La ciudad que no vemos
Moisés Navarro – Edición 485
Existe infraestructura que en realidad no vemos y que es indispensable para el funcionamiento de nuestras ciudades. Sólo notamos su existencia cuando tiene alguna falla
No es inusual que dejemos de ver cosas que están a plena vista. Nos sucede en nuestras casas, pero también en los otros espacios donde habitamos nuestra ciudad. Un extintor, una toma de agua, los recovecos de los túneles, anuncios espectaculares, edificios abandonados, barrios muy marginados. También nos olvidamos de la infraestructura que caducó (postes, tornillos en el suelo, teléfonos públicos que ya no se usan, viejos tendidos de cables) y que nadie se ocupó de quitar correctamente.
Sin embargo, existe infraestructura que en realidad no vemos y que es indispensable para el funcionamiento de nuestras ciudades. Sólo notamos su existencia cuando tiene alguna falla: ya sea que deje de pasar el camión recolector de basura, que una línea de drenaje se rompa, que el agua no salga del grifo o que una tormenta sabotee nuestra energía eléctrica.
Afirmaba mi profesor de Hidrología que no sabemos en realidad qué hay debajo de nuestros pavimentos. Lo decía cuando cambiaron un tubo de drenaje de barro por uno de concreto en el centro histórico de Guadalajara. Existe todo un mundo en el subsuelo de nuestras ciudades: líneas de cableado eléctrico y de fibra óptica, redes de drenaje, agua potable, gas y petróleo; pero también patrimonio enterrado, como la vieja estación de transporte City Hall, en Nueva York, o la ciudad mexica que quedó sepultada bajo Ciudad de México.
Puente de las Damas
Un viejo puente que data de 1791, y que conectaba el centro de Guadalajara con el barrio de Mexicaltzingo, por entonces en las afueras de la ciudad, fue redescubierto en 2016 por accidente, luego de que el ayuntamiento realizara obras de mejora urbana. A partir de entonces comenzaron los trabajos de restauración, según un proyecto que contempla un museo de sitio donde habrá recorridos que se complementarán con una maqueta del puente original, una escultura y material audiovisual.
Túnel emisor Oriente
Luego de 11 años, por fin fue finalizado el Túnel Emisor Oriente, que captará las aguas residuales y de lluvia del oriente de la Zona Metropolitana del Valle de México. Tiene 64 kilómetros de largo y un diámetro de siete metros. El agua recolectada es conducida para su tratamiento a la Planta Atotonilco, una de las más grandes a escala mundial, lo mismo que este nuevo túnel que pretende disminuir el número de inundaciones y captar 150 metros cúbicos por segundo.
Castillo incinerador
Diseñado por Friedensreich Hundertwasser como una especie de castillo con características arquitectónicas atípicas, en Osaka, Japón, se encuentra este recinto donde se incineran los desechos de la ciudad. Se elimina hasta 90 por ciento de los residuos, y el calor de su combustión se utiliza para generar energía eléctrica. Tiene un sistema de reciclaje, el aire que sale de su chimenea es casi limpio y las cenizas han dado lugar a un parque solar y a uno municipal.
Reutilización de agua
Con una red de tuberías de más de 70 kilómetros, Israel ha logrado reciclar hasta 90 por ciento de sus aguas residuales. Estas tuberías desembocan en plantas de tratamiento donde se depuran hasta volverlas aptas para el consumo humano. Son 36 parámetros los que se vigilan para que esto se logre. Una vez depurada, se infiltra en mantos acuíferos destinados para el uso agrícola en pleno desierto. También se reserva agua para el combate a incendios y para la alimentación de afluentes.
La ciudad en la selva
Luego de que las exploraciones tradicionales no dieron los resultados esperados, un grupo de arqueólogos utilizó tecnología cartográfica láser (lidar) para escanear parte de la selva guatemalteca. Esta tecnología reveló la existencia de una ciudad en Petén oculta bajo la selva, en la que se estima que vivieron hasta diez millones de personas. Se encontraron más de sesenta mil casas, pirámides, centros religiosos, plazas, caminos, campos de cultivo y canales de riego.