La isla de Eigg es un ejemplo de cómo una comunidad puede depender hasta en 95 por ciento de las energías alternativas
Fotos de isleofeigg/Flickr y Paul Hackett
Con la colaboración del Sol, del mar y del viento, la isla escocesa Eigg saltó a la fama cuando, en 2008, se convirtió en la primera comunidad en el mundo que dispuso de una red eléctrica no tradicional que satisfacía todas sus necesidades.
Hasta entonces, la isla, perteneciente al archipiélago de las Hébridas y situada a 24 kilómetros de la costa oeste de Escocia, había dependido de un par de generadores diésel. Pero sus habitantes tomaron cartas en el asunto y, de forma autodidacta, pusieron en funcionamiento un sistema que consiste en cuatro turbinas eólicas, así como cinco generadores hidroeléctricos que aprovechan la energía del agua corriente, y una buena cantidad de paneles fotovoltaicos que, durante los largos días del verano boreal, hacen la mayor parte del trabajo.
Organizada como una propiedad comunitaria que brinda su servicio a los 100 residentes, la compañía eléctrica de la isla es operada por seis personas, entre las que se incluyen el panadero, la tejedora y el jardinero de la isla.
El proyecto inicial recibió un apoyo de dos millones de dólares, aportado por el Fondo de Desarrollo Regional de la Unión Europea. Por considerarse un ejemplo de cómo una comunidad puede depender hasta en 95 por ciento de las energías alternativas, la isla Eigg se ha convertido en un lugar de peregrinación para investigadores de todo el mundo. .