Marcos Linares: Economía solidaria para restaurar la dignidad
Érika Torres – Edición 469
Convencido de que la responsabilidad de cambiar este país nos corresponde a todas y todos, el padre Marcos Linares ha trabajado por fortalecer la economía de las comunidades a partir de preguntarnos, contra los excesos del individualismo y el egoísmo, qué podemos hacer por los demás
Aunque su voz es mesurada, el padre Marcos Linares habla con pasión acerca del proyecto que ha desarrollado desde su trabajo como presbítero de Atacheo, en el municipio de Zamora, Michoacán: la dignificación de los seres humanos por medio de la economía solidaria, trabajo que comenzó desde 1999, cuando propuso la organización comunitaria en proyectos de economía solidaria y la llevó a la práctica con resultados positivos. En ese mismo año fundó la Asociación Michoacana de Promotores de la Empresa Social, A.C. (AMPES), que se formalizó en 2005.
A la par de sus labores como sacerdote, Linares ha trabajado en la promoción de ideas cooperativistas basadas en la unión, la solidaridad y la organización de pequeños empresarios y migrantes. Con el respaldo del gobierno federal, actualmente participa en el proceso de creación de la Promotora Nacional de Economía Solidaria (Pronaes), de la que es coordinador nacional.
Entre sus logros está haber logrado articular a los mexicanos que trabajan en Estados Unidos y, a partir de sus remesas y con la asistencia de los gobiernos de los estados, generar proyectos exitosos de economía solidaria que incidieron en la reducción de la migración de México a Estados Unidos.
Marcos Linares estuvo presente en el encuentro “Economía solidaria para el México de hoy”, organizado por el ITESO, donde se presentó el plan de trabajo de la sede Jalisco de la Pronaes.
Reunión por el 40 aniversario de Tosepan Titataniske, una de las organizaciones que conforman el Comité para el Ordenamiento Territorial Integral de Cuetzalan. Puebla. Entre otras funciones, realizan labores de seguridad comunitaria y defensa del territorio. Foto: Tosepan.org
¿Qué debemos entender por economía solidaria?
Es generar una calidad de vida más digna y más igualitaria para la mayoría de nuestra población. Yo creo que uno de los grandes problemas que tiene la humanidad hoy en día a escala internacional, no digamos en México, es la injusticia social que hay. La economía solidaria viene como una reacción, precisamente, para buscar esa justicia social que se ha ido relegando por los intereses privados o por el modelo capitalista, y lo que busca es la dignidad de la persona, que es lo que ha faltado en el modelo actual. El objetivo principal ha sido el dinero, la ganancia, la utilidad, mientras que al ser humano se le ha hecho a un lado. Entonces, la economía solidaria busca la restitución de la dignidad del ser humano y de las comunidades, y un desarrollo y una participación comunes que deben existir entre todos. Desde el punto de vista cristiano, es lo que predicamos nosotros en las iglesias, que somos hermanos, que somos una familia, y la economía solidaria es eso. Porque además el cristianismo así nació, como una economía social y solidaria en la manera de vivir, en la práctica. Creemos que el cristianismo es solamente culto y devoción adentro de cuatro muros, cuando en la vida práctica, en la vida diaria, es donde se debe entender y aplicar lo que creemos.
¿Cómo fue su acercamiento a este tema?
Yo tengo una especialización en Teología Pastoral, que tiene que ver con la práctica de la fe: cómo llevas a la práctica lo que crees. Ahí te das cuenta de que el cristianismo no es un entretenimiento, sino una forma de vida basada en el amor y en la ayuda mutua. Y por eso coincides con el tema. Yo asocié la economía solidaria con el cristianismo porque ya lo llevé a cabo, primero, en la práctica que hice en una comunidad donde empecé a realizar esto.
Su metodología parte de la formación humana en cuatro etapas. ¿Puede explicar un poco más acerca de éstas?
La formación humana parte, primeramente, de una cultura que por desgracia tenemos los mexicanos, que es el individualismo y el egoísmo, contraria totalmente a la religión. Entonces, nuestro proceso de reeducación de la cultura mexicana está basado en las cuatro etapas. Primero, cómo brincamos del yo al nosotros en la manera de pensar y de actuar. Esto implica todo un proceso de meterte a la psicología del mexicano, a la idiosincrasia, a la cultura, etcétera, para poder retomar ese sentido del nosotros. La segunda etapa es cómo brincas del nosotros al trabajo en equipo. El trabajo en equipo ya implica un proceso de organización en el que nos juntamos para trabajar en algún objetivo común. Y viene una tercera etapa, que es cómo brincamos del trabajo en equipo al cooperativismo, una forma estructurada, reconocida internacionalmente por muchos sectores como una cultura de estabilidad económica y, sobre todo, una forma de justicia social. Hay un problema en México, y en muchos otros lugares, pues se hacen cooperativas sin pasar por los otros procesos, y por eso son cooperativas nada más de nombre. Es muy diferente hacer una cooperativa que hacer cooperativistas. Y viene la cuarta etapa —porque el cooperativismo no es un fin, sino un medio—, que consiste en brincar del cooperativismo a la economía solidaria, en la que ya no nada más nos interesa el grupo que está beneficiándose, ya no nada más nos interesa que nosotros ya tengamos estabilidad económica, sino qué hacemos por la gente más pobre, qué hacemos por el medio ambiente, qué hacemos por nuestro país, nuestros estados, nuestras regiones: qué hacemos por ellos. Entonces nos involucramos en el reconocimiento de que somos, como humanidad, un solo ser, una sola familia. Ése es el proceso humano que ordinariamente se ha descuidado en todas las etapas. Las universidades sacan muchos profesionistas que tienen el fin de hacerse ricos a costillas del sudor y el trabajo de otros, y eso es incoherente ante la situación de humanización que requerimos y, sobre todo, desde el punto de vista religioso, desde el sentido del cristianismo, que es contrario a eso. El que más tiene, al que más se le ha dado, tiene la obligación de dar.
La cooperativa Tosepan Titataniske nació hace 40 años. Su primera acción fue recuperar el espíritu de los pueblos originarios, su cultura y tradiciones, entre ellas, las productivas. Su mayor logro fue superar la acción de los acaparadores de café
El mexicano parece ser solidario sólo cuando hay alguna catástrofe. ¿Cómo potenciar esta solidaridad para que se practique en la vida cotidiana?
Los mexicanos somos solidarios, sí lo tenemos en la sangre. Nuestros pueblos antiguos, nuestros pueblos originarios, generalmente eran muy solidarios. ¿Por qué lo hemos perdido? Porque el sistema capitalista nos ha hecho muy individualistas. Pero cuando despertamos en nosotros el ser solidarios, sí participamos. Lo vemos en fiestas, en velorios, en desgracias, pero no lo vemos en el trabajo diario, en la economía, no se refleja en buscar cómo aliviar la injusticia social tan grande que existe, con gente que tiene enormes cantidades de recursos y pobres que viven al día, que no tienen lo necesario para vivir. Vale la pena hacer una reflexión acerca de esto, despertar el yo solidario que traemos, y el mexicano tendrá con qué afrontar la globalización.
En su trabajo ha tocado de cerca el tema de la migración. ¿Cómo ha sido el proceso de trabajar con esta población, para disminuir el fenómeno y lograr articular comunidades que puedan ser funcionales sin tener que recurrir a ella?
Los migrantes generalmente salen de sus comunidades por problemas de pobreza, buscando una mejor calidad de vida. Y llegan a un país donde las condiciones económicas son mejores, más atractivas, y empiezan a convivir con otras culturas. En contacto con esas culturas se preguntan por qué ellos son más trabajadores, por qué aquéllos tienen más oportunidades, y empiezan a entender que a ellos les tocan los trabajos más difíciles y más duros, y por qué nunca ves de pordiosero a un israelita, a un coreano, por qué nunca los ves en trabajos pesados del campo o lavando trastes. Empiezan a entender que eso se debe a que ellos se ayudan y nosotros no. Todo este proceso lo viví yo en una comunidad que tuvo un elevado índice de migración —Atacheo— y donde todos los cambios que hubo fueron gracias a los migrantes. Porque son ellos los que quieren hacer, y más para el bien de su propia comunidad de origen. Yo le decía a la gente, a los migrantes: “Dios no se equivocó al decidir dónde nacimos, entonces tenemos que florecer donde Dios nos puso. Si tú tuviste que migrar es necesario que no olvides de dónde vienes”. Ahí empiezas a despertar la solidaridad. A estas personas se les facilita mucho más, por ejemplo, dar veinte dólares, diez dólares para su comunidad, hacer rifas y atender algunas necesidades que hay. Sobre todo, porque ellos tuvieron que valerse de otros para poder llegar allá, o para estar allá. Incluso se echan la mano al principio; ya después como que se desligan, pero no pierden ese sentido original que los hizo llegar allá. Me tocó ser partícipe de una comunidad que estaba totalmente en el abandono, y logramos eso que para mucha gente fue extraordinario, porque pensaban que nunca se iba a hacer. Esa experiencia de Atacheo la podemos replicar en México.
A finales de los años treinta Rafael Jiménez Zamudio fundó la empresa Refrescos Pascual, S.A. En marzo de 1982 el gobierno decretó un aumento salarial del 10, 20 y 30 por ciento, medida que fue acatada por la mayoría de las empresas. En el caso de Pascual, el dueño se negó a cumplir alegando que el aumento era incosteable. Ante la negativa, un grupo de obreros decidieron irse a huelga, parando las dos plantas de producción el 18 de mayo de 1982. Foto: Industria Mexicana Tumblr
En un contexto urbano e individual, ¿cómo comenzamos a aplicar la economía solidaria en nuestra vida, cómo nos podemos ir sensibilizando?
Primero, todos nosotros, estudiantes o no estudiantes, profesores o no profesores, campesinos, quienes seamos, tenemos algo grande que dar. Esto tiene que partir primero de lo que Dios nos dio y que podemos ofrecer a los demás. Si al estudiante se le educa, y el maestro reflexiona acerca de que lo que tenemos es para beneficio de los demás, entonces ahí podríamos entender cómo empieza la economía solidaria, comenzando a cambiar nosotros mismos la actitud, la cultura. Si yo tengo un don, o estudié y me profesionalicé en algo, ¿qué puedo hacer por los demás? No buscar la carrera como una herramienta de lucro, sino como un beneficio para mejorar el país. Hoy tenemos la responsabilidad, todos, de cambiar este país. El trabajar por el país no les corresponde sólo a los políticos, nos corresponde a todos nosotros, los mexicanos, y nos corresponde el cambio cuando tú pones en la mesa lo que eres capaz de dar. De ahí parte la economía solidaria, de la actitud. Después podemos empezar a conjuntarnos con la gente que pueda tener los mismos principios, y empezar a hacer proyectos en común que tengan que ver con esta visión solidaria de hacer algo por los demás. Principalmente por los que menos tienen. No de manera asistencialista, que eso es un lavado de conciencia que nosotros nos hacemos muchas veces, incluso el cristianismo lo promueve mucho. Pensamos que con dar un recurso, alguna prenda, algún beneficio, ya cumplimos nuestra misión de caridad y solidaridad. No: la solidaridad es ayudar a que camine la gente que no sabe caminar; a que la gente que no tiene trabajo, lo consiga; que la gente que no tiene calidad de vida, la tenga; de esa manera, si despertáramos esa conciencia, primero entre los estudiantes, que tienen la capacidad de entender más la vida de otra manera, creo que este país va a cambiar.
¿Cómo hacer para no confundir la economía solidaria con el mero asistencialismo?
Dentro de la economía solidaria manejamos tres etapas. La primera es el asistencialismo, es decir: dale de comer al que tiene hambre, viste al que está desnudo, pero no lo hagas todos los días, porque si lo haces todos los días, ya lo hiciste inútil. Dale una vez; a la siguiente vez, al que le diste de comer dale trabajo, y después, al que le diste de comer, ahora llévalo a un trabajo en equipo, que es la economía solidaria. El asistencialismo es una necesidad, pero si lo repites, deshumanizas a la persona. La siguiente etapa, la ideal, la que tenemos que trabajar, es la promoción humana. Y la tercera etapa es la promoción comunitaria, es decir, ya no nada más a la persona, sino ahora al grupo y al pueblo.
Impacto busca el intercambio de conocimientos y la vinculación entre las comunidades y el sector comercial. La organización imparte talleres en tres áreas: técnico-productiva, desarrollo de producto y capacitación para el desarrollo humano con cursos de empoderamiento, liderazgo, equidad de género y capacitación de negocios. Foto: Globalgiving
¿Esta visión de la economía solidaria incomoda a los políticos?
Sí, porque los políticos viven gracias a la ignorancia y, en su mayoría, actúan con base en la desunión. El beneficio particular de muchos políticos se ha debido a que el pueblo no actúa. Hoy estamos descubriendo en el país toda la podredumbre que había, ¡y el pueblo tan dormido que estaba! Nos estaban saqueando. ¿Esto qué implica? No es el mal de ellos, ellos son rateros, tal vez se dedican a eso; pero sí es un mal tuyo, porque te están robando tu casa, te están saqueando y no haces nada. Esto es porque estamos adormilados. Sí vamos a ser incómodos.
Será incómodo porque un pueblo organizado no deja que se ponga cualquiera o que lo roben; entonces viene el despertar, debe haber un cambio en la política desde el pueblo, que tiene que ser más partícipe de la política, no nada más para votar, sino para dirigir su propio rumbo.
¿Cómo puede ayudar la economía solidaria al medio ambiente?
Precisamente, si la economía solidaria vuelve a poner como centro del desarrollo a la persona, ésta tiene que vigilar desde lo que come, lo que viste y dónde vive. Eso va correlacionado con el mismo ser humano. Tú tienes que cuidar tu hábitat, tienes que cuidar tu casa, para cuidar y entender a la persona. Hoy el modelo neoliberal nos ha enfermado, nos ve como objetos de dinero. Nos da de comer lo que él quiere y nos enferma, incluso con la comida, y luego nos hace dependientes a través de las medicinas, y no le importa si nos dañamos. Menos le va a importar si se daña la naturaleza. La economía solidaria es un despertar del ser humano a tomar conciencia de quiénes somos y que tenemos que cuidarnos. De suyo, la economía solidaria promueve mucho la economía tradicional, la herbolaria, recuperar los valores de identidad humana, comunitaria y de tu medio ambiente. La economía solidaria está a favor totalmente del medio ambiente, y en rechazo de lo que vaya en contra de él.
¿Cuáles son sus proyectos actuales?
Voy a participar en un programa con el gobierno federal. Empezamos ya un proceso, queremos llegar a los 32 estados para que se promueva la economía social y solidaria. Para eso estamos creando un organismo que se llama Pronaes [Promotora Nacional de Economía Solidaria], que estoy encabezando directamente y con apoyo del gobierno, principalmente del presidente, que quiere que trabajemos este tema. A diferencia de quienes manejan la economía de arriba hacia abajo, nosotros queremos hacerlo al revés, de abajo hacia arriba, desde la reconstrucción del tejido social.
Cuando tú empiezas a hablar de la economía solidaria, de que sí se puede, te das cuenta de que la gente se te desborda. Yo estoy sorprendido de que a escala nacional hay un despertar enorme con respecto a ese asunto. Quienes están muy identificados con este tema son los pueblos indígenas, porque ellos nacieron desde una economía solidaria, y al reencontrarla ven que se trata de recuperar nuestra identidad, de volver a nuestro sentido comunitario, a las decisiones que debemos tomar con los concejos, a tomar decisiones en beneficio de la madre Tierra, en beneficio de nuestras comunidades; entre ellos no existe la ambición del tener por tener, sino del vivir bien.
Ésta [la comunidad del ITESO] es una comunidad que se ha fundamentado y ha nacido desde un área de la Iglesia que es la de los jesuitas, que han sido más sociales, han trabajado mucho más el tema por su origen y por su educación. Creo que tendrían que ser los primeros y pioneros en trabajar la economía social y solidaria. Yo espero que el ITESO sea protagonista de este proyecto a escala nacional. .