La niñez que nos sana
Luis Orlando Pérez Jiménez – Edición 457
Aproximémonos a un modo de ser de la justicia que consiste en la siguiente certeza que se experimenta si se pone en práctica: recibir al otro es recibirse a sí mismo
En esta ocasión les invito a ver, oír y mirar el nacimiento del campesino de Nazaret que nos propone Ignacio de Loyola en el número 110 de Ejercicios Espirituales. La experiencia de esta contemplación puede ser medicina para el corazón. Aproximémonos a un modo de ser de la justicia que consiste en la siguiente certeza que se experimenta si se pone en práctica: recibir al otro es recibirse a sí mismo.
Ver. La primera sugerencia es, al estilo de un pintor, dibujar la siguiente escena en nuestro interior. Delinear con rasgos y colores propios cada una de las personas ahí presentes: una mujer a punto de dar a luz; un varón que, con delicadeza, se cerciora de que todo esté listo para recibir al niño que está por nacer. Todo esto ocurre en un lugar llamado el portal de Belén, un sitio austero y contrastante frente a la grandeza de una vida humana.
Oír. Ahora es momento de imaginar los diálogos entre las personas presentes en la escena. ¿Qué se dicen?
Mirar. Intenta poner al descubierto lo invisible. Hay una realidad más profunda que está brotando de la oscuridad: una luz va a nacer. Su primer efecto es que la mujer ahora puede llamarse a sí misma mamá. El primer acto del varón en la escena que lo convierte en papá es hacerse cargo del niño. Este hecho le dará rumbo y proyecto en los siguientes años.
En la escena se escucha el llanto del niño. Esas lágrimas nos dan acceso a un secreto: la cercanía corporal es lo que calma el corazón del bebé. Cargarlo en los brazos y arrullarlo hace que la criatura se experimente segura. El cariño de las manos se hace narración; y la ternura acaba de llegar.
La dulce vida que está en sus brazos ahora comienza a recrear su existencia con su pequeñez y su fragilidad. La debilidad hecha carne es ahora la palabra que cura exclamando con su sola presencia: “Soy tu hijo”.
Hasta aquí la escena de una niñez que inicia y que hace crecer la vida. m.