la ley de 1973 y la de 1997; además, cada estado y cada municipio tienen sus propios sistemas, al igual que el poder Judicial, las universidades, las empresas paraestatales como Pemex, etcétera. Por ello, mientras las pensiones promedio en el imss son menores a 5 mil pesos al mes, los trabajadores de la banca de desarrollo, “que son los que han reformado nuestro sistema económico”, tienen una situación muy distinta: “en Bansefi, la pensión es de entre 50 mil y 60 mil en promedio; en Bancomext es de poco menos de 40 mil; en Banobras, de entre 20 mil y 30 mil pesos”.
La tercera recomendación de la OCDE afecta a la llamada generación de transición, la de las personas que cotizaban desde antes de 1997 y que pueden escoger entre pensionarse por la ley anterior o la nueva. “Un individuo que haya trabajado y contribuido un mes antes de la introducción del nuevo sistema, recibirá un monto de pensión bastante mayor que un individuo que entró un mes después, habiendo contribuido lo mismo y con la misma experiencia laboral. Esto llevará, evidentemente, a un desencanto y un desprestigio del nuevo sistema”, reconoce el organismo.
La OCDE propone “resolver este problema mediante un esquema de prorrata. Todos los derechos adquiridos por los trabajadores hasta el día de hoy quedarían garantizados y a partir de mañana todos los individuos acumulan pensiones en el nuevo sistema”. De esta manera, los adultos jóvenes que cotizan por el régimen previo a 1997 también serán sacudidos.
Ignacio Román señala que en el mercado del trabajo y las pensiones “termina habiendo una especie de guerra de la selva entre edades, que se convierte en una discriminación contra todos. Por ejemplo, hay que sacar a los que tienen 35 o 40 años de las empresas, porque una persona de 20 años puede entrar a trabajar, también con nivel universitario, por la mitad de lo que gana el mayor. Es un proceso de exclusión brutal”.
¿Qué hacer?
Es posible que se presente una nueva reforma al sistema de pensiones, el problema es que hay poca información sobre el contenido, dice Ignacio Román, quien recuerda que frente a la “crisis de los sistemas individualizados” de pensiones, como el que se introdujo en México, otros países como Argentina o Chile han optado por “volver al sistema de reparto, modificar la lógica de los fondos individualizados y dar posibilidad de financiamiento al conjunto de la población. No es un asunto técnico, es político”. Por ejemplo, en el país “tenemos una elusión fiscal que permite que grandes corporativos no paguen impuestos”, pero si se erradicara esa práctica, la seguridad social dispondría de más dinero para las pensiones. También se podría exigir a los poderes públicos “que exista un sistema de seguridad social efectivamente digno, pero no faraónico, que se corresponda con la situación del país”.
Enrique Valencia recomienda a los trabajadores, sobre todo a los más jóvenes, que vigilen bien sus cotizaciones y se aseguren de que sí corresponden con su salario, “y no que trabajen con un salario y al imss [sus patrones] le reporten la mitad o menos, porque si aceptan eso, estarán hipotecando aún más su futuro”, tanto en lo individual como en lo colectivo. El mismo consejo va para el caso del ahorro en una Afore. “No aceptes que la empresa te diga: ‘Vamos a negociar, te conviene y a mí también porque es pagar menos impuestos’, eso es terrible para el futuro”.
Foto: EFE
Otro consejo es aprender a ahorrar desde muy jóvenes para obtener un fondo para el retiro. La tercera recomendación de Valencia es abordar como sociedad el debate acerca del futuro de las pensiones, pues “no podemos contar con seguridad social en un sistema jerarquizado e hipersegmentado”.
Ignacio Román aconseja no olvidar que la jubilación y la atención de los pensionados “no es cuestión de los viejos, es un problema de los jóvenes. El tiempo pasa para todos y es muy importante, tanto en definición de posturas políticas como sociales, poder ir ubicando qué tipo de garantía de derechos se puede tener para los jóvenes a largo plazo, porque alcanzar esas mil 250 semanas de cotización de la ley del 97 es una quimera. Sería tener que trabajar 50 años, por la enorme irregularidad de las formas de contratación”. m.