Paradojas del saber y del sabor
Jaime Lubin – Edición 407
Las cocinas se llenan de vapores y aromas, los cocineros se afanan con los potajes y las viandas, todo bulle y así presenciaremos el milagro de la energía multiplicada… Cada bocado está lleno de sol y de viento, de agua y de las cosas buenas de la tierra; por fin los platos lucen llenos y los estómagos vacíos esperan, y esperan y esperan…
El tiempo no es cosa buena en esto de pasar hambres y privaciones. Y menos frente a las ollas rebosantes de comida y con los bolsillos vacíos. Si en el Renacimiento el hambre era un arma y la gula un peligro, hoy en los tiempos del neoliberalismo impenitente, las presiones sobre la panza y el corazón se convierten en la estrategia del dominio. Vaya tiempos éstos en los que la definición de infierno pudiera ser el estado en el que hay que hacer todo para no obtener nada.
Y así, las buenas personas se llenan de subalimentos, de ilusiones masticables que nada tienen que ver con las honestas tortillas y frijoles tan queridos que nos dejan en plenitud. La modernidad alimentaria nos ha dejado impávidos y abandonados en los pasillos de un supermercado cada vez más entrópico y radiante… ¿Así será el infierno de todos tan temido?
Esto es verdad y creo que es necesario para darnos cuenta de que hay que regresar al origen. La sencillez, la humildad y el respeto son esenciales en estas marejadas que ya nos inundan de tristeza y desesperanzas. Pero como todos somos náufragos, recuerdo a Séneca con aquello de sobreponerse, pararse en los propios hombros para ver más allá.
La preocupación inhibe las ocupaciones en las que con ingenio y valor podemos construir. Estos tiempos son los de mirar la tierra con amor e inteligencia y dejarnos de ilusiones y tonteras vacías e inútiles.
Ya llegó la era de la pobreza elegante. Y soportar los contrastes es prueba de templanzas y ánimos de seguir navegando y reparar con las propias ruinas, la nave, el velamen y la jarcia.
Pero no todo es pesimismo…
Hay grandes esperanzas. Como dice Ernesto Sábato en su libro La resistencia: ”Hay días en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Éste es uno de esos días”.m.