Mahler
Sergio Padilla – Edición 417
Para tener una comprensión más cabal de una obra musical es necesario estudiar y entender el espíritu, la cultura, la historia y la tradición que vivió cada compositor. Pareciera verdad de Perogrullo, pero este principio se tiene que aplicar necesariamente al compositor Gustav Mahler (1860-1911), pues para entender y apreciar su música se debe escuchar teniendo al lado alguna de sus biografías.
Para tener una comprensión más cabal de una obra musical es necesario estudiar y entender el espíritu, la cultura, la historia y la tradición que vivió cada compositor. Pareciera verdad de Perogrullo, pero este principio se tiene que aplicar necesariamente al compositor Gustav Mahler (1860-1911), pues para entender y apreciar su música se debe escuchar teniendo al lado alguna de sus biografías.
El dolor, la contradicción, la esperanza y la desolación trágica ante la vida son elementos que alimentan sus diez sinfonías y sus ciclos de canciones. La música es reflejo de la tensión y la dialéctica vivencial de Mahler ante la vida y la muerte. En sus obras hay claras referencias hacia la reflexión sobre los valores trascendentes de la existencia. Padeció el antisemitismo propio de su época, dada su ascendencia judía, por lo que tuvo que optar por bautizarse en la fe católica, más por razones pragmáticas y profesionales que por convicción, lo que le dio la oportunidad de acceder al puesto de director de la Ópera Imperial de Viena, donde estuvo de 1897 a 1908. En la etapa final de su vida fue director del Metropolitan Opera House de Nueva York, y de la Orquesta Filarmónica de dicha ciudad.
Mahler, The Symphonies
Leonard Bernstein (DG, 2010)
La famosa casa discográfica del sello amarillo vuelve a lanzar al mercado la reedición integral de las sinfonías de Gustav Mahler, junto con algunos ciclos de sus Lieder, en versiones de Leonard Bernstein grabadas entre 1966 y 1990 al frente de tres de las más prestigiadas orquestas del mundo. Según la opinión de la crítica especializada, éste es el acercamiento en conjunto mejor logrado que hay de la obra de este autor.
Mahler: Symphonies No. 1 & No. 2
Bruno Walter (Sony, 1995)
El director de orquesta Bruno Walter, quien fuera ayudante, protegido y amigo de Mahler, fue uno de los primeros en dar a conocer las creaciones sinfónicas del compositor. Los acercamientos del músico alemán son sinceros, apegados al espíritu de las obras, y fieles a los deseos e ideas del propio autor. En este disco, la Sinfonía no. 1, “Titán”, es ejecutada por la orquesta de Columbia, que no es nada del otro mundo, pero de la que Walter sabe obtener lo mejor.
Mahler: Symphony No. 2
Otto Klemperer (Emi Classics, 2000)
La Segunda Sinfonía en do menor, “Resurrección”, fue gestada a lo largo de seis años, entre 1888 y 1894. El propio compositor expresó que la obra era un reflejo de su propia vida. La quinta parte de la obra es una de las páginas más bellas de la música, cuando Mahler utilizó un texto del poeta Klopstock para proclamar la salvación divina y la vida eterna ante la muerte: “Moriré para vivir”, concluye la sinfonía en medio del júbilo coral y el clímax orquestal.
Mahler: Symphony No. 5
Gustavo Dudamel (DG, 2007)
La Sinfonía 5 en do sostenido menor de Mahler muestra cierto paralelismo con la Quinta sinfonía de Beethoven: ambas están marcadas por el tema del destino. Los contrastes de esta obra, debidos a sus momentos de intensidad y de lirismo, exigen lo mejor de batutas y de orquestas para lograr resultados integrales. El acercamiento del joven director venezolano Gustavo Dudamel, al frente de la Orquesta Juvenil Simón Bolívar, es una muy refrescante y enérgica versión de esta obra.
Mahler: Symphony No. 9
Claudio Abbado (DG, 2002)
Obra compuesta por Mahler en el ocaso de su vida, en la que canta una especie de réquiem personal de cara a la muerte inminente y a las tragedias de su vida: la muerte de varios de sus hermanos y de su hija mayor, el engaño de su esposa Alma, las luchas y conflictos profesionales que enfrentó, etcétera. La música, a la vez cruda y monumental de esta sinfonía, es presentada por el director italiano Claudio Abbado, de manera convincente en esta versión.