Al maestro, ¿con cariño?

Bénédicte Desrus / EFE

Al maestro, ¿con cariño?

– Edición 499

Luis Fernando Magaña, profesor de Física en la UNAM. Foto: Bénédicte Desrus / EFE.

La UNESCO vaticina que, de prevalecer las circunstancias actuales, hacia 2030 podrá haber una escasez mundial de docentes. La precarización del trabajo y las reconfiguraciones sociales de la comprensión del papel de los y las profesoras parecen hacer más difícil apostar por la vocación magisterial

En un día, Diana Clarissa dejó de ser maestra para convertirse en una efímera estrella de las redes. Tras ocho años de carrera, el 21 de marzo de 2023, esta joven sinaloense renunció a su plaza como docente y, signo de los tiempos, lo compartió a través de TikTok.

“Se me acababa de terminar un permiso de seis meses, en el que quise pensar las cosas, meditarlas, y tenía, todavía, la esperanza de volver en algún momento por el amor al arte, por el amor a los niños y todo lo que me hizo iniciar en la docencia hace más de ocho años”, se le escucha decir en el video que acompaña con la leyenda “Por salarios dignos para los docentes” y las etiquetas #SEP, #docentes, #salariodigno, #amoralarte, #renuncia y #emprender.

Luego de narrar que preguntó cuánto recibiría si dejara su carrera, y de obtener como respuesta que no tenía derecho a una liquidación, tomó su decisión.

“Ni las gracias me dieron, literalmente. Yo nada más quiero exhortar a la SEP [Secretaría de Educación Pública], si es que llega a ellos este video, a que pague salarios dignos a sus maestros”, agrega la profesora, quien en los comentarios explica que su sueldo era de 11 mil pesos al mes.

El video de un minuto fue reproducido más de un millón 200 mil veces, recibió más de 51 mil “me gusta”, fue compartido en 5 mil 300 ocasiones y había obtenido casi 3 mil 500 comentarios hasta la redacción de estas líneas.

Las respuestas de los cibernautas dejan claro que el de Diana Clarissa no es un hecho aislado: “He pensado en dejar la docencia ya que el desgaste físico y mental es demasiado. No sé que [sic] tanto tiempo pueda aguantar más”, “Tengo 9 años trabajando en la SEP y no hay día que no piense en renunciar y ser libre!”, “Después de 3 años yo por fin ya me salí, y eso que no fueron tantos años pero me di cuenta a tiempo y no quiero ser ESCLAVA, prefiero vivir LIBRE”, “Amo mi profesión pero cada vez está más desvalorizada la labor docente, con 19 años de servicio estoy cansada de la toxicidad del sistema educativo”.

Foto: Toya Sarno Jordan / Reuters

Una crisis inminente

Aunque las autoridades mexicanas no lo reconozcan, el descontento entre los profesores es un fenómeno muy real, que se suma a una voz de alerta que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) ha levantado desde hace un par de años: se acerca una escasez mundial de docentes, sobre todo en el nivel básico.

El Informe Mundial sobre los Docentes de la UNESCO revela una necesidad urgente de 44 millones de profesores adicionales de primaria y secundaria para todo el mundo en 2030.

África Subsahariana se ve especialmente afectada, con la necesidad de 15 millones de nuevos docentes, pero este problema afecta también a regiones de ingresos altos como Europa y América del Norte.

“A pesar de contar con sistemas educativos bien dotados, estas regiones tienen dificultades para contratar y mantener a educadores cualificados, lo que plantea importantes desafíos para la calidad y la igualdad en el acceso a la educación”, se lee en un reporte de esta institución.

En particular, las tasas mundiales de abandono de la profesión entre los docentes de educación primaria casi se han duplicado de 2015 a 2022, y estos docentes a menudo dejan la profesión durante sus primeros cinco años de carrera, advierte la UNESCO.

Si bien, en México, las autoridades educativas y el sindicato más importante de trabajadores de la educación parecen no estar preocupados por este asunto, otras voces locales no están tan tranquilas.

Por ejemplo, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), un centro de investigación en política pública, advierte que en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) cada profesor de primaria atiende en promedio a 15 estudiantes; en el país son 24.

En secundaria, la brecha es menor, pero también notoria: 13 alumnos por profesor en promedio de ese club de las naciones más ricas del mundo, por 15 por cada docente en México.

“Esto se traduce en una escasez de los docentes necesarios para cubrir de manera eficiente la demanda de alumnos inscritos en el sistema educativo —sobre todo en primaria— y asegurar la atención requerida para garantizar una educación de calidad. Además, se traduce en mayores cargas de trabajo y responsabilidad para los docentes, lo que puede afectar su desempeño”, destaca el organismo.

En promedio, los maestros de secundaria en México destinan mil horas al año a sus labores, mientras que en los países de la OCDE son 700 horas, según esta fuente.

En México hay 2 millones 113 mil 16 docentes para 33 millones de estudiantes inscritos desde educación inicial hasta educación superior, informó el IMCO con cifras del año pasado. Del total de maestros, 57.3 por ciento imparte clases de educación básica; 19.9 por ciento, de educación media superior, y 22.9 por ciento, de educación superior. Además, alrededor de 130 mil docentes dan clases en comunidades indígenas o en telesecundarias.

Ignacio Ramírez Calzada, profesor de primaria. Foto: Bénédicte Desrus / EFE.

México, el “oasis”

Apenas en enero pasado, en el marco de la Conferencia Regional de América del Norte y el Caribe de la Internacional de la Educación, coordinada por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), líderes magisteriales advirtieron que se está agudizando la escasez de docentes en el mundo.

Entre los factores que explican esta situación, los participantes en este encuentro mencionaron los bajos salarios, la excesiva carga de trabajo, el estrés laboral, la violencia de los alumnos contra sus maestros y el desinterés de los gobiernos por la educación pública.

El secretario general del SNTE, Alfonso Cepeda Salas, destacó la importancia de la solidaridad del gremio para afrontar el desafío, aunque dijo que en México los maestros han sido revalorados, lo que se nota en los incrementos salariales superiores a la inflación, las basificaciones y el acceso a herramientas tecnológicas, entre otros beneficios.

“En muchas partes del mundo hubo despidos de docentes por las condiciones de la pandemia; después, fue muy difícil que esos compañeros se volvieran a incorporar”, explica Iván Illich González Contreras, secretario general de la sección 47 del SNTE, que en Jalisco representa a 58 mil docentes, de los cuales 35 mil están activos.

“Es una condición muy compleja; por fortuna, la verdad es que hay que agradecer que, en el caso de México, no hubo un despido de docentes, por lo menos del sector público, derivado de la pandemia; no sólo no hubo despido, hasta hubo incremento salarial”.

La misma historia de optimismo la cuenta la Secretaría de Educación Jalisco, en voz de Wendy Muñoz Hinojosa, directora general de Personal de la dependencia: en el estado hay 55 mil docentes para un millón 200 mil alumnos de educación básica, una proporción de 22 alumnos por profesor.

De acuerdo con la dependencia, en Jalisco hay suficiente interés de los jóvenes por formarse como profesores, lo que se nota no sólo en la demanda de lugares en las escuelas normales que hay en el estado, sino en que cada vez más personas se suman a los concursos para ser profesor.

Para el ciclo anterior, participaron 14 mil 376 personas en el concurso, mientras que para el actual se sumaron 15 mil 797; la tercera parte, de fuera de Jalisco.

“Únicamente seis por ciento del personal es mayor a 60 años; 26 por ciento del personal es menor a 35 años, es gente muy joven”, agrega la funcionaria.

Pero tal vez estos números no cuenten la historia completa, explica Juan Carlos Silas, profesor investigador del Departamento de Psicología, Educación y Salud del ITESO.

“En promedio, pasamos de tener 22 alumnos por docente en 2008 en educación preescolar, a tener 20. En primaria, por ejemplo, pasamos de tener 29 alumnos por docente en 2008, a tener 27 alumnos por docente, más o menos. Y en secundaria pasamos de tener 16 alumnos por docente, a tener 14 alumnos por docente en 2022”, señala. “Es decir, en promedio no estamos tan mal. El problema es, como todo en este mundo, si sacamos un promedio de los ingresos de Carlos Slim y los míos, traemos un promediazo, pero 99.9999 por ciento lo pone él”.

Y basta platicar con los profesores para notar que hay un descontento latente. De hecho, en redes sociales es común encontrar cuentas, canales y páginas en los que los maestros hacen una sátira de su situación.

Sólo como ejemplo, una de estas páginas, Pechas y los Amos del Magisterio, que se define como un espacio de “sátira docente y sarcasmos con vocación”, tiene 83 mil seguidores.

“Hay mucha gente buscando plaza y haciendo por años el examen y no se queda, mientras que, en muchas escuelas, tenemos grupos saturados de más de 40 alumnos, cuya saturación baja proporcionalmente la calidad educativa que se les puede brindar. Si hay escasez de profesores es porque hay escasez en querer invertir en la educación”, opina su creador, un profesor con 14 años frente a un grupo de nivel primaria en Ciudad de México, quien prefirió que su nombre no se mencione. “Para ellos, entre menos inviertan, mejor; si por ellos fuera, tendrían los grupos de 60 alumnos y despedirían a la mitad de los profesores para ‘reducir costos’”.

Ana Paulina Toscano Romero, educadora con una plaza en preescolar, representante sindical y con maestría en Gestión de Instituciones Educativas, afirma que hay razones para la frustración magisterial.

“La vocación es una plantita que hay que cuidar para que crezca y se desarrolle. Si una siente que no hay oportunidades de desarrollo, si no hay este reconocimiento, si se le anula su autoridad [al maestro], si se tiene que cuidar de todo lo que diga, si ya no puede decirles nada a los padres, si está sometido a un constante acoso, es muy difícil que un docente, aunque sea muy bueno, se mantenga y crezca y se desarrolle dentro del servicio público”, dice.

Muñoz Hinojosa, directora de Personal de la Secretaría en Jalisco, afirma que, incluso en las comunidades más alejadas de las ciudades, en las que es más complicado el acceso, los niños y jóvenes tienen profesores: “Lo que se hace es que cubrimos el servicio a través de la misma comunidad […] entonces, afortunadamente no tenemos esa imposibilidad para otorgar el servicio”.

González Contreras, el representante sindical, también expresa tranquilidad sobre este fenómeno: “La condición no es ajena a nosotros, pero en nuestro caso, en Latinoamérica y en México, no nos hemos, en este momento, enfrentado a este tema”.

Sin embargo, los profesores entrevistados para este reportaje tienen una opinión distinta.

“Hay muchas cosas que la Secretaría no sabe acerca de la problemática y que el sindicato tampoco sabe, porque, al final de cuentas, son maestros que han llegado ahí a ese puesto porque llevan mucho tiempo, por compadrazgo… o por algo han llegado ahí, pero no porque estén inmiscuidos en los problemas del docente”, asevera una maestra de secundaria, con 19 años de experiencia, quien prefirió el anonimato.

Mary Carmen Che Chi, profesora de Matemáticas. Foto: Bénédicte Desrus / EFE.

Un trabajo mal pagado

A pesar de tener jornadas laborales más largas que el promedio de las de los países que componen la ocde, la docencia es una de las profesiones menos valoradas, advierte el IMCO.

Los docentes ganan en promedio 10 mil 650 pesos mensuales, lo que representa un ingreso 17 por ciento menor comparado con el promedio de lo que perciben personas con carrera profesional, que es de 12 mil 96 pesos mensuales.

Además, a pesar de ser una profesión predominantemente femenina, por cada 100 pesos que gana un profesor, una maestra gana 83 pesos.

El investigador del ITESO Juan Carlos Silas se suma a la opinión de que los ingresos ofrecidos a los profesores de educación básica son cada vez menos atractivos.

“Los muchachos se ven tentados a estudiar tecnología o cosas de administración, o quieren hacerse youtubers, o yo qué sé; la docencia pierde su atractivo y, a lo mejor no pronto, pero tal vez para  2035 o 2040, es posible que estemos enfrentando el hecho de tener una población docente más añosa”, dice.

Para mejorar sus ingresos, los profesores tienen dos opciones, según las reglas de la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros (Usicam): crecer horizontalmente, lo que implica hacer exámenes para ganar más horas clase y aumentar sus percepciones, o hacerlo verticalmente, adquiriendo más estudios para acceder a un puesto de mayor rango. Como muchas cosas, esto es mejor en la teoría que en la práctica.

“Por más que veamos como algo positivo que un docente al servicio del Estado gane 15 mil pesos al mes, en realidad es poco porque no hay formas de subir, solamente a partir de las promociones horizontal y vertical que, realmente, con Usicam ha sido una decepción completa”, afirma Toscano Romero, que en redes sociales comparte contenidos como Pau Educato.

“Es un suicidio financiero dedicarse a la docencia, desde el punto de vista de que el sueldo nunca te va a alcanzar para una casa en Guadalajara o en la Zona Metropolitana, mucho menos para desarrollarte profesionalmente. Si estudias una maestría, te agregan 50 pesos al sueldo, 50 pesos al mes; por un doctorado, estamos hablando de algo parecido, o sea, es una cifra con la cual ni siquiera desquitas lo que te costó estudiarlo”.

Ella cuenta que en una ocasión se acercó al SNTE a preguntar por la posibilidad de obtener un crédito hipotecario, “y me dicen: ‘Ah, no, maestra, es que usted pertenece a la generación de maestros sin casa’”.

“Llega un punto en el que el costo-beneficio ya no es redituable, ya te supera, aunque tengas vocación”.

Aún más: el aumento horizontal puede ser de hasta tres por ciento, mientras que conseguir más horas no siempre es la solución, pues es casi imposible que se las otorguen en la misma escuela; esto sube los ingresos, pero también aumenta los costos de traslado, por no hablar del estrés de responder no a uno, sino a dos o más jefes.

“Hice examen para ganar más horas y de ese examen sólo pude agarrar cuatro horas [adicionales a las 14 que ya laboraba], pero ni siquiera en una misma escuela, sino en dos”, cuenta nuestra maestra anónima de secundaria.

“Al obtener estas horas, me bloqueó automáticamente porque son cuatro escuelas [para las que labora] y ya no puedo tener una quinta escuela, a pesar de que mi horario solamente es en la tarde y que tengo libre la mañana; no puedo tomar más horas porque serían cinco escuelas y no se permite en el sistema”.

Ése es uno de los grandes problemas de la educación en México, explica Silas: que la jornada laboral de los maestros está “partida en cachitos”.

“Entonces, el profesor tiene que dar tres horas de clase en la escuela A y luego sale corriendo porque tiene que llegar a equis hora a dar otras cuatro horas de clase en la escuela B, y luego ya termina y se va a la escuela C, donde da otras dos. Pobre profesor, ¿a qué hora prepara sus clases?”, dice.

Pero desde la Secretaría de Educación la cuestión se ve más sencilla y justa: “Cada año tenemos concursos para la promoción vertical para que, de ser docente, puedas pasar a ser director y, luego, supervisor y, luego, jefe de sector, y eso, evidentemente, va de la mano con una remuneración económica importante; [además] puede tener la misma función, pero tener mejor capacitación, aumentar su grado académico y otro tipo de consideraciones; puedes aumentar tu sueldo haciendo exactamente lo mismo, o sea, puedes ganar mejor siendo maestro frente a grupo o teniendo, por ejemplo, 15 horas frente a grupo”.

De esta manera, afirma Muñoz Hinojosa, los profesores se siguen preparando con el incentivo de ganar más.

“Es justamente eso, es un incentivo. Los aumentos de sueldo generalizados no funcionan como incentivos”, dice.

Mientras que el representante del SNTE reconoce que el sistema de la Usicam “no ha sido una buena experiencia hasta el momento”, los profesores son más tajantes.

“Yo te aseguro que los docentes no quieren trabajar menos, quieren ganar más y, por ejemplo, en educación básica, específicamente en preescolar, donde desde hace un par de años ya no se permite la doble plaza, estamos hablando de que el sueldo de una plaza ya no te permite sobrevivir con ese solo trabajo”, dice Paulina Toscano.

“Si las rentas en la Zona Metropolitana de Guadalajara se llevan más de 75 por ciento del sueldo del docente al mes, entonces estamos hablando de que una plaza no alcanza para cubrir las necesidades básicas de una familia”.

Maestra Paulina Rodríguez en la escuela primaria federal Pascual Ortiz Rubio, en Chihuahua. Foto: Luis Torres / EFE.

Cansados y poco reconocidos

Con todo, el factor económico no es, por mucho, el único inhibidor que enfrenta actualmente el magisterio. Uno fundamental tiene que ver con la pérdida paulatina del prestigio social y el respeto que antes se prodigaba a los profesores.

No se trata sólo de una solicitud de deferencias, sino que los maestros afirman que cada día pierden autoridad en el aula, lo que también tiene un repercusiones en la calidad de su trabajo.

“Se maneja un concepto de ‘el padre siempre tiene la razón’, desde el cual debes partir para intentar resolver los conflictos. Si bien hay padres de familia que te apoyan mucho y comprenden la realidad, también hay varios de ellos que complican tu labor —de hecho, de ahí nace mi página— y más cuando cada vez pareciera que el profesor es socialmente una figura antagónica a la que hay que atacar y faltarle al respeto”, señala el administrador de Pechas y los Amos del Magisterio.

Lorena Martínez, educadora jubilada hace 14 años y quien ejerció durante 18, compara su experiencia como “esa figura social que era tan importante antes”, con lo que percibe actualmente en la educación de sus nietos.

Pero, de nuevo, los profesores no añoran los viejos tiempos, sino que se desconciertan ante situaciones actuales que pueden ser incluso nocivas para su carrera.

“Una vez, recuerdo que estábamos en honores a la Bandera y estaba un niño juega y juega […] entonces pasé y le toqué, así le hice en el cachetito y le dije ‘Estese quietecito’, y me seguí. Pues me llamaron: ahí estaban la inspectora, la directora y la mamá, y [argumentaban] que yo había cometido acoso sexual con el niño”, cuenta.

“[A partir de eso] cuando a mí llegaban a abrazarme, yo alzaba los brazos; entonces, las mamás decían: ‘Híjole, qué grosera la maestra, ni siquiera los apapacha, no quiere que la agarren’. Pero yo decía: ‘¡N’hombre!, yo vuelvo a tocar a un niño y me van a decir que abusé de él”.

Lo grave de esto, dice la maestra de secundaria anónima, es que provoca que muchos maestros dejen de intervenir o de reportar situaciones potencialmente graves.

Y esto es algo que perciben hasta quienes no vivieron “los buenos tiempos”, como Guadalupe Monserrat Rodríguez Cornejo, licenciada en Psicopedagogía, quien recientemente inició su carrera y, tras tres años de ejercer, solicitó un permiso para estudiar una maestría en el extranjero.

“Lo puedo decir por el lado de mi mamá: mi mamá siempre ha sido docente a nivel preescolar; nos ha compartido su experiencia con respecto a cómo la trataban los papás y cómo la involucraban; cómo padres y estudiantes hacían todos, entre ellos, una comunidad y se apoyaban en eventos escolares, etcétera, y ahora que a mí me tocó reciente en la experiencia como docente, sí se ve la diferencia”, comenta.

Tanto para la Secretaría de Educación como para el snte, se trata de nuevos tiempos, en los que debe privar el respeto a los derechos humanos y a los de niñas, niños y jóvenes. Mientras, los docentes “van de puntillas, tratando de no herir susceptibilidades”, comenta Pau Educato.

 “Y uno hace un intento de hablar con los padres, pero en el momento en que ya hay algún problema, uno prefiere callar o prefiere “aprudentar” y dejar pasar, y decir: ‘Bueno, ya le tocará a otro maestro la situación’, porque muchas veces se sale de nuestras manos y muchas veces hay que priorizar la propia integridad”.

¿Quién hace la tarea?

¿Cómo deben enfrentar los sistemas educativos esta serie de retos? Para la UNESCO, es necesario que se establezcan estructuras flexibles que brinden a los docentes contratados la posibilidad de seguir desarrollándose profesionalmente, y que accedan a unas condiciones laborales más estables o, incluso, permanentes si cumplen los requisitos necesarios.

Para el IMCO, es necesario asegurar un proceso de selección, reclutamiento y desarrollo profesional docente efectivo que garantice una plantilla lo suficientemente amplia para cubrir la demanda y dar atención de calidad a los estudiantes. Además, mejorar las condiciones laborales de los docentes y dignificar su trabajo con sueldos competitivos.

Para la joven licenciada en Psicopedagogía, Guadalupe Monserrat, lo principal es que las autoridades empaticen con los docentes.

“Y, para empatizar, creo que deberían salir de sus cubículos, donde quiera que estén sus oficinas, y dedicar más tiempo a ir a observar a las escuelas,  descentralizarse un poquito, es decir, no solamente concentrarse en las zonas urbanas y en sus límites, sino también ir a las zonas rurales. Creo que deberían expandir su visión y escuchar qué es lo que necesitan los profesores”, explica.

La maestra Ana Paulina agrega a estas medidas: garantizar el cumplimiento de la ley que regula el trabajo en casa para las actividades extra aula que hacen los profesores, favorecer los fondos de vivienda y de jubilación y promover la profesionalización del gremio.

Juan Carlos Silas, del ITESO, apunta como deseable la asignación de plazas de tiempo completo en una sola escuela.

“Es importantísimo que en este momento se tomen el tiempo de entrarle, y si eso implica, a lo mejor, gastar un poquito de capital político, pues que lo gasten: los niños valen la pena”.

Y vaya que la valen, finaliza nuestra maestra anónima. Tal vez por eso, a pesar de tener tantos factores en contra, la famosa vocación docente sigue siendo suficiente para ir al salón todos los días.

“Aunque reniego de la parte directiva y todo eso, me gusta estar en la escuela porque hay niños que van a salvarse. El día del eclipse, que había muy poquitos niños en la escuela, me puse a platicar con ellos y realmente me di cuenta de que van a la escuela para salvarse del ambiente de la casa. Eso me hace pensar que sí me necesitan ahí”, destaca.

Para saber más
:: Informe mundial sobre el personal docente. Puntos clave.

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