Lance Wyman, diseñador gráfico, creó la imagen de los Juegos Olímpicos de México en 1968 y dio pie a la subversión gráfica universitaria en contra de las políticas del presidente Gustavo Díaz Ordaz.

Conocí a Lance Wyman hace 24 años en un congreso de diseño en San Miguel de Allende, al que ambos habíamos sido invitados como conferencistas. Fue un honor para mí estar ahí, compartiendo el podio con el creador de imágenes parte de la iconografía popular de la gráfica mexicana: los símbolos del sistema de transporte colectivo Metro de la ciudad de México —el primer sistema de transporte público que usa una señalética sin letras—, el Camino Real y el Museo del Papalote. El diseño gráfico en México, desde mi punto de vista, tiene su parteaguas en la formulación gráfica de este neoyorquino para losJuegos Olímpicos de 1968. El logotipo por él creado resurge cada cuatro años —con cada olimpiada—, pero también cuando se habla de política, de cuentas pendientes entre gobierno y gobernados. Siempre que se escucha el lema “2 de octubre no se olvida”, de inmediato nos viene a la mente la genial manera en que este diseñador utilizó la geometría para conjugar el número 1968 con los aros olímpicos.

Su relación con México comenzó en 1966 cuando Wyman trabajaba para George Nelson en Nueva York, y Pedro Ramírez Vázquez, coordinador del programa olímpico mexicano, se comunicó con el arquitecto Eduardo Terrazas para pedirle que regresara y le formulase una convocatoria para el logotipo, así como para las principales aplicaciones gráficas y ambientales. “Terrazas, amigo y compañero de trabajo, me convenció para viajar a México e inscribirme en el concurso. Compré sólo el boleto de venida esperanzado en obtener éxito y reconocimiento, al lado de mi asociado Peter Murdoch”, recuerda.

“No queremos olimpiadas, queremos revolución”
A la pregunta expresa y obligada de cómo se sentía trabajando para el gobierno mexicano mientras se desarrollaba una gran acción política contra el pueblo, en general, y del estudiantado, en particular,Wyman responde que, además de no estar de acuerdo con la brutal represión previa a la inauguración de la olimpiada, sintió gran satisfacción al caminar por la ciudad de México y fotografiar leyendas e imágenes populares en los que se mostraba la reacción de los opositores al gobierno, replanteando la iconografía creada por Wyman.

Así, por ejemplo, la paloma de la paz que creó para las olimpiadas culturales fue atravesada por el dibujo de una bayoneta ensangrentada en uno de los carteles con los que los estudiantes tapizaron la ciudad. Las siluetas que mostraban a los deportistas en acción (en los timbres postales) se convirtieron en las siluetas de los granaderos aporreando estudiantes. Los íconos que identificaban a las diferentes disciplinas deportivas fueron transformados por símbolos de la represión: macanas, máscaras antigás, botas militares. Al gran logo de México 68, con sus formas geométricas expandiéndose como olas, le fueron añadidos otros elementos contestatarios: un estudiante amordazado, un puño en alto, un tanque.

Las imágenes que ilustran este artículo, coleccionadas y expuestas por el propio Wyman en su visita al ITESO en mayo de 2008, son algunas de aquéllas transformadas durante el movimiento estudiantil.

Wyman y México
La contribución de Lance Wyman en México fue determinante para el enriquecimiento de nuestro oficio como diseñadores gráficos. Los programas de estudio heredados de la Bauhaus y de la Escuela de Artes Visuales de Nueva York tuvieron un feliz inicio en nuestras universidades; se crearon despachos publicitarios, proliferaron las instancias oficiales para desarrollar la identidad de dependencias gubernamentales, y la iniciativa privada encontró en el diseño el valor agregado para posicionar las aldeas urbanas del país.

Al respecto, Lance Wyman afirma: “Este país es muy rico en diferentes aspectos: su historia, su cultura, sus formas de arte indígena. Cuando vine por primera vez, yo tenía las típicas ideas preconcebidas sobre México, pero ahora que he estado aquí por un tiempo he desarrollado comprensión y respeto por este país. México se está convirtiendo rápidamente en parte activa del mundo moderno, y espero haber contribuido a ello al ayudar a crear una mejor comprensión de las aplicaciones del diseño. El diseño gráfico podría convertirse en una parte mucho más integrada a la arquitectura; eso me interesa mucho. Siento que hay muchas oportunidades para hacer proyectos interesantes y realistas. Para un diseñador gráfico, éste es un lugar afortunado para estar”.

Mucho se ha dicho que el diseño de México 68 se basa en los dibujos huicholes, para Wyman “es sólo geometría. La estrecha relación entre los números 6 y 8, que una vez resuelta dicha relación, se van integrando las letras m, e, c, o y de contrapunto la i y la x. Por supuesto lucía perfectamente porque era similar a muchas de las formas que se encuentran en la gráfica precolombina, que también realizó maravillosamente este ejercicio”.

Este trabajo en México fue el primero de una cadena realizada por este diseñador: el Camino Real, en colaboración con Ricardo Legorreta, Luis Barragán y Mathias Goeritz; los isotipos para las primeras líneas del Metro capitalino; luego el Museo del Papalote, y que pueden ser vistos y admirados cotidianamente por gente de todas las clases sociales, aun sin saber que esta interpretación de la idiosincrasia mexicana fue realizada por un creador neoyorquino. m.