Según los estudios realizados por la organización InfraRural, los beneficios directos de cambiar de estufa son tres y se relacionan con el medio ambiente y el territorio, con la salud y con la economía familiar.
En las comunidades de la montaña de Guerrero, como en muchos otros puntos del país, siguen siendo de uso común las estufas de leña, instaladas en el espacio donde las familias, además de comer, viven y duermen. Esto, a la larga, produce afectaciones a las vías respiratorias, sobre todo de las mujeres, quienes están mayormente expuestas al humo que produce la combustión de la leña, sin olvidar las quemaduras y el riesgo latente de un incendio, ya que, por lo general, las viviendas son de madera.
Para corregir esta situación, y mejorar la calidad de vida de las personas, ha habido diferentes iniciativas. Ya en 2009 un grupo de estudiantes del ITESO trabajaba en la instalación de las estufas Lorena en zonas marginadas, y ahora el proyecto InfraRural realiza trabajos en las zonas más empobrecidas de Guerrero y Oaxaca, para equipar las viviendas con su modelo de estufa eficiente de leña Xalpaneca, que combina la tecnología tradicional de las comunidades con diferentes experiencias tecnológicas, como la propia cocina Lorena y la Patsari.
La estufa Xalpaneca se construye con lodo barroso, arena y cemento. Cuenta con dos diseños, de modo que puedan ser adaptados —y aceptados— por diferentes comunidades, según sus costumbres. Y es que en las diferentes investigaciones y en los trabajos de campo realizados para dar forma a la estufa de leña se vio que el modelo aceptado en la Montaña Alta de Guerrero pudiera no ser bien recibido en otras regiones del país. Así, en InfraRural crearon dos versiones: una de combustión amplia y otra de cámara reducida. Ambas se fabrican con los mismos materiales, lo que hace posible que se puedan instalar en casi cualquier región.
En las investigaciones de InfraRural se encontró que los beneficios directos de instrumentar las estufas Xalpenca eran tres: el primero, relacionado con el medio ambiente y el territorio, pues ahorran hasta 80 por ciento de leña en comparación con la que consume un fogón abierto, por lo que las emisiones de CO2 y la tala de árboles se reducen —se calcula que una familia rural puede llegar a consumir hasta 32 árboles al año—; el segundo se relaciona con la salud, dado que al haber menos humo, las afectaciones a las vías respiratorias son menores, así como el riesgo de sufrir quemaduras y accidentes; el tercero es que beneficia la economía familiar al reducirse el gasto en leña y en el tiempo para cortarla.
El trabajo de InfraRural no se limita a la instalación de estufas. También se imparten talleres en las comunidades para que la gente tome conciencia de la importancia de cambiar sus fogones y se pueda llevar a cabo la transición. m.
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