“La divulgación de la ciencia busca el chispazo de la inquietud”
Juan Carlos Núñez – Edición 421
En un país con pobre cultura científica como México, el trabajo de Julieta Fierro se ha distinguido por su innovación y su frescura: ha sabido utilizar la danza, la música, el teatro y hasta los códices prehispánicos para sembrar la curiosidad científica.
La señora se quitó el mandil de cuadritos, dejó las bolsas del mandado en el suelo y con una sonrisa temerosa se dispuso a recostarse sobre la cama de clavos. No era un acto de faquirismo ni de tortura. Era un experimento que la divulgadora de la ciencia Julieta Fierro llevó al Metro de la ciudad de México. “Yo misma hice la cama, martillé cada uno de los clavos, eran muchísimos. Me quedó un poco irregular, pero funcionó muy bien. Los clavos estaban filosos. Llevé globos para que la gente viera cómo estallaban”. La divulgadora de la ciencia le explicó a la mujer que si se acostaba con cuidado, el peso de su cuerpo se repartiría entre todas las puntas de metal y a ella no le pasaría nada. La señora le creyó y así fue. “Al día siguiente, regresó con sus niños y fue ella misma quien les explicó lo que el día anterior yo le había explicado. Fue lo máximo. Ésa es la experiencia que, como divulgadora, más me ha conmovido”.
Julieta Fierro Gossman nació el 22 de febrero de 1948 en el Distrito Federal. De niña quería ser “mamá y cirquera, especialmente trapecista”. La vocación de científica, y en particular la de astrónoma, fue algo que descubrió después, de forma paulatina. “En aquella época la figura de un científico no era tan común como ahora, y menos la de una mujer científica. Yo iba a un colegio francés y siempre sacaba cero en ese idioma, además leía fatal. En cambio, me iba muy bien en matemáticas. Eso me salvó. Como era lo único en que siempre sacaba diez, pues pensé que iba a ser matemática”.
Pero sus habilidades matemáticas pudieron haberla llevado a la administración, las finanzas o la contaduría…
Sí, pero mi mamá murió cuando yo tenía 13 años y mi hermana grande, que tenía 15, me dijo que yo era tontita y que no iba a poder ser matemática. Me dijo también que mejor estudiara física porque era algo más práctico y porque había una opción terminal que era maestro de física. Así que si estudiaba eso al menos podría conseguir trabajo como profesora. Entonces le hice caso a mi hermana, pero cuando llegué a la Facultad de Ciencias tomé todas las optativas de astronomía y me clavé con eso.
Tanto “se clavó” esta mujer de cabello largo y lacio, que desde 1969 es investigadora del Instituto de Astronomía de la unam. En esa universidad estudió física y astrofísica, y se ha forjado una larga trayectoria como profesora de la Facultad de Ciencias. Julieta Fierro presidió la Comisión de Educación de la Unión Astronómica Internacional y fue directora de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, además de presidenta de la Asociación Mexicana de Museos de Ciencia y Tecnología, entre muchos otros cargos. Es autora de 23 libros y ha recibido diversos premios nacionales e internacionales.
¿De niña no le interesaba mirar al cielo?
No, no. Eso fue una pasión que descubrí ya de grande. Recuerdo que mi papá me enseñó un cometa una madrugada y me pareció lindísimo. Y había en la casa libros muy bonitos con imágenes de los planetas y me encantaba hojearlos, pero yo lo que quería era ser matemática.
¿Cómo comenzó su interés por la divulgación de la ciencia?
Yo creo que todo empezó, sin darme cuenta, cuando murió mi mamá. Teníamos un hermanito con síndrome de Down y yo siendo una niña llegué a la conclusión de que podía enseñarle todo, cualquier cosa, estaba segura de que él también podía aprender todo lo que yo ya había aprendido. Creo que al tratar de enseñarle a mi hermanito lo que yo sabía, aprendí a traducir el lenguaje para poder explicar las cosas de manera clara y sencilla.
¿Qué es para usted la divulgación de la ciencia?
Es un mapa. Cuando ves un mapa de México sabes claramente que eso no es México. Es una representación que te sirve para ubicarte y puedes tener muchos tipos de mapas según lo que te interese y te ayude. Hay mapas de migración, mapas turísticos, mapas de recursos hidráulicos, un sinfín de representaciones según los propósitos y las necesidades que se te presenten. Para mí, eso es la divulgación; un buen conjunto de mapas que te ayudan a entender la naturaleza y a tomar buenas decisiones.
¿Es sólo un primer vistazo a los temas?
Sí, la divulgación de la ciencia solamente logra el chispazo de la inquietud. No se puede esperar que después de escuchar una conferencia o de asistir a un museo alguien ya tenga una cultura científica muy sólida, pero la divulgación sí logra generar ese primer interés que puede después llevar a la gente a profundizar. Por esta razón yo suelo regalar libros en las actividades que organizo, porque tengo la ilusión de que alguien a quien se le despertó el interés por esos temas durante la conferencia, después va a leer sobre ellos. Es ahí donde se pasa de la curiosidad al aprendizaje, ahí es donde esa persona va a hacer suyo el conocimiento.
Ciencia y arte
Julieta Fierro corre, literalmente, de un lado a otro del escenario en un enorme salón repleto de personas que siguen con interés los experimentos que realiza y que aplauden efusivamente los chistes que hace. La astrónoma participa en el III Coloquio Internacional de Cultura Científica, llevado a cabo en diciembre pasado, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Su público no son sólo científicos o divulgadores. En el auditorio hay, sobre todo, “público en general” de las más diversas edades.
La astrónoma lleva tres enormes bolsas amarillas de las que va sacando sus “triques”, como ella les llama. Títeres, papelitos de colores, focos, listones, discos compactos… Con una estructura formada por pequeñas piezas de plástico que se agranda y se contrae, explica cómo es que el universo se expande. La deja en el suelo y corre de nuevo a sus bolsas para sacar la reproducción de un larguísimo códice prehispánico. Baja del escenario y le pide al público que le ayude a extenderlo. El papel se despliega a lo largo del pasillo mientras Julieta habla de la historia y del espacio.
Sube de nuevo al escenario y muestra una serie de fotografías. Se trata de un grupo de bailarinas que con su danza le ayudan a explicar temas científicos. Cuenta de su pasión por el baile y habla de las mareas.
Vuelve a bajar del escenario. Reparte papelitos traslúcidos de diferentes colores y pide a la gente que mire a través de ellos una fotografía de una galaxia que proyecta en una pantalla. Mientras, de nuevo arriba, explica cómo los colores ayudan a los astrónomos a conocer la composición de las estrellas.
Baja de nuevo y toma de la mano a varias personas. Vuelve con ellas al escenario y las pone a bailar. Entre ellas está el doctor Ruy Pérez Tamayo, uno de los más destacados científicos mexicanos. A sus 86 años, el Premio Nacional de Ciencias, igual que los niños, las mujeres y los jóvenes que tiene al lado, sigue atento y divertido los pasos de baile que marca Julieta.
La danza dura unos cuantos minutos y Fierro vuelve a bajar del escenario para acompañar al doctor a su lugar. Y sube de nuevo para hablar de la divulgación de la ciencia. Jadea un poco, pero no mucho. Dirá después que haber retomado sus clases de ballet le ha dado una buena condición física.
Hace un experimento y luego otro. Las bolsas amarillas se van quedando vacías. Uno de los organizadores le hace señas para indicarle que el tiempo se acaba. Entonces ella corre y se trepa a la mesa de mantel verde que está en el escenario. Y camina hasta el borde mientras habla de los límites del universo.
Termina así su conferencia. El público se pone de pie para aplaudirle. En la puerta del auditorio decenas de personas la esperan para pedirle autógrafos y retratarse junto a ella. La siguiente conferencia tarda en comenzar porque el alboroto se prolonga.
Parece usted una estrella de rock…
Bueno, soy popular.
¿Se divierte?
Sí, claro. Mucho.
¿Es cansado?
Si es muy seguido, sí. Si no, es muy divertido. Yo pienso que es como con las divas de la ópera. No es una ópera cada noche, es una o dos por semana, no más.
¿Cuánto tiempo tarda en preparar los experimentos y sus “triques”?
Mucho. Los utilizas unos cuantos minutos, pero la preparación lleva mucho tiempo y mucho trabajo. Ayer estaba pensando en eso mientras recortaba los pedacitos de papel de colores que utilizamos hoy. Sirvieron unos minutos, pero yo me divierto y sobre todo vale la pena si ves que sirven para algo.
Algunos de los experimentos parecen trucos de magia. ¿Qué diferencia hay entre un divulgador que hace algunas cosas sorprendentes y un prestidigitador?
Hay una diferencia fundamental y es la explicación. La magia te sorprende, despierta tu curiosidad y te genera la pregunta: ¿cómo le habrá hecho el mago?, pero nunca tendrás la respuesta. En la magia el chiste es no saber, ésa es la ilusión. En estos ejercicios de divulgación la primera parte es igual; sorprendes a la gente y le generas la pregunta, pero luego le das la explicación, le dices por qué sucedió eso que resulta tan sorprendente. La explicación es la gran diferencia. Cuando los niños comprenden qué ocurrió y pueden después explicárselo a otros niños, a sus papás o a quien sea, el experimento y por qué funcionó, ellos ya han entendido esa ciencia.
A quién le toca hacer las tareas de divulgación científica, ¿a comunicadores que sepan de ciencia o científicos que sepan de comunicación?
Yo creo que es una tarea de equipo. Deben ser comunicadores y científicos juntos. Y que cada quien aporte sus habilidades; yo creo que esto sería lo ideal.
¿Y los artistas?
Sería magnífico porque los artistas tienen una capacidad expresiva impresionante y se puede lograr una excelente presentación de temas científicos por medio del arte.
Se lo pregunto porque en algunas de sus conferencias participan bailarinas. En ellas usted integra dos ámbitos que suelen estar separados, ciencia y arte.
Sí, ahora no pude invitarlas, pero cuando trabajamos juntas le dan mucha mayor emoción a la conferencia, la visten muchísimo. El arte me ha funcionado realmente bien porque el público ve representaciones plásticas muy hermosas de algunos de los temas científicos que trabajamos. La gente no puede estar mucho tiempo sólo escuchando conceptos, especialmente cuando los temas no son algo que forme parte de su actividad más cercana o profesional. Cuando podemos representar estos “nuevos” conceptos con diferentes recursos, las personas los captan muy bien y disfrutan de la música y de la danza. Además, a las bailarinas también les gusta porque aprenden a hacer ciencia, descubren cosas interesantísimas que nunca se imaginaron.
No a todos los divulgadores les gusta bailar y treparse a las mesas. ¿Qué opina de los trabajos de divulgación que son menos espectaculares que los que realiza usted?
Yo creo que lo más importante, independientemente de qué hagas, es que te sepas poner en el lugar del otro. Que hagas ese esfuerzo. Luis Felipe Rodríguez, por ejemplo, es buenísimo y es un señor solemne. Hace charlas muy interesantes y le salen muy bien. Yo creo que en cualquier caso, lo primero que tienes que pensar es que al otro le interesa lo que quieres decir, no tienes que llegar con cara de que se van a aburrir, de ¡qué fracaso! Tienes que tener claro también que la gente no sabe lo que le vas a decir, tienes que ser cuidadoso para que no te pase que lo que digas ya todo el mundo lo sepa. Y después tienes que ir con calma, pensar qué es lo que quieres decir sin pretender querer decirlo todo de golpe, sino sólo un par de cosas a la vez nada más, y que enfatices eso. Luis Felipe lo hace muy bien, trata dos o tres conceptos con gran claridad y de una manera deslumbrante.
¿Qué responde a quienes consideran que las formas de divulgación más juguetonas, al estilo de las que usted hace, son demasiado superficiales y vulgarizan el conocimiento?
Por eso yo insisto en que la divulgación no es la ciencia, como la ciencia tampoco es la naturaleza. Y por eso también la equiparo con un mapa: es una forma de generar interés. En mi opinión, el propósito de una experiencia de divulgación no es que la persona aprenda todo un tema en ese instante, sino que se interese; que si le gustó busque información, que si encuentra una revista o un libro sobre el tema se detenga a verlo.
En algunas ocasiones parece que la divulgación de la ciencia consiste básicamente en la difusión de una serie de datos curiosos sobre la naturaleza; la mariposa que vuela cientos de kilómetros, un animal que come el doble de su peso… ¿No hace falta establecer coordenadas más generales para darle mayor sentido a la información y que no quede como una serie de anécdotas simpáticas?
Sí. Yo creo que tiene que haber una matriz. Hay muchas maneras de hacer divulgación. A algunos les gusta enganchar con el dato curioso y hay gente más solemne a la que no le gusta. Yo creo que entre más recursos utilices tienes más probabilidades de que le atines a los gustos y a los intereses de las diferentes personas. Hay además distintos medios para hacer divulgación y cada uno tiene sus propios lenguajes, sus alcances y sus limitaciones. Entonces hay que tener también eso en cuenta para aprovecharlo. No es lo mismo hacer radio que televisión, internet, conferencias o talleres, cada uno requiere una preparación diferente.
Actividad menospreciada
En la sesión de fotos, Julieta Fierro se divierte tanto como en su conferencia. Baja de su habitación del hotel con sus dos bolsas amarillas llenas de “triques” y comienza a juguetear con ellos. Mete la cabeza en la estructura esférica que representa al espacio, luego la lanza hacia arriba, posa junto a sus títeres, se envuelve en el códice, hace gestos, levanta las manos.
¿Nunca se aburre?
No, esto es lo mío.
¿Ha crecido el interés por estas actividades?
Mi percepción es que sí. Cada vez te invitan a más cosas, cada vez hay más programas en los medios, pero no tenemos un registro completo de todo lo que existe y eso es lamentable.
¿Es difícil hacer divulgación de la ciencia en México?
No hay un estudio que nos ayude a hacer una valoración general. Existen experiencias que uno va conociendo aquí y allá, pero no tenemos el panorama completo. El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) no ha hecho un estudio al respecto. Lo comenzó a hacer, pero lo dejó a medias. Entonces no sabemos qué actividades hay, cuánto cuestan, cómo se hacen, con qué apoyo, cuáles son las más efectivas, cómo estamos en relación con otros países. Eso sería ideal.
¿Cuál es la principal dificultad para hacer divulgación de la ciencia en México?
Que la divulgación no se valora en los sistemas de estímulos de las universidades.
¿Se ve como un trabajo de menor nivel que no requiere preparación?
Sí. Y la divulgación es una labor que requiere mucho trabajo, energía, tiempo y creatividad. Es una profesión. Si lo quieres hacer bien se requiere buena preparación. No se trata de llegar y pararte ahí enfrente a ver qué se te ocurre o a repetir lo que ya sabes; hay todo un trabajo muy cuidadoso detrás. Y la divulgación es una tarea muy importante porque cuando la gente conoce la ciencia tiene un nivel de vida más alto, cuenta con mayores recursos para pensar, analizar y resolver los problemas. La cultura científica te ayuda a tomar decisiones.
¿Qué experiencias exitosas de divulgación de la ciencia conoce en el país?
Al principio se hicieron muchos programas de radio porque son baratos, luego surgieron muchas otras iniciativas. Yo creo que algunos museos de la ciencia son muy exitosos. Hay muchos programas de radio y de tele, y muchas revistas también muy buenas. Por todos lados hay cosas interesantes, pero no tenemos un catálogo completo, no sabemos. Es el estudio que no terminó el Conacyt y que sería muy importante realizar.
¿Nota un mayor interés por parte de los científicos por hacer tareas de divulgación?
En México no, por lo que te decía antes, porque es una actividad que no se valora.
Pero ella la disfruta enormemente. “Es mi pasión”, dice mientras se despide apurada. Va a otro lugar para hablar del tema que ha ocupado su día. Se aleja de prisa con sus bolsas amarillas repletas de “triques”. m