“No estudié para hacer a mi país más torpe”
Enrique González – Edición 425
Ana Sofía Torres, abogada egresada del ITESO, se mueve por distintas ramas del Derecho para poner esta disciplina al servicio de los ciudadanos.
Aunque el cine o la televisión suelan mostrar otros estilos y maneras de ejercer la profesión de abogado, la realidad es que el Derecho no es una disciplina que únicamente se interese por pelear herencias, lograr divorcios, demandar a diestra y siniestra, desenmascarar y encarcelar delincuentes o alentar todos los pleitos legales posibles. Darle la vuelta a estas prácticas, hacer un trabajo de abogacía preventivo, lograr soluciones y acuerdos y, de paso, intentar solventar muchos de los problemas que arrastra el aparato de justicia mexicano, son algunos de los motores que mueven a Ana Sofía Torres, que egresó del ITESO en 2007 y se está especializando en lo que se conoce como Ingeniería del Derecho, es decir, el diseño de “toda una estrategia para que el Derecho no venga y entorpezca la realidad social, sino que favorezca el desarrollo de distintos temas”, afirma la abogada.
En teoría, la Ingeniería del Derecho siempre ha existido. No obstante, en estos tiempos hay que recurrir a ella más que nunca, ya que “la institución nos domina a nosotros, en lugar de que nosotros utilicemos a la institución”, considera Torres, quien recientemente puso en marcha su empresa de consultoría legal, Lastink, y que con menos de cinco años ejerciendo ya ha laborado para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en despachos privados, en juzgados y en el Instituto Federal de Acceso a la Información. A la hora de ejercer, Torres suele tener presente una mordaz frase del economista Hernando de Soto: “Entre más aumentan los abogados en un país, más disminuye el Producto Interno Bruto”. La máxima, dice, la marcó: “No estudié para hacer a mi país más torpe”.
Y es que, en cuestiones legales y de impartición de justicia, no todo son malas noticias en México, recuerda Torres, y pone como ejemplo las recientes reformas constitucionales en materia de derechos humanos. Ella, que ha trabajado por los derechos de los indígenas Cucapá en Mexicali, Baja California, sostiene que estas reformas propiciarán una nueva manera de entender el respeto por los derechos humanos en medio de la guerra contra el crimen organizado del presidente Felipe Calderón, ya que los militares podrán ser citados ante tribunales civiles.
Otra área en la que tiene experiencia es en la de protección de datos personales, terreno en el que México también acaba de aprobar la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de Particulares (empresas y universidades, por ejemplo), un asunto “importantísimo”, a decir de esta abogada, debido al enorme tráfico de información. “Una de las cosas más interesantes que hay que aprenderle a Estados Unidos es que ahí no hacen la ley para aplicarla a la realidad, sino que a partir de la realidad se construye la ley”, expone, y concluye señalando que “no podemos perder de vista que existen hackers, que se ha abierto la información —está Wikileaks— y que la tecnología nos rebasa, pero a los pobres abogados no nomás nos rebasa la tecnología, sino que nos rebasan los economistas y los sociólogos, porque seguimos encasillados en nuestras cajitas”. m