Películas sobre la infancia, ¿para niños?
Hugo Hernández – Edición 457
¿Las mejores películas sobre la infancia no son para niños? Una película como Intensamente (2015), de Pixar, ¿es mejor asimilada por los niños o por sus papás? La claridad se adquiere con la distancia, y las más ricas son las que, desde la perspectiva infantil, dan cuenta del mundo en que los niños habitan.
Los niños son fuertes, son resistentes, están diseñados para sobrevivir. Cuando los dejas caer, suelen rebotar.
Terry Gilliam
Sin ser abundantes, las visitas a la infancia en el cine tampoco son escasas. A menudo se trata de cintas destinadas a los niños (y las animaciones son copiosas) y no faltan las que escapan de la realidad y resultan pueriles. También hay las que son protagonizadas por niños, pero apenas abordan la infancia. No es raro que algunas la idealicen o la falseen, a veces por medio de una elección fallida de actores, de niños que más bien son adultitos locuaces (como La Tucita mexicana). En pocas cinematografías, los niños son auténticos, como en la iraní o la italiana.
¿Las mejores películas sobre la infancia no son para niños? Una película como Intensamente (2015), de Pixar, ¿es mejor asimilada por los niños o por sus papás? La claridad, me queda claro, se adquiere con la distancia, y las más ricas son las que desde la perspectiva infantil dan cuenta del mundo en que los niños habitan. Como la portentosa Fanny y Alexander (1982), de Ingmar Bergman. El sueco adopta la mirada de Alexander para construir un drama que tiende puentes con Shakespeare y Strindberg, y que va de la alegría y la fantasía a los sinsabores del crecimiento. Algo similar sucede con Pather Panchali (1955), del indio Satyajit Ray, que muestra las carencias de la familia de un sacerdote que busca el sustento lejos de casa. Ray sigue todo esto desde la visión del pequeño Apu, quien crece entre la riqueza espiritual y la precariedad material.
Algunos cineastas regresan a esta perspectiva más de una vez. Y ver sus cintas supone un retorno, ¿pero también una invitación a la reinvención?
Luc y Jean-Pierre Dardenne (Bélgica, 1951, 1954)
En El niño de la bicicleta (2011) acompañan a un chamaco abandonado por su padre. En Rosetta (1999), Rosetta tiene un pasado similar y alcanza la mayoría de edad. Pero no se estancan en su tristeza; son personajes que no dejan de buscar, de moverse. Y así aparece su fuerza, su capacidad de resistir. En su ensayo Sobre el asunto humano, Luc subraya la necesidad imperiosa de experimentar un gran amor en la infancia temprana —que se traduce en aceptación— para poder transitar por la vida, para encarar la angustia por la muerte. Y cuando no lo hubo, hay que moverse.
Steven Spielberg (Estados Unidos, 1946)
En pocas filmografías los niños aparecen tanto como en la de Spielberg. No en vano Stanley Kubrick pensó en él para realizar Inteligencia artificial (2001). Sin falta, se involucran en aventuras para resolver algún problema. Acaso la más célebre sea E.T. (1982), en la que hace del extraterrestre justamente un niño. Parque Jurásico (1993) materializa todo el esplendor de su imaginación. Yo me quedo con Atrápame si puedes (2002), que no es protagonizada por un chamaco, pero exhibe las consecuencias de los vacíos de la niñez… que se convierten en los anhelos de la adultez.
Majid Majidi (Irán, 1959)
En Los niños del cielo (1997), Ali pierde los zapatos de su hermana menor. La pobreza en la que viven lo lleva a intentar soluciones insólitas: el cariño por su hermanita es tan grande como su empeño y su imaginación. En El color del paraíso (1999) acompañamos a un niño ciego con su malhadado padre a la casa de la abuela, quien vive en el campo. El hijo frena las ambiciones del padre y éste busca alejarlo; pero el chamaco tiene otros planes. Majidi da voz y protagonismo a la niñez, y, de cara al futuro gris que les espera, presenta un paisaje triste pero esperanzador.
Louis Malle (Francia, 1932-1995)
A sus 10 años, Zazie es un torbellino inquieto, incómodo; en su visita a París pone a su tío Gabriel en más de un problema. Con Malle, Zazie en el metro (1960), la maravillosa novela homónima de Raymond Queneau, vive una transición gozosa. Adiós a los niños (1987), escrita por el realizador, se ubica en la Segunda Guerra Mundial y sigue a dos compañeros y rivales de una escuela rural; vemos cómo los niños pueden superar su egoísmo y ser solidarios. Del egocentrismo simpático e irreverente a la toma de conciencia, Malle acompaña una niñez lúcida y crítica.
Guillermo del Toro (México, 1964)
Al inicio de Tideland (2005), Terry Gilliam hace una apología de la niñez y confiesa que la realización de la cinta le hizo descubrir al niño que lleva dentro, y resultó ser una niñita. Entre esta cinta y El laberinto del fauno (2006) hay muchas similitudes. Una de ellas es la perspectiva. En ésta y en El espinazo del diablo (2001), pero también en Hellboy (2004), predomina el punto de vista de un niño que se ve rebasado por una realidad en la que lo sobrenatural ofrece una vía para lidiar con lo natural, y que descubre que los monstruos están de este lado.
Para saber más
:: Terry Gilliam. Introducción a Tideland.
:: Las mejores 20 películas “de arte” sobre la niñez (en inglés).
:: Entrevista con Guillermo del Toro; entre otras cosas, habla de la niñez.
:: Entrevista con los hermanos Dardenne sobre El niño de la bicicleta.