“Mientras más hablemos entre nosotros, mejor vamos a pensar”: Liniers
Luis Sánchez Barbosa – Edición 472
El argentino es, quizás, uno de los dibujantes con mayor proyección internacional de los tiempos recientes. Pero ésa es apenas una de sus facetas: lo mismo forma parte de un espectáculo de stand up ilustrado que de un concierto. Lo conocen como Liniers y aquí se cuenta un poco de este personaje que parece no conocer límites cuando se trata de alcanzar sueños
Liniers es un tipo curioso con pinta de saber bien lo que quiere. Por más despistado que parezca detrás de gorras beisboleras o de playeras estampadas, es un observador nato, un optimista con gran sentido del humor que siempre está atento a lo que sucede a su alrededor.
La de Ricardo Liniers Siri (Buenos Aires, 1973) es una historia de vida que sirve para entender que el éxito no es una receta, sino una mezcla inexplicable de estrellas alineadas, sonidos, lecturas y compañeros de clase, elementos todos que se mezclan para permitir que se produzca una obra amplia, sincera y permanente: la continuación de algo que se empezó a construir muchas generaciones atrás.
Hijo de la clase media ilustrada argentina, Liniers —como firma su obra y como es conocido en todas partes— estudió en Estados Unidos y creció rodeado de referencias envidiables (Mafalda, David Lynch, Chaplin, George Carlin) con las que podía escaparse de la cosmopolita Buenos Aires. Aunque, al final, su claridad, su obstinación, su humor, su simplicidad, su buen tino y su talento son los ingredientes que lo pusieron en el mapa de la ilustración a escala internacional. Decirlo ahora puede parecer sencillo, pero no quiere decir que el camino fuera fácil: su carácter tímido, la búsqueda de un estilo propio y la incertidumbre de elegir el dibujo como forma de vida fueron sus primeros obstáculos, aunque no tardó mucho en comenzar a publicar en los principales suplementos de Buenos Aires, para después tener la posibilidad de expandir el universo Macanudo (su aleph ilustrado) en el diario La Nación, uno de los más importantes en Sudamérica, y en otros periódicos continentales.
Una vez echada a andar la maquinaria, todo fue una espiral: llenar auditorios; crear una editorial de novelas gráficas —Editorial Común— con Angie Erhart del Campo, su esposa; cumplir su sueño de viajar pintando; montar exposiciones; dibujar la portada de un disco de Andrés Calamaro y de un libro de Kurt Vonnegut; ir de gira con una banda —Kevin Johansen + The Nada—; tomarse fotos e intercambiar palabras con Maurice Sendak, Quino, García Ferré, Ringo Starr, Art Spiegelman, Charly García, Leo Messi, Gastón Acurio, Rius, Jeffrey Eugenides y Frank Miller; salir de copas con David Byrne; visitar la redacción de la revista mad; publicar Macanudo en El País Semanal; ganar un premio Eisner y un diploma al mérito Konex; vivir con su esposa y sus tres hijas (Clementina, Matilda y Emma) en medio de un paisaje idílico —que muchas veces sirve de escenografía para sus tiras— en Vermont; publicar todos los días Macanudo en más de 150 periódicos de Estados Unidos y terminar ilustrando portadas para la revista The New Yorker.
En reconocimiento a esa trayectoria, en la próxima edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara Liniers recibirá el Homenaje de Caricatura La Catrina, dentro del Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta que se celebrará en esa ocasión.
El sueño del pibe todavía no acaba, y ya se cumplió por completo.
“El dibujo me salvó de trabajar, ése es el secreto de mi vida. Por eso ando sonriendo tanto. Creo que, a diferencia de otras personas, yo no tengo que trabajar. Es verdad que a veces hay mucho que dibujar y tengo fechas de entrega que se sufren un poco, pero yo identifico el trabajo con algún tipo de sacrificio. Con el dibujo no hago un gran sacrificio, así que, en ese sentido, soy muy afortunado”, afirma Liniers.
“¿Que bonita carrera se ha forjado Liners, no?”, me dijo Jis hace no mucho tiempo en su café, El Vago Imperial, lamentándose por no estar presente durante la visita que, en el verano de 2018, hizo Liniers a Guadalajara junto con el chileno Alberto Montt. Los dos dibujantes visitaron la ciudad para presentar Stand Up Ilustrado, un show mitad comedia mitad ilustración que idearon mientras se hacían amigos y que, en palabras de Liniers (más parecidas a un bit), “es políticamente incorrecto, soez y oscuro”.
“Desde chiquito me gustaba mucho el humor y siempre busqué el stand up: a Robin Williams lo pesqué en los ochenta; mis héroes absolutos son George Carlin, Bill Hicks y Lenny Bruce; Louis CK, antes de que se portara mal y después de que se portara mal. Lo lindo del stand up es que reemplazó un poco al rock and roll. Antes el rock o el punk eran la manera de mostrarle el dedo al poder. Ahora que la música es más blandita, el stand up lo hace”.
A pesar de la energía que mantienen Liniers y Montt cuando están juntos, en su escala por Guadalajara ya se les notaban los estragos de una extensa gira que antes había pasado por Argentina, Ecuador, Chile y Ciudad de México; la jornada era atender entrevistas, firmar libros, intervenir ventanas, dibujar muros, probar comida regional, responder una y otra vez a las mismas preguntas. Su entusiasmo iba y venía, pero mejoró notablemente durante su participación en La Chora Interminable, programa de radio de Jis y Trino, así como en un charla que tuvieron con algunos de sus lectores en el patio de Casa Territorio. Escuchando sus respuestas, no es difícil adivinar qué les entusiasma: el buen humor, los lectores apasionados y los periodistas curiosos.
“Tengo una especie de afán periodístico, por eso no soy periodista. Los periodistas tienen que ir a buscar las grandes verdades y generalmente son deprimentes: corrupción, Donald Trump y otra gente oscura. En cambio, las cosas chiquitas con las que todos nos identificamos son las que me gusta contar; esos momentitos que todos decimos ‘¡Ah, sí! Eso es como estar vivo’. No me pasa todo el tiempo, pero cuando aparece algo que nos hace a todos darnos cuenta que somos más o menos lo mismo, me pongo contento y dibujo”.
Para matar el tiempo durante su estancia en la Casa Territorio, Liniers escudriñaba las revistas, los libros y los discos en el librero, espacio en forma de cápsula en la que, cuando uno se acerca para mirar o sacar algo, queda atrapado como en esas viejas casetas telefónicas. Ahí, encerrado en esa suerte de caseta, lo veo buscar entre el centenar de revistas y después, como si fuera uno de esos pájaros que sacan con sus picos las tarjetitas para dictar la suerte del curioso, Liniers toma con sus dedos un ejemplar de la revista The New Yorker en donde aparece un dibujo suyo en la portada y me lo entrega.
No sé si es una broma, la metáfora de un espejo o si se quiere presentar. “¿Sabías que Abel Quezada (Monterrey, 1920) dibujó portadas para The New Yorker?”, le pregunto “No sabía. Pensé que yo era el único latinoamericano que había publicado en esa revista.”
No le veo la cara, pero sospecho que es otra de sus bromas.
“Yo no sé qué tengo de argentino. Sé que soy muy argentino pero no sé qué quiere decir eso. Los argentinos son muy engreídos, y yo, súper humilde. Soy una de las personas más humildes que conozco. Soy el campeón absoluto de la humildad. Soy más humilde que el Papa, así que no sé qué tengo de argentino”.
Mientras explora la casa, hace una pausa para dibujar, en una ventana que da al patio, un pingüino con una sombrilla para el viento y un faro. Después regresa al librero, encuentra The Adventures of Jimmy Corrigan, de Chris Ware, y lo abre. “Las tiras de Chris Ware son muy extrañas, pero si te contara que lo conocí y es un tipo muy simpático…”.
El 9 de septiembre de 2018, Macanudo, la tira más famosa de Liniers, se lanzó en más de 150 periódicos de Estados Unidos a través de Comics Kingdom, plataforma de distribución de contenidos que pertenece a King Features, una agencia de prensa que ha reunido y colocado durante más de un siglo, ininterrumpidamente, las mejores tiras de ese país. Ser parte de ese club no es sencillo, y su fichaje, que incluye la distribución impresa y digital, así como la licencia de la marca, fue anunciado como un encuentro del lector con todo tipo de personajes extraños y maravillosos. “Es algo que nunca hubiera imaginado”, dijo Liniers en una entrevista con The Washington Post y añadió que descubrir que la misma compañía distribuye Mutts, de Patrick McDonnell’s, o Krazy Kat, de George Herriman, “es como estar en compañía de John, Paul, George, Ringo… y yo ser Justin Bieber”.
¿Qué significa que te publiquen en más de 150 periódicos de Estados Unidos?
No lo sé. Angie [su esposa] y yo nos hicimos la misma pregunta. Le he pedido a Angie que guarde algunos ejemplares, pero el primer cheque, que depende de los materiales vendidos, llega en un mes. No sabemos qué esperar. Ya te platicaré si nos hicimos millonarios o recibimos un dólar.
¿Por qué elegiste el dibujo como estilo de vida?
Yo me volví dibujante por aburrimiento. Soy producto del tedio de no saber qué hacer. Cuando era chico no había un canal de 24 horas con dibujitos animados, entonces, cuando terminaban y no sabía qué hacer, me ponía a dibujar. Me preocupan estas generaciones que no saben aburrirse, cuando sean grandes se van a agarrar a trompadas en las filas de los bancos. Va a ser interesante el futuro.
Y luego de esto, se invierten los papeles y el que pregunta es él. “¿Tienes hijos?”, me dice cuando encuentra unos libros de Mafalda. “Deja un par de libros regados en su habitación para que ellos los encuentren. Te vas a sabotear, pero van a aprender a cuestionar todo. Yo aprendí a hablar leyendo Mafalda. Te hace más preguntón, más cuestionador del poder. Es eso: una chica que le pregunta todo el tiempo a los grandes por qué hacen lo que hacen. No acepta tomarse la sopa que le dan”.
Durante aquella visita y antes de regresar a su hotel para comenzar a prepararse para el espectáculo, le obsequié dos camisetas: una negra, de Territorio, y otra blanca que tiene dibujado un Batman con orejas que son dos lápices, una ilustración que hizo El Roto, el reconocido humorista gráfico español, para un festival de periodismo para jóvenes. “El Roto es un filósofo”, me dice. “Es un tipo muy sabio”.
La obra de Liniers tiene mucho de sabiduría y estrategia. De esa necesidad de ver las cosas desde otro punto de vista. En una entrevista contó que cuando le dijo a su papá (abogado) que ya no iba a estudiar Derecho, le habló por teléfono para decirle que tenía que contarle algo muy importante, y lo citó para una semana después. Los siete días que esperó su padre para conocer la noticia aminoraron el golpe: como tuvo mucho tiempo para pensar lo peor, cuando le dijo que el motivo de la charla era hacerle saber que iba a cambiar de carrera, su padre lo tomó con mucha tranquilidad y lo aceptó inmediatamente.
“Yo no pretendo decirle a nadie nada con Macanudo. Lo que pretendo es hacerme preguntas a mí mismo. Macanudo no es un libro de autoayuda, de ésos que te dicen cómo ser feliz en 120 páginas. No sé cómo ser feliz yo, menos voy a saber cómo hacer feliz a todo el mundo. Lo que trato de encontrar son esas pequeñas sorpresas, esas cosas que a mi cerebro le hacen gracia por un segundo o le generan alguna pregunta. Me gusta mucho cuando subo a Facebook una tira y la gente empieza a analizarla, a discutir y a preguntarse qué es lo que quiso decir cierto personaje. Mientras más hablemos entre nosotros, mejor vamos a pensar. Y si Macanudo genera esos diálogos, bienvenidos”.
Y es que el trabajo de Liniers no se encuadra con la tradición del cartón político. No obstante, no está ajeno a fijar postura en determinados temas: unos meses antes de venir a Guadalajara, publicó una tira que hace referencia a su posición a favor de la aprobación de la ley del aborto. En coyunturas como ésa, cuenta, le gusta dejar claro su punto de vista. Más allá de eso, defiende el papel del humor como su principal arma política, de resistencia y de salida a la muerte, como le llama.
“Me parece absolutamente necesario faltarle el respeto a cualquier persona con poder. Una persona con poder es peligrosa. El humor tiene que ser de abajo para arriba, no de arriba para abajo. No se hace humor sobre el más débil, hay que hacer siempre humor sobre el más fuerte”.
A propósito de posturas y puntos de vista, durante la función de Stand Up Ilustrado uno de los momentos que desata una ola de aplausos de parte del público es cuando Liniers levanta el puño mientras Montt escribe “#AbortoLegal”. Una persona de la primera fila toma de la mano a su hijo y lo saca inmediatamente del auditorio. Aun con la incomodidad de la escena, la mayoría de sus rutinas están bien construidas y funcionan. Hay momentos incómodos que están acompañados de una confesión íntima y, en algunos casos, dramática, pero que rematan con un chiste que libera la tensión. Una estrategia que sirve para hacer dudar al público acerca de si lo que se dice es cierto, o es una estrategia para que funcionen los chistes.
Otro momento que provoca entusiasmo, y que sirve para confirmar que muchas de las cosas que se narran durante el stand up son reales, es cuando cuenta la anécdota de un viaje que hizo Montt a Vermont para visitar a Liniers y a su familia. Es invierno y cerca de la casa de Liniers hay una pendiente de nieve desde donde pueden deslizarse como en un resbaladero. Mientras narra la historia, Liniers dibuja una especie de mapa con la pendiente y un par de árboles que están cerca, pero lo suficientemente separados como para poner en peligro a alguien que se deslice. Se necesita una maniobra imposible para dar una vuelta y terminar golpeando uno de los árboles, el tipo de maniobra imposible que realiza Montt cuando se lanza por la pendiente y que termina con un golpe en la entrepierna. En el dibujo se puede ver la trayectoria y justo es lo que hace reír al público: la exageración, la distancia, la imposibilidad de que pueda suceder algo así. Al finalizar el espectáculo, mientras se despiden entre aplausos y se retiran al camerino, comienza a proyectarse un video en el que puede observarse a Montt cayendo por la pendiente en pleno invierno sobre una dona inflable y, justo a la mitad del trayecto, ocurre el giro imposible que culmina en el golpe, en un ángulo complicadísimo y que es una réplica del dibujo de Liniers. El público no para de reír.
Además de ser buenos humoristas, lo que demuestra el Stand Up Ilustrado es su gran capacidad narrativa.
¿De dónde se nutre la creatividad?
Importa todo: el cine, las series, la literatura; importan las historias, contar algo, narrar algo y que sea verdadero, ése es el secreto de la ficción y la razón por la que nos interesa tanto la ficción. Todos sabemos que el tipo de Breaking Bad es un buen tipo, es un actor, es una mentira, no existe ese personaje, no existe Mafalda, no existe Huckleberry Finn, no existe Hamlet, son inventos, mentiras, pero dentro de esos personajes hay algo escondido que es real: la angustia de Hamlet sobre la vida, o las preguntas de Mafalda al poder. En todos esos personajes hay algo que es verdadero, y cuando uno se entrena para mirar ficción, para leer ficción, para mirar pinturas, empieza a entrenarse también para encontrar esas pequeñas verdades que después te sirven en tu vida. Entre más arte consumes, menos libros de autoayuda necesitas. Los libros de autoayuda te dicen de frente alguna estupidez o un lugar común. En cambio, cuando lees a Salinger, a Vonnegut, o cuando lees a Trino, mirás a Chaplin, no te están diciendo exactamente en la cara su idea, sino que está escondida alrededor de ese cuento, alrededor de Tiempos modernos, de una canción de los Beatles o lo que sea.
A mí me gusta el arte por eso, y odio los libros de autoayuda también por eso: no me gusta que piensen por mí, me gusta sacar mis propias conclusiones. El arte te da esas herramientas, te acerca. La historieta durante muchísimos años vivió encerrada en un cuarto muy chiquito, limitada a ser historietas de humor o de aventura para un público masculino. Después se sacó ese corsé y ahora podemos hacer historietas de lo que queramos; se volvió tan rica y tan generosa como lo son el cine, la literatura y el teatro; finalmente tiene esa libertad que no tuvo durante ochenta años. Ahora hay gente que dibuja sobre experiencias personales, hay mujeres dibujando, y es, creo, la gran revolución. Las mujeres entraron con mucha fuerza y ahora deben estar publicando más en Estados Unidos y Europa. Es posible que haya más libros de mujeres que de hombres, y ojalá que se vayan sumando. Estamos en un buen momento.
Me gusta pensar que si Liniers no hubiera decidido dibujar monos y hacer comedia, sería un gran periodista. Es curioso, observador, político, buena persona, estratégico, le gustan las historias chiquitas y ponerse en los zapatos de otras personas.
¿Qué piensas del periodismo?
El periodismo está en un momento muy importante. Hace 10 años, o menos, no existía la vorágine de delirio que es internet, la cantidad de noticias falsas, memes, la confusión, cacofonías, mucho, mucho ruido. En medio de ese ruido, no sabes bien a quién creerle. Si quieren sobrevivir, las grandes empresas periodísticas van a tener que darle mucha libertad a sus periodistas, incluso en detrimento de su línea editorial. Éste es el momento más importante para los periodistas independientes.
A mí lo que más me gusta de los periodistas con los que me he cruzado en mi vida es la curiosidad constante. Yo me doy cuenta rápido cuando una persona me está entrevistando con curiosidad o sin ella. El periodista que viene sin curiosidad, que se leyó una página de Wikipedia, no veo que vaya a ir muy lejos. A los periodistas les admiro esa especie de curiosidad; ojalá que los buenos periodistas no dejen de tener esa necesidad de rascar y que los lleve lejos con toda la libertad de decirlo. Están en un momento importante y es peligroso, porque es posible que, por un lado, las corporaciones terminen de comprar todos los medios gigantes y dentro de esas corporaciones no tengan esa libertad; por otro lado, están el lío y el caos que son Facebook y Twitter, al generar confusiones de tal magnitud como para que tipos como Donald Trump lleguen al poder. Por eso estamos confiando en ustedes y en sus colegas. ¡Fuerza, chicos! .
Fragmentos de esta entrevista se publicaron originalmente en territorio.mx