Mujeres trabajando: mismas labores, menores ingresos
Elizabeth Ortiz – Edición 442
La desigualdad salarial entre hombres y mujeres es uno de los grandes pendientes de México. Distintos estudios y encuestas oficiales confirman que las mujeres, además de realizar muchos trabajos no remunerados en la vida familiar, son castigadas económicamente en su vida profesional.
El debate para Cynthia García Ángel fue elegir entre lo que le gustaba y lo que podría hacer por su hermana con discapacidad intelectual y epilepsia. Entonces, descartó una ingeniería y se guió por su corazón: entró a Psicología.
“Creí que era más fácil acomodarme en algo en Psicología; creí que había más oportunidades en este sector y cuando comencé a buscar trabajo y a tratar de acomodarme me di cuenta de la realidad: en Psicología hay bastantes vacantes, pero el sueldo no es muy atractivo”.
Es una carrera con un ingreso promedio de 8 mil 600 pesos mensuales, según el Observatorio Laboral de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS). Lo que sucede en México representa un caso más de lo que pasa en el ámbito mundial: una recuperación económica tan débil que no alcanza a generar más empleo. Imaginemos una carrera en la que la economía crece 2.4 por ciento —el mismo crecimiento promedio durante 30 años—, pero el desempleo llega a 4.8 por ciento. Este porcentaje significa una fila de 2.5 millones de personas sin una plaza.
Pero las mexicanas tienen un reto doble: no sólo el de encontrar una oportunidad acorde con su preparación, sino que tenga el mismo nivel salarial que los hombres. De las profesionistas, 76 por ciento gana menos que sus colegas varones, de acuerdo con un análisis de 62 carreras en el ámbito nacional realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), basado en datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. Al tercer trimestre de 2013, en ocho de las diez carreras peor pagadas, las mujeres ganan menos que los hombres: Bellas Artes, Trabajo Social, maestros de asignaturas específicas, además de Historia y Arqueología (descarga la base de datos completa en este enlace).
Un segundo indicador de la brecha salarial es el Índice de Discriminación Salarial, publicado por el Instituto Nacional de las Mujeres. Los números han empeorado: si en diciembre de 2013 la brecha era de 3.05 por ciento, en junio de 2014 subió a 6.39.
(Este índice, que compara el ingreso por horas trabajadas y los años promedio de escolaridad entre hombres y mujeres, representa el cambio salarial que debería realizarse para lograr la equidad: si el número es negativo, hay que incrementar el pago de ellas; si es igual a cero hay igualdad y, si es positivo, los hombres deberían ganar más.)
Pero esta fotografía general varía de acuerdo con el tipo de empleo. En ocho de las diez ocupaciones incluidas en el Índice, las mujeres están en desventaja. Las que están en peor situación son las conductoras de medios de transporte (-75.1), las trabajadoras industriales y artesanales (-29.67) y las profesionales y técnicas del arte (-22.63).
¿Por qué tienen sueldos más bajos?
Muchos profesionistas no alcanzan los niveles de sueldo que deberían tener. Hace prácticamente una década, cuando hubo un problema muy fuerte de empleo, la ley de la oferta y la demanda derivó en que algunos aceptaron sueldos menores. Así fue como se precarizó el mercado laboral, explica Héctor Márquez, integrante de la Asociación Mexicana de Empresas de Capital Humano (AMECH).
Los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) muestran que el porcentaje de mujeres trabajadoras disminuye conforme aumenta el nivel de ingreso.
Más allá del problema de la discriminación, la diferencia salarial también está determinada por otros factores, como el nivel educativo, el tipo de carrera elegida y las horas trabajadas. Catalina Delgado, directora de Comparacarreras.org, una extensión del imco, explica que las diferencias salariales también están determinadas por las decisiones previas, como la elección de carrera. Las mujeres están más concentradas en áreas como la docencia o Psicología —carreras con salarios relativamente bajos—, mientras que los hombres optan por ingenierías, con ingresos más altos. De las 49 millones 305 mil personas ocupadas en el país, 37 por ciento son mujeres. A pesar de que el porcentaje con licenciatura es mayor que el de los hombres (17 por ciento están tituladas contra 11 por ciento de los varones), apuestan por carreras mal pagadas, trabajan menos horas remuneradas porque asumen el papel de cuidadoras del hogar, hacen pausas en su profesión para el cuidado de hijos, dejan de acumular experiencia y eso es penalizado por el mercado laboral, asegura Delgado.
Así fue como Cynthia García Ángel aprendió que la economía no premia a los profesionistas y también supo que oficios como la fontanería, servicios de mantenimiento, electricidad, albañilería y pintura pueden ser una solución para devengar más. Hace tres años formó con Melisssa Patarroyo (ingeniera en sistemas) la empresa Tech Woman, para ofrecer todos esos servicios. Una feliz sorpresa para muchas mujeres, porque hubo quienes se sintieron más confiadas al dejar entrar a la casa a una chica para realizar las reparaciones.
Juntas tienen una flotilla para los servicios. Lo mismo colocan un tinaco que hacen toda la instalación eléctrica en un bar. Algunos hombres aprenden que una mujer no es sólo aquella que trae cosméticos en la bolsa, sino también la que lleva herramientas de trabajo, como ellos. Pero, en general, la actitud es positiva, dicen las chicas.
La desigualdad entre mujeres y hombres se construye a partir de estereotipos, pero una forma de echarlos abajo es justo con ocupaciones que rompen con ideas como la de que ellas solamente pueden cuidar personas, hacer quehaceres en casa o trabajar como maestras.
La gerente de comunicación interna de la bolsa de trabajo Manpower, Adriana Velasco, asegura que la brecha salarial está relacionada con el hecho de que las propias mujeres subestiman sistemáticamente su capacidad. “Las mujeres pueden ocupar el mismo puesto que un hombre y ser pagadas con una diferencia salarial, pero esto tiene mucho que ver con cómo el hombre, por ejemplo, hace una negociación de su salario, y la mujer no”.
De los hombres dueños de micronegocios, 56 por ciento tiene ganancias promedio mensuales de 6 mil 802 pesos. En tanto que las empresas dirigidas por mujeres perciben 2 mil 947 pesos, según el diagnóstico de Proigualdad.
“Apenas uno de cada diez puestos de trabajo de alto nivel es ocupado por una mujer. Es decir, las mujeres no estamos en la cúpula empresarial, y cuando se trata de mujeres en las juntas directivas de las empresas, ahí prácticamente somos inexistentes”, subraya Elia Marum Espinosa, directora del Centro de Calidad e Innovación de la Educación Superior de la Universidad de Guadalajara.
La coordinadora del Modelo de Equidad y Género del Instituto Nacional de las Mujeres, Aída Cerda, añade que, sin importar si ellas tienen un negocio o un puesto alto, los integrantes de la familia le asignan las labores de la casa, aunque deberían repartirse entre todos los miembros. “Eso de que la respuesta está en ellas mismas es verdad en parte, o sea, sí es cierto que podemos trabajar en que las mujeres tengan más conciencia de sus derechos, en que tengan mejores habilidades, pero también es súper importante trabajar en el resto de la sociedad, no está nada más en ellas; o sea, pueden estar súper empoderadas y tener muchísimos conocimientos y disposición, pero hay barreras reales en el mercado de trabajo”.
Un modelo global que castiga a sus mujeres
El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) publicó, al cierre de 2013, el Reporte de la Brecha de Género Global, en el que México está en el lugar 68 respecto a los 136 países de la muestra. En el primer año que fue presentado este informe, México estaba en la posición 75 de 115 países participantes. De acuerdo con el último reporte, Nicaragua es el único país de América Latina que está en el top 10.
En su reporte, el WEF compara las oportunidades en salud y supervivencia, logros educativos, participación política e igualdad económica. En esos cuatro indicadores, México tuvo un puntaje que lo coloca en el lugar 68 de 136 economías. Pero en el renglón de la diferencia de ingresos, basado en una encuesta, el organismo reportó que México se encuentra en el lugar 106.
En 2012, el WEF dio a conocer el Gender Parity Task Forces, un programa piloto de tres años para reducir esta brecha salarial en materia económica, liderado por Margarita Zavala (exprimera dama de México), la presidenta ejecutiva de Grupo Omnilife-Chivas, Angélica Fuentes, y Carlos Danel, presidente de Gentera.
La meta del Gender Parity Task Forces es avanzar 10 por ciento en cerrar la brecha en tres años, todo un desafío, porque de 2006 a 2013 apenas se avanzó 7.1 por ciento, asegura Angélica Fuentes, quien también preside la Fundación Angélica Fuentes. México es el tercer país en donde se ejecuta este programa, luego de Japón y Turquía. Se trata de aumentar la presencia femenina en puestos de alta dirección, en consejos empresariales y promover negocios fundados por emprendedoras, explica.
Los copresidentes del Gender Parity Task Forces instrumentaron un cuestionario confidencial para identificar prácticas corporativas y áreas de oportunidad para emitir recomendaciones, además de que sostienen reuniones con presidentes de empresas para crear conciencia de género. Actualmente, más de 100 compañías se sumaron y el grupo está trabajando para lograr los objetivos planteados.
Entre las acciones necesarias para cerrar la brecha están definir metas y herramientas de medición viables y cuantificables, reestructurar y estandarizar procesos de reclutamiento para asegurar la transparencia y que las personas con cargos de liderazgo hablen constantemente sobre equidad de género, añade la empresaria. Asimismo, se deben establecer programas para facilitar la transición antes, durante y después de las licencias de maternidad, así como promover un ambiente de balance vida-trabajo. En tanto, el compromiso del Gobierno Federal es reducir en 20 por ciento la desigualdad en cada sector para 2018, según el documento de Proigualdad. m.