“La astronomía es el gran misterio de la vida”

colloquium_jose_de_la_herran

“La astronomía es el gran misterio de la vida”

– Edición 408

José de la Herrán es el creador del telescopio óptico más grande de México. Le gusta andar en patines. Fue él quien diseñó las instalaciones de Televisa y de la primera estación de radio FM en México.

Tres aparatos han marcado la vida del ingeniero José de la Herrán: el transmisor de radio, el televisor y el telescopio; y en México ha sido protagonista de su desarrollo. Es el creador del telescopio óptico más grande del país, que se encuentra en el Observatorio Astronómico Nacional ubicado en San Pedro Mártir, en Baja California. Fue el responsable de las instalaciones de Telesistema Mexicano (hoy Televisa), y diseñador de la primera estación FM del país (XEQ, 1947), a la que le siguieron por lo menos cien radiodifusoras más. Es, también, uno de los más activos divulgadores científicos.

Este investigador nacional emérito, de 83 años, que se graduó como ingeniero mecánico electricista en la UNAM, ha recibido varios reconocimientos, entre los que destacan el Premio Nacional de Ciencias en Tecnología y Diseño y el Premio Nacional de Divulgación de la Ciencia. Es cofundador del Museo de Ciencias Universum-UNAM y fundador de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica (Somedicyt).

De la Herrán no vive de recuerdos; los aprovecha para seguir realizando aportaciones en sus diversas áreas de trabajo. El elemento que todos los días dispara su afán de continuar activo es ese ojo curioso que alguna vez observó con detenimiento el trabajo de su padre, quien en 1939 creó las instalaciones técnicas que convirtieron a la estación XEW en La voz de América Latina, en la década de los años cuarenta.

Tampoco descarta la oportunidad de charlar, sea en un foro académico o científico, en una conferencia de prensa o en una reunión entre amigos —donde también puede sorprender tocando el piano o platicando sus aventuras en el patinaje, deporte que practica con entusiasmo.

Ahora que los años le han dejado experiencias y conocimientos, ¿qué es para usted la astronomía?
El gran misterio de la vida, tanto como la creación y la muerte. Al mismo tiempo es un juego, una fuente de conocimiento infinito al que niños, adultos y ancianos no pueden resistirse. Por eso nos gusta tanto. Basta ver un atardecer, una luna llena o una lluvia de estrellas para identificar esa curiosidad con que nace todo individuo. Ya no me sorprende que una conferencia de astronomía —sea mía o de algún colega aficionado, porque no me considero astrónomo— reúna a muchas personas y las mantenga atentas a la imagen y la aportación de datos.

Si la astronomía puede ser de interés para cualquier persona, ¿a qué le atribuye que el público, en general, tenga poca relación con el tema?
A varias razones. Hay muchos ruidos o mitos que alejan: no hay continuidad en los programas de estudio entre educación básica y secundaria, se pierde el estímulo, la curiosidad se empolva y apenas la rescata el morbo de quienes viven de especular sobre el universo. Tampoco es común, lamentablemente, que en los medios de comunicación existan espacios amplios o, por lo menos, seguimiento verdadero, para los temas de astronomía o de ciencia en general. Sólo se aborda en momentos de descubrimiento o controversia.

Entre los mitos, ¿cuáles son los más comunes?
Los hay de diferentes tamaños: todos son graves y lo más complicado es que se transmiten de padres a hijos. Tenemos varias generaciones alejadas del conocimiento astronómico. Uno de los mitos consiste en creer que la galaxia a la que pertenecemos es sinónimo de universo, una enorme mentira que, por increíble que parezca, muchos aún creen. Son miles las galaxias las que integran el universo. Nuestra galaxia es una especie de isla, en mi opinión, apenas “polvito”. Lo peor es que existen muchas mentiras más que alejan a las personas no sólo de la astronomía, sino de la ciencia y la cultura en general.

Siendo usted un hombre que ha contribuido al desarrollo de los medios electrónicos, debe ser preocupante el escaso contacto entre las publicaciones científicas y las producciones de radio y televisión. ¿Qué es lo que más le preocupa y cuál es su anhelo ante esta situación?
Es triste que quienes saben de astronomía sólo sean consultados en momentos de discrepancias entre científicos y políticos: ante descubrimientos que por su relevancia son notas mundiales, como en su momento fue el tema de Plutón, descartado oficialmente como planeta. Los espacios de divulgación se limitan al sector académico y científico, donde hay un público cautivo. El reto es comunicar con quienes seguramente, de manera quizá inconsciente, están interesados en saber sobre planetas, estrellas, galaxias. Hay tanto que contar y tanto que estudiar…

¿Qué han hecho los científicos por mejorar el contacto con los medios, y viceversa?
Quizá ése sea el gran conflicto. No hemos realizado una tarea real, y si se realizó es evidente que no fue exitosa. Sin proponérnoslo, nos limitamos a aprovechar las oportunidades de difundir conocimientos cada vez que surge la oportunidad, y supongo que de igual manera somos vistos por los medios. Es momento de generar una propuesta real. No existe un verdadero enlace entre la astronomía y los medios de comunicación.

Respecto a los conocimientos acumulados desde Galileo Galilei hasta nuestros días, ¿qué avance ha habido?
Tenemos muchos datos, muchas pruebas y, sin embargo, tenemos poco. Lo que hemos acumulado, desde los días de Galileo Galilei a la fecha, no es poco, pero tampoco es suficiente. Aún falta mucho, y eso no debería ser motivo de desánimo, todo lo contrario. Cada vez que descubrimos algo, surge la invitación a conocer más y más. Por cierto, respecto a Galileo hay que tener mucho cuidado al leer lo que dicen que dijo, en lugar de lo que dijo, para no entrar en confusiones. Siempre que me es posible recomiendo la lectura del libro Mensajero de las estrellas.

¿Cuál fue su primer contacto con la astronomía?
Los libros de texto, y ese ojo curioso que todos los seres humanos tenemos en la infancia para apreciar las estrellas y preguntarnos qué es eso y qué hay más allá. Por fortuna tuve un padre que, al escuchar mis dudas, no inventó respuestas: se preocupó por darme datos reales y motivar esa curiosidad. Considero que los padres de familia no deben desperdiciar esa oportunidad de alimentar el interés de los niños por saber acerca del universo.

Luego vino la literatura fantástica, otro aspecto desaprovechado por maestros y padres de familia. En mi caso, terminé de aprender el idioma inglés leyendo libros de ciencia ficción. Si revisamos la literatura, incluso el cine y la televisión, motivan el aprendizaje de la astronomía, pero la falta de seguimiento hace que todo se limite a la fantasía.

¿Cómo podrían mejorarse los programas de educación básica?
Es irónico que la historia de México guarde especial contacto con la ciencia —basta recordar que los calendarios creados por los mayas y los olmecas figuran entre los más precisos—, pero que en cuestión de desarrollo científico, y en particular sobre este campo, vayamos de arriba hacia abajo, de bien a mal. Por fortuna en los ámbitos académicos existen notables avances, pero es triste ver la manera en que muchos maestros de educación básica enseñan a los alumnos sobre el tema. Para colmo, transmiten mitos e incluso les molesta la retroalimentación. La astronomía es tan importante como saber leer y escribir, sumar, restar, multiplicar, dividir; de hecho, las relaciones con ciencias exactas como las matemáticas son evidentes.

2009 ha sido designado el Año Internacional de la Astronomía. ¿Qué emociones y proyectos le generó?
Muchas emociones, y todas son positivas; incluso mis preocupaciones sobre la divulgación científica descartan el negativismo, porque no pierdo la esperanza de ver un mejor panorama. Que 2009 sea elegido Año Internacional de la Astronomía significa que tendremos muchas oportunidades de informar, compartir conocimientos y buscar más y más.

¿Tiene proyectos específicos para este 2009?
Me interesa mucho continuar promoviendo, junto con astrónomos y divulgadores científicos, la creación de una Agencia Espacial Mexicana. La propuesta ya existe y es estudiada por la Cámara de Diputados. Si la respuesta es positiva, recibir luz verde nos permitiría comenzar a trabajar en ello. Ya estamos listos. Por otra parte, quiero continuar en la investigación y el diseño de aceros especiales.

También espero publicar un par de libros que tengo muy bien definidos y avanzados. Cada uno será de historia: narrarán el desarrollo técnico de la radio y la televisión en este país, respectivamente.

¿Qué ventajas inmediatas supondría la creación de la Agencia Espacial Mexicana?
Dejar de ser observadores y analistas de información que nos llega de otros países, de otros centros de estudio. Nos permitiría tener presencia y gran participación en este campo científico, y en particular ante la comunidad espacial internacional. m.

MAGIS, año LX, No. 502, noviembre-diciembre 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de noviembre de 2024.

El contenido es responsabilidad de los autores. Se permite la reproducción previa autorización del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO).

Notice: This translation is automatically generated by Google.