La precariedad financiera y los créditos “trampa”

La precariedad financiera y los créditos “trampa”

– Edición 501

El auge de las aplicaciones de préstamos fáciles ha dado lugar a un esquema de fraude y extorsión en México que, a su vez, es un indicio flagrante de la falta de controles y, sobre todo, de la vulnerabilidad de los usuarios, en su mayoría jóvenes y personas desempleadas que difícilmente tienen acceso a otras posibilidades financieras

Si algo parece demasiado bueno para ser verdad, es probable que no lo sea. Un ejemplo contundente de esto son las aplicaciones que ofrecen condiciones sumamente atractivas para acceder a dinero de forma rápida, casi sin requisitos y con una supuesta facilidad que resulta irresistible para muchos. Sin embargo, detrás de estas promesas se esconden peligrosas trampas que pueden llevar a las personas a situaciones de extrema vulnerabilidad.

Estas estafas comienzan con la oferta de un préstamo fácil e inmediato, prácticamente sin requisitos, y que se puede gestionar cómodamente por medio del teléfono celular. Las aplicaciones de este tipo se presentan como la solución ideal para quienes necesitan dinero de manera urgente y no pueden acceder a créditos en instituciones financieras formales. Sin embargo, lo que empieza como una aparente solución rápida se convierte pronto en una pesadilla. Los intereses se incrementan sin previo aviso, las deudas se vuelven impagables y, en ese momento, comienza la extorsión.

La falta de empleo llevó a María, una joven, a solicitar un préstamo. Sin un historial crediticio que pudiera respaldarla, las instituciones financieras tradicionales se negaban a prestarle el dinero que necesitaba con premura. Desesperada, encontró en estas aplicaciones la solución aparente a sus problemas. “En ese momento, me sentía más agradecida que estafada. ¿Cómo era posible que alguien me prestara dinero sin conocerme, sin ponerme mayores complicaciones ni garantías?”, relata María, sin imaginar que así comenzaría un verdadero calvario de hostigamiento y amenazas.

Lo que María no sabía es que el camino que había tomado la llevaría a una espiral de deudas crecientes, presiones constantes y un miedo que la acompañaría cada día. Al principio, todo parecía funcionar como lo prometido: pidió un primer préstamo, que pagó puntualmente. Poco después, la misma aplicación le ofreció un segundo préstamo, esta vez de un monto mayor. Así, la tentación de tener dinero rápido se volvió algo irresistible. Fue entonces cuando comenzó el problema real: de repente, María comenzó a recibir depósitos de dinero que no había solicitado. Estos montos, acompañados de intereses desmesurados, hicieron que la deuda creciera de manera exponencial.

Desesperada por cumplir con los pagos, María decidió pedir préstamos en otras aplicaciones similares. En cuestión de semanas, ya tenía deudas con 15 diferentes aplicaciones y un monto total que ascendía a casi 100 mil pesos. “En casi un año, nunca dejé de pagar, ni una sola vez, pero pagaba con lo que me prestaban en otras aplicaciones. También tuve que pedir dinero prestado a familiares y amigos para poder solventar esas deudas que, lejos de terminar, seguían creciendo. En resumen, creo que pagué unas cuatro veces la cantidad que debía originalmente. Y, a pesar de eso, seguía debiendo más y más”, lamenta María.

El modus operandi

Ahora todo está en el teléfono celular, desde el acceso a la información hasta la posibilidad de conseguir dinero en momentos de necesidad. Este cambio abrió una nueva ventana a la delincuencia, que encontró en las aplicaciones móviles una herramienta poderosa para llevar a cabo sus estafas. Estas aplicaciones, que pueden parecer legítimas al estar disponibles en tiendas digitales como Google Play, no son más que una fachada para robar datos y empezar así su verdadero negocio: la extorsión.

Comúnmente conocidas como “montadeudas”, operan de forma astuta. Una vez que el usuario las instala y otorga los permisos necesarios para que funcionen en su teléfono, comienza a ser víctima del delito. Estas aplicaciones tienen acceso a los archivos del dispositivo, incluyendo fotos, contactos y otros datos sensibles. Además, algunas aplicaciones poseen un malware conocido como spyloan, que se instala cuando se realiza una actualización. Este software malicioso es capaz de robar la información del usuario para luego utilizarla en su contra.

María experimentó este fenómeno de primera mano. Después de pagar puntualmente su primer préstamo, las aplicaciones comenzaron a ofrecerle montos mayores. Sin embargo, la situación se complicó cuando comenzó a recibir dinero que no había solicitado. “De repente, el dinero empezaba a llegar a mi cuenta, y yo no había pedido esos préstamos. Pero con ese dinero venían intereses altísimos que me resultaba imposible pagar”, explica. La desesperación la llevó a buscar soluciones en otras aplicaciones similares y, en poco tiempo, ya estaba atrapada en un ciclo vicioso de deudas que no podía controlar.

La situación empeoró cuando comenzó a recibir llamadas amenazantes. “Un día, recibí una llamada de una persona que me amenazó con hacerle daño a mi familia, con difundir fotomontajes míos en situaciones íntimas o incluso con matarme si no pagaba el préstamo”, recuerda con temor.

A pesar de haber cumplido con los pagos, si María no respondía a las llamadas, que podían llegar a ser hasta 20 en una mañana, los acosadores la amenazaban con usar sus datos y sus contactos para difundir información falsa acerca de ella. “Me decían que, si no pagaba, iban a decirle a todo el mundo que yo era una ladrona, que les había robado dinero. Incluso me amenazaban con publicar mi foto en todos lados, diciendo que estaba siendo buscada por estafadora, y que me iban a vender”, relata.

Una tecnología mal utilizada

Carlos Mireles, profesor de la Escuela de Negocios del ITESO, señala que los delincuentes han aprovechado las tecnologías de la información para expandir sus prácticas y se benefician de los pocos filtros que hay en las tiendas digitales de aplicaciones, “que es el principal medio a través del cual operan, y también del hecho de que las redes sociales no verifican la publicidad. Esto permite que las aplicaciones montadeudas se publiciten sin problemas, junto con otros tipos de fraudes”, advierte.

El especialista explica que los montos que estas aplicaciones ofrecen van desde los 500 hasta los 20 mil pesos, con nula claridad respecto a los intereses que se cobrarán. En algunos casos piden un adelanto para conceder el préstamo y luego desaparecen con el dinero; en otros, una vez que se otorga el crédito, los intereses comienzan a aumentar de manera desmesurada, acompañados de una serie de tácticas de “terrorismo emocional”. Estas tácticas incluyen llamadas telefónicas o el envío de imágenes violentas, no sólo a la víctima, sino también a sus contactos. “Estamos hablando de problemas muy graves que las autoridades apenas han comenzado a abordar”, subraya Mireles.

El perfil de las víctimas

Jóvenes y personas desempleadas son las principales víctimas de este tipo de aplicaciones, de acuerdo con la asociación civil Defensa del Deudor. La pandemia de covid-19 aceleró la digitalización del consumo de productos y servicios, incluidos los financieros. Este cambio fue aprovechado por los criminales que, a través de estas aplicaciones, llegaban a sus víctimas sin que éstas tuvieran que salir de casa. En 2020, más de 600 mil personas perdieron su empleo formal, lo que creó un mercado potencial significativo para el crimen organizado.

Ante la necesidad urgente de obtener ingresos y las dificultades para encontrar un nuevo empleo debido a la emergencia sanitaria, muchas personas buscaron opciones rápidas para conseguir dinero y atender sus necesidades. Estas aplicaciones ofrecían una solución rápida y sencilla, pero las consecuencias fueron devastadoras.

La mayoría de las víctimas son jóvenes que no tienen un historial crediticio o cuyos ingresos son bajos, lo que les impide acceder a préstamos en instituciones financieras legales. Para ellos, ésta parece ser la única opción para obtener pequeños préstamos que les permitan cubrir sus compromisos económicos, como el pago de la renta o la compra de alimentos o medicamentos. Sin embargo, lo que no anticipan es que estos préstamos pueden terminar costándoles hasta 10 veces más de lo que pidieron originalmente, todo mediado por amenazas y tácticas de presión ejercidas por los delincuentes.

Falta de educación financiera

El doctor Antonio Sánchez Sierra, coordinador del Doctorado en Estudios Fiscales de la Universidad de Guadalajara (UdeG), señala que la falta de cultura financiera es un factor que facilita que los jóvenes caigan en estas trampas. “La gente confía más en una página de Facebook o Instagram donde aparece cierta publicidad, pero nunca se pone a pensar en las consecuencias jurídicas o financieras de los productos que, técnicamente, parecen viables, pero que legalmente son fraudulentos”, explica.

Sánchez Sierra subraya que existen oportunidades para que los jóvenes generen antecedentes crediticios, pero que estas deben ser abordadas de manera responsable. La primera opción, sugiere, debería ser a través de bancas estudiantiles, con un límite de crédito de hasta cinco mil pesos, para que los jóvenes puedan comenzar a desarrollar una disciplina financiera a mediano y largo plazos. “Cuando un joven no incumple sus obligaciones, la banca tradicional tiene medidores de seguridad financiera que lo catalogan como un cliente cumplidor. Esto permite que eventualmente se le ofrezcan líneas de crédito mayores. Sin embargo, si el joven deja de pagar, su historial crediticio queda marcado negativamente, bloqueando su acceso a préstamos financieros por años”, advierte.

Mario Gerardo Cervantes Medina, profesor investigador del Departamento de Sociología de la UdeG, coincide en que las habilidades digitales de las nuevas generaciones han facilitado el acceso y el uso de aplicaciones de crédito, pero señala que esto también ha expuesto a los jóvenes a nuevos riesgos. “La gente es muy confiada porque no tiene la educación necesaria para distinguir si una página es confiable”, señala.

El académico resalta la necesidad de actualizar el sistema educativo y de incluir la educación financiera y tecnológica desde niveles educativos tempranos: “Lo más que enseñan en las escuelas es a usar paquetes de Office, cuando ya estamos en una era de inteligencia artificial y tecnologías avanzadas. Es necesario que el sistema educativo integre una asignatura que eduque a los jóvenes sobre los peligros del uso de internet y las aplicaciones móviles”.

El especialista también menciona que en países como Francia la educación financiera es una asignatura obligatoria desde la secundaria. En América Latina, sólo Argentina ha puesto en marcha algo similar. En Australia, a partir de los 15 años los jóvenes ya pueden tener su primera cuenta bancaria. Cervantes Medina afirma que incluir materias de educación financiera desde una edad temprana permitiría crear generaciones más preparadas e informadas, capaces de emprender y construir una economía sana y segura.

Contextos sociales y laborales

Ignacio Román, académico del Departamento de Economía, Administración y Mercadología del ITESO, aporta una visión crítica sobre el contexto en el que operan estas aplicaciones.

La desinformación, explica, es sólo uno de los factores que llevan a los jóvenes a recurrir a estos créditos, pero no es el único ni el más importante. Las condiciones laborales actuales, caracterizadas por bajos ingresos y empleos informales, dificultan que los jóvenes cumplan con los requisitos de las instituciones financieras tradicionales: “Si me pongo en el lugar de un joven que tiene ingresos irregulares, es decir, inestables y bajos, el problema es que difícilmente se le otorgarán créditos bancarios. En estos casos, los jóvenes no tienen otra opción; no es que ellos estén eligiendo, sino que no les dejan otra salida”.

Este sector del mercado, compuesto por personas que están en la economía informal y cuyos ingresos son inestables, es el que las aplicaciones digitales han encontrado y explotado para ofrecer préstamos sin regulación: “Cuando hay una necesidad urgente de dinero debido a la inestabilidad de los ingresos, se recurre al crédito. Pero el problema es que estos créditos se otorgan en condiciones sumamente desfavorables para el deudor. Eso es lo más grave de esta situación”.

La gran paradoja del sistema financiero mexicano, dice Román, es que “se presta dinero fundamentalmente a quienes no necesitan pedir dinero prestado, a quienes tienen todas las garantías”. Este fenómeno, combinado con los estrictos requisitos de las instituciones financieras y las precarias condiciones laborales, crea un caldo de cultivo perfecto para que los jóvenes y otras personas vulnerables caigan en las redes de las montadeudas.

“La desregulación en los mercados de trabajo y en los esquemas de crédito, cada vez más alejados de la banca tradicional y más inclinados hacia lógicas financieras nuevas, muchas veces al límite de la legalidad, es lo que permite que prevalezcan estos servicios financieros”, explica.

Mario Cervantes coincide en que se trata de un fenómeno multifactorial: “Las instituciones financieras tienen requisitos muy estrictos, a veces inalcanzables, lo que lleva a que las personas, en su desesperación, confíen en estas aplicaciones”, remarca.

La situación se complica cuando se trata de jóvenes que enfrentan altos índices de desempleo y ofertas laborales mal remuneradas, lo que los lleva a optar por el comercio informal. “Y, obviamente, no hay forma de comprobar que están trabajando”, lo que dificulta garantizar la estabilidad económica necesaria para acceder a un préstamo.

También señala un cambio en las expectativas laborales de los jóvenes. A diferencia de las generaciones anteriores, los jóvenes de hoy ya no buscan empleos en empresas para quedarse a largo plazo. En cambio, prefieren encontrar maneras de obtener más ingresos en menos tiempo y sin tener que acudir a una oficina, pero dentro de la informalidad. Este fenómeno es consecuencia, en parte, de “la cerrazón de la cultura empresarial, que no se adapta a las nuevas condiciones de los jóvenes”.

Falta de regulación

Antonio Sánchez Sierra, de la UdeG, señala que existe una omisión legislativa en relación con las empresas de servicios financieros, ya que las entidades de préstamos de bajo monto no cuentan con un esquema de verificación de su operación, no están reguladas, y la Condusef carece de facultades para intervenir. “Estas aplicaciones y los esquemas que manejan dinero deberían estar regulados por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y por la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros [Condusef] pero como no existe una obligatoriedad legal para que las aplicaciones electrónicas se registren, estas empresas montan una fachada, se dan de alta en Hacienda y evaden todo tipo de regulaciones, operando en la informalidad financiera”, explica.

El académico añade que la ley sí contempla la oferta de servicios financieros en medios electrónicos, “pero concretamente, la Condusef no tiene todas las facultades para revisar estas apps, siempre y cuando no existan procedimientos en su contra. Como no hay quejas abiertas, la Condusef simplemente considera que están operando dentro de la ley”, señala.

Carlos Mireles, de la Escuela de Negocios del ITESO, también considera que “hay un vacío” en la legislación en cuanto a créditos. “En el ámbito social, cualquier app puede emitir un crédito, y es necesario que existan ciertos candados y regulaciones, tanto para las instituciones formales como para las que operan a escala informal, y mucho más en estos casos que son claramente extorsión y fraude”, advierte.

En cuanto a las regulaciones necesarias para frenar las aplicaciones montadeudas, Mireles explica que en México los mecanismos se van adecuando sobre la marcha, ante la reciente aparición de estas prácticas. “Las autoridades sólo pueden actuar cuando hay una denuncia formal contra una aplicación en particular”, indica.

Sin embargo, para Ignacio Román la regulación es clave para contrarrestar este fenómeno: “Las estrategias gubernamentales deben enfocarse en establecer puntos de apoyo públicos en política financiera más clara en favor de los emprendimientos juveniles, y una política de mejor regulación de las instituciones financieras formales, de tal manera que sientan una presión real para generar mejores apoyos y condiciones hacia las unidades económicas de menor tamaño y hacia los jóvenes”.

Combate al delito

En 2022, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Ciudad de México realizaron un operativo que llevó a la detección y el desmantelamiento de alrededor de 100 aplicaciones de préstamos fraudulentos. Durante este operativo se incautaron más de 15 mil tarjetas SIM, 400 computadoras y teléfonos celulares que eran utilizados para los cobros ilegales. Estas “empresas” realizaban cobros a usuarios de Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey y hasta de Colombia.

A pesar de estas acciones, a dos años de estos operativos, las aplicaciones continúan apareciendo en las tiendas digitales como Google Play. Aunque la plataforma periódicamente elimina aquellas que identifica como fraudulentas, otras siguen operando y ofreciendo sus servicios.

Las políticas de Google en relación con los servicios financieros prohíben aplicaciones que expongan a los usuarios a productos y servicios financieros dañinos o engañosos relacionados con la gestión o la inversión de dinero y criptomonedas, incluido el asesoramiento personalizado. Sin embargo, las financieras fraudulentas han encontrado maneras de seguir operando y aparecer en la tienda digital. Cambian de nombre constantemente para evitar ser identificadas o utilizan nombres similares al de empresas debidamente constituidas. Entre las aplicaciones denunciadas están Quick Money Pro, Dinero Ya, Listo Efectivo, Okrédito, Feliz Cash, Lana Hoy y ListoBuy, entre muchas otras.

En el punto máximo de la presión, María decidió contarle la situación a su esposo, quien comenzó a investigar y se dio cuenta de que estaban siendo víctimas de aplicaciones montadeudas. “Después de ver todo y escuchar muchos testimonios de gente afectada, decidí dejar de pagar, no contestarles el teléfono y avisar a mi gente cercana y querida que estaba siendo víctima de extorsión. Realmente no es fácil salir de esto, pero lo que me ayudó fue estar informada”, cuenta María.

Mireles identifica algunas señales que pueden indicar que una aplicación es fraudulenta. Entre ellas, pedir un adelanto para conceder el préstamo, acceder a información sensible en el teléfono móvil, como contactos y fotografías, y no ofrecer información clara sobre el costo anual del crédito: “Entonces empiezas a darte cuenta de que el conjunto de prácticas es ilegal. Además, las instituciones financieras autorizadas por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores aparecen en el registro del Sistema de Registro de Prestadores de Servicios Financieros, que es el principal filtro de consulta para verificar si una empresa es legal o ilegal”.

Cómo evitar ser víctima

La Ciberguía 3.0, del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública,1 advierte que estas aplicaciones “aparentan ofrecer muchos beneficios, pero es muy riesgoso contratarlas. Por desconocimiento, las víctimas permiten a las apps acceder a sus datos, lo que facilita la extracción de información sin que se den cuenta.

Posteriormente, los delincuentes amenazan, desprestigian y extorsionan a las víctimas para que paguen cantidades que no corresponden a las inicialmente pactadas. Además, la guía señala que “aunque se salde la deuda, las exigencias de pago pueden continuar, y nunca se sabrá el destino ni el uso de la información personal extraída”.

Para evitar ser víctima de estas estafas, las autoridades recomiendan no dejarse llevar por la urgencia y la rapidez para obtener un crédito. Es fundamental no proporcionar datos personales, identificaciones oficiales o tarjetas bancarias. En su lugar, se debe acudir únicamente a instituciones financieras reguladas por la Condusef. Asimismo, al instalar una aplicación se le deben otorgar permisos sólo a los recursos básicos del teléfono, y cancelarla si solicita acceso a contactos, cámara, galería de imágenes, micrófono, ubicación y archivos. Además, es recomendable leer los comentarios y evaluaciones de otros usuarios en la tienda de aplicaciones para conocer sus experiencias y detectar posibles riesgos. En caso de ser víctima de una aplicación montadeudas, la Ciberguía 3.0 sugiere tomar capturas de pantalla, guardar conversaciones y movimientos bancarios, y recopilar toda la evidencia posible para denunciar ante las autoridades. También es importante ingresar al portal desde donde se descargó la app para reportarla y avisar a los contactos sobre la situación, para evitar que también sean defraudados.

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MAGIS, año LX, No. 501, septiembre-octubre 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de septiembre de 2024.

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