Las mujeres: motor del cambio social
Vanesa Robles – Edición 418
El sociólogo Alain Touraine dice que las mujeres son las protagonistas del siglo XXI. Estas mazahuas muestran cómo, al luchar por su comunidad, también han cambiado su relación con los hombres
Surgieron en 2004 de la aridez absoluta: un puñado de comunidades mazahuas sin servicios de agua, en el Estado de México, a menos de un kilómetro del Sistema Cutzamala, de donde sale la cuarta parte del líquido que consume la ciudad de México. Se armaron con escopetas de madera que jamás dispararon. Se nombraron a sí mismas como el Ejército Zapatista de Mujeres Mazahuas en Defensa del Agua. Exigieron agua y un plan de desarrollo sustentable para su región. Lograron que los hombres de su comunidad cambiaran la forma en que se dirigen a ellas.
“Tomamos el mando porque a nuestros hombres les vieron la cara”, declararon.
La sabiduría de las mazahuas se llama experiencia. La experiencia ha sido entre mala y pésima. A finales de los años setenta del siglo XX se creó el Sistema Cutzamala, conformado por ocho presas del sistema hidroeléctrico Miguel Alemán, que se habían construido sobre las mejores tierras de cultivo de la región.
En septiembre de 2003, el desbordamiento del río Malacatepec dañó las tierras de los mazahuas. La oferta de indemnización por parte de la Comisión Nacional del Agua desató un conflicto entre los afectados y los gobiernos del Estado de México y Federal. En febrero de 2004, los mazahuas hicieron la primera marcha al Distrito Federal, pero se hicieron visibles hasta que las mujeres tomaron el mando.
Hasta hoy no han conseguido que todas sus comunidades tengan agua; pero impulsaron la reforestación, organizaron cooperativas productivas y lograron la capacitación para el aprovechamiento de la lluvia en varias comunidades.
Otro triunfo se documenta en La lucha por el derecho al agua, un artículo escrito por las académicas Anahí Copitzy Gómez, Magali Iris Tire y Karina Kloster. Una de las mujeres, Norma González, da testimonio: “Eran los hombres los que decidían, y la mujer cuando quería hablar, ‘¡tú cálmate!, ¡tú métete a la cocina!’ […] Ya no es cosa de gritarnos y meternos a la cocina, porque ya no vamos a entrar tan fácil”. m.