Jalisco frente a la emergencia climática
Eugenia Coppel – Edición 472
No es un problema del futuro próximo: los efectos de la crisis climática ya son visibles en todas las escalas. Mientras el gobierno mexicano apuesta fuerte por los combustibles fósiles, Jalisco presume de tener instituciones sólidas para actuar frente al fenómeno. Según los expertos, sin embargo, las medidas son insuficientes. En las calles, un naciente movimiento de jóvenes, inspirado en Greta Thunberg, exige acciones más radicales
El 1 de julio de 2019, las calles del oriente de Guadalajara amanecieron cubiertas por un metro y medio de hielo. Las fotos y videos de lo ocurrido, que en poco tiempo reprodujeron los medios nacionales e internacionales, mostraban escenas absolutamente atípicas, como si la calzada Lázaro Cárdenas y sus alrededores fuesen una región polar. Desde la zona afectada, el gobernador Enrique Alfaro envió un mensaje a la población a primera hora de la mañana: “Vean el granizo, que parece una nevada… Y luego nos preguntamos si el cambio climático existe: éstos son fenómenos naturales que no habíamos visto y que nos deben llamar la atención sobre esta agenda”.
Apenas un mes antes, el pueblo de San Gabriel, en el sur de Jalisco, fue víctima de otro desastre natural inédito. Una avalancha de agua, lodo, troncos y piedras, provocada por el desbordamiento del río Salsipuedes, inundó las calles y las casas sin que ese día hubiese caído una sola gota de lluvia. El suceso dejó cinco personas muertas, una desaparecida y tres mil damnificadas. Pobladores, expertos y autoridades coincidieron en que el fenómeno ocurrió a causa de la deforestación y la degradación del suelo por los incendios, incentivados a su vez por la multiplicación de los cultivos de aguacate. Desde ese día, el río ha vuelto a desbordarse al menos en tres ocasiones.
El aumento de los días de extremo calor, la creciente intensidad de los incendios en el bosque La Primavera o la epidemia del dengue —en la que Jalisco ocupa los primeros lugares en escala nacional— también se han considerado como manifestaciones locales de la crisis global. “El cambio climático son los cambios en las tendencias y la variabilidad de estos fenómenos”, explica Arturo Balderas, profesor del iteso y líder del observatorio Cambio Climático Cómo Vamos. “Cuando hay una emergencia, es necesario entender hasta qué punto los daños ocurren por el cambio en las condiciones ambientales y hasta qué punto éstas se agravan por la falta de preparación o por procesos que reducen la capacidad adaptativa, como la deforestación o la reducción de recursos a programas de adaptación. Lo que hace el cambio climático es aumentar la probabilidad de que eventos particulares de gran intensidad —como inundaciones y sequías— sean más frecuentes y más severos”. Basta recordar algunas de las noticias de los últimos meses: la inundación y la devastación de las islas Bahamas por el paso del huracán Dorian, los millones de hectáreas quemadas en la selva amazónica, o el derretimiento masivo de hielo en Groenlandia, un fenómeno que los científicos habían previsto para el año 2070.
Vista general después de una granizada atípica en Guadalajara, Jalisco. El granizo alcanzó hasta metro y medio de altura. Foto: EFE/Francisco Guasco
El rol crucial que pueden y deben desempeñar los gobiernos locales es una de las máximas que defiende el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (ipcc, por sus siglas en inglés). Otra es la necesidad de poner en marcha políticas ambiciosas e inmediatas para evitar que la temperatura promedio del planeta aumente más de 1.5 °c con respecto a la de la era preindustrial (1850-1900). El objetivo parece complicado en un mundo que ya es 1.1 °c más caliente y cuyos principales actores —los Estados— siguen sin cumplir los compromisos que adoptaron, primero, en el Protocolo de Kioto (1997) y, más tarde, en los Acuerdos de París (2015). México también se comprometió con metas ambiciosas, que se antojan más que improbables con un gobierno federal volcado hacia la industria petroquímica. Nuestro país es el décimo tercero del mundo entre los que producen más emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), y Pemex ocupa el noveno puesto en la lista de empresas emisoras.
En este escenario resulta cada vez más pertinente atender a lo local, una escala en la que los gobiernos conocen mejor los problemas del territorio y los ciudadanos tienen mayores posibilidades de incidencia. ¿Qué hacen Jalisco y sus municipios para mitigar y prevenir los efectos de la crisis climática? ¿Cuáles son los principales riesgos para el territorio y quiénes son las personas en el gobierno y en la sociedad civil que trabajan para reducir los impactos del calentamiento global? Para intentar responder a estas preguntas, hablamos con autoridades, académicos y los nuevos activistas: jóvenes inspirados por la adolescente sueca de 16 años, Greta Thunberg.
El modelo Jalisco
Sergio Graf Montero recibió el Premio al Mérito Ecológico de México en septiembre de 2018, unos meses antes de convertirse en la máxima autoridad medioambiental de Jalisco. El jurado lo reconoció, entre otros logros, por impulsar en México una práctica novedosa de intervención territorial: las Juntas Intermunicipales de Medio Ambiente (JIMA), una figura institucional que permite la colaboración entre gobiernos locales. Graf trabajó en una asociación similar en Francia, cuando estudió la maestría en Desarrollo Rural, y la puso en marcha desde cero cuando fue director de la Reserva de la Biósfera Sierra de Manantlán, al sur de Jalisco. “Me enfrenté al problema de la poca capacidad de los municipios y, además, a que los problemas de los municipios de la Reserva eran provocados por otros, cuenca arriba, que contaminaban el río”, recuerda el hoy secretario de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet). Así nació la Junta Intermunicipal del Río Ayuquila (JIRA), que tiene casi 20 años de vida y ya se estudia como un caso de éxito en la gestión integral de una cuenca. Fue la primera jima de las nueve actuales (incluido el Imeplan, en el Área Metropolitana de Guadalajara), algunas de las cuales ya cuentan con su propio programa regional de acción climática.
Graf defiende la importancia de este modelo distintivo de Jalisco, porque “es imposible ver resultados sin tener una base institucional adecuada”. Y porque la mayoría de los municipios en México son instancias de gobierno carentes de capacidades técnicas y presupuestales. “En Jalisco hay 16 o 17 municipios con capacidades, pero en el resto del estado no se les puede pedir que atiendan el cambio climático: están pensando en cómo resolver el problema de las banquetas, no tienen dinero para la nómina, mucho menos para instrumentar un plan de acción climática”, señala el funcionario.
Algunas políticas ambientales ya se instrumentan a través de las jima. Graf menciona un programa para reducir la deforestación en las juntas de la costa y otro con agricultores de la junta de la cuenca del río Coahuayana, donde se promueve el tratamiento de los desechos agropecuarios para generar biogás y mitigar las emisiones de metano.
Vista aérea de La Primavera durante un incendio forestal en abril de 2012. En esa ocasión, más de 300 bomberos combatieron el fuego, que estuvo fuera de control durante más de 50 horas y consumió más de tres mil 500 hectáreas. Foto: AFP Photo/Héctor Guerrero
De acuerdo con el Programa Estatal de Acción ante el Cambio Climático (PEACC, 2014), las emisiones de GEI en Jalisco se concentran en cuatro sectores: 60 por ciento en el sector energético —donde 39 por ciento del total estatal es producto del subsector transporte—; 19 por ciento en los sectores
agrícola, forestal y otros usos del suelo; 14 por ciento en los residuos y 7 por ciento en procesos industriales. En promedio, las emisiones por cada jalisciense son de 3.63 toneladas métricas de CO2 al año, una cifra similar al promedio de México, que es de 3.87 tco2 per cápita. (En Estados Unidos, uno de los países más contaminadores, la cifra anual de emisiones por persona es de 16 tCO2.)
Otra fortaleza de Jalisco, según Graf, son los planes estatal y municipales de desarrollo. En el plan de Enrique Alfaro, el cambio climático es uno de los seis ejes transversales de la política jalisciense, lo que implica que todas las dependencias deberían tenerlo en cuenta al diseñar sus programas. Esto contrasta con el Plan Nacional de Desarrollo de Andrés Manuel López Obrador, donde no hay una sola mención a la crisis del clima. “El gobierno federal está poniendo en marcha una política de carbonización en lugar de una de descarbonización”, señala Graf. Desde 2015, Jalisco tiene su propia Ley para la Acción Ante el Cambio Climático, que exige a sus municipios activarse en este sentido.
“Se necesitan cambios radicales”
Diversas organizaciones analizan y predicen la vulnerabilidad territorial ante el cambio climático. De acuerdo con la plataforma Climate Impact Lab, por ejemplo, en 1989 se registraban en promedio 28 días anuales de calor intenso (de más de 32 °C) en Guadalajara. La cifra casi se ha duplicado en tres décadas, hasta alcanzar 52 días calurosos al año. La predicción es que en 2070 la ciudad tendrá 93 de estos días, es decir, tres meses enteros de extremo calor. Según el World Resources Institute, Jalisco tiene un riesgo muy alto de estrés hídrico, lo que afectará a la población y a la industria. Al estado se le conoce como el Gigante Agroalimentario de México por liderar, en los últimos seis años, la producción de alimentos en el país: el valor del sector en 2017 fue de 141 mil 627 millones de pesos. Pero hay un lado negativo de esa cifra, y es medioambiental: cultivos tan rentables como el del aguacate, el tequila o los berries no sólo requieren grandes cantidades de agua, sino que incentivan la deforestación, aceleran la pérdida de suelos por tratarse de monocultivos y emplean gran cantidad de agroquímicos producidos a partir de combustibles fósiles.
“El gran reto es repensar la industria, pero los gobiernos se rehúsan a aceptarlo”, sostiene Pablo Montaño, politólogo por el iteso, maestro en Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable por la University College de Londres y excandidato a diputado federal independiente en 2018. Él coincide con el discurso radical que la activista Greta Thunberg ha repetido en varios foros internacionales: “No se puede atender la crisis climática sin plantearnos cambios radicales. La vida no puede ser la misma. Si queremos dejar de contaminar, de destruir los bosques y de perder especies, no podemos seguir haciendo lo que estamos haciendo”, afirma Montaño. Aunque está consciente de que no es posible desmontar todas las estructuras de tajo, sí cree que el gobierno debería poner en marcha rutas de transición: “¿Cómo hacer para que conviva la industria tequilera con la necesidad de devolver el balance ecológico a las regiones? ¿Cómo podemos seguir consumiendo y produciendo aguacate sin que esto implique deforestaciones, deslaves y pérdidas de suelo? ¿Se puede o no? Todas las actividades hay que ponerlas en tela de juicio”.
Limpieza de la laguna de Cajititlán, en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco. En agosto de 2014, más de 50 toneladas de peces murieron en el lugar y se activó una contingencia ambiental. Foto: EFE/Ulises Ruiz
El también activista de 30 años —miembro de Acción Climática Guadalajara— está de acuerdo en que Jalisco ha dado pasos significativos, como la exigencia de incluir la acción climática en los planes municipales y la existencia de las JIMA, pero sostiene que aún son incipientes y no reflejan los grandes resultados que se necesitan. “La planeación es obviamente muy importante, pero se queda muy corta cuando no responde a las realidades de los cambios de gobierno ni al rezago de los ayuntamientos”, dice.
Evaluar dichos instrumentos de planeación ha sido la primera tarea de la plataforma Cambio Climático Cómo Vamos, una iniciativa no gubernamental impulsada por el observatorio Jalisco Cómo Vamos y el Centro de Investigación y Proyectos en Ambiente y Desarrollo (CIPAD). El profesor del ITESO Arturo Balderas es autor de la investigación que sostiene al proyecto, realizada en la Universidad de Leeds (Inglaterra) con apoyo de la Unión Europea. En el portal, hasta ahora, es posible visualizar 15 indicadores para analizar los planes cada municipio y cada JIMA durante el trienio 2015-2018. Se puede conocer, por ejemplo, si cada plan menciona la acción climática, la reducción de GEI, o si contempla estrategias de adaptación y mitigación. Balderas afirma que su equipo ya comenzó a analizar los planes de las administraciones actuales, y que el objetivo en un futuro será evaluar las políticas y medir los resultados de las acciones concretas que se lleven a cabo.
Los seguidores jaliscienses de Greta
2019 ha sido un año clave en la organización global de ciudadanos jóvenes que exigen acciones inmediatas para atender la emergencia climática. En enero, la activista sueca Greta Thunberg dio un poderoso mensaje en el Foro de Davos ante los líderes del mundo: “No quiero que tengan esperanza, quiero que entren en pánico. Y luego quiero que actúen como lo harían en una crisis, como si nuestra casa estuviera en llamas, porque lo está”. Desde entonces, la joven ha convocado a varias protestas masivas, en las que millones de niños, adolescentes y adultos alrededor del mundo exigen a sus gobiernos acciones radicales para frenar los impactos de la crisis del clima.
El 15 de marzo, los jóvenes tapatíos atendieron al llamado de Thunberg por primera vez. Alrededor de 200 personas —la mayoría estudiantes— se manifestaron frente al Congreso de Jalisco. Allí anunciaron el nacimiento de la rama local del movimiento iniciado por Thunberg, Fridays for Future Guadalajara (Viernes por el Futuro): “Hoy nos unimos a Greta para decirles que en México y en Jalisco también hay jóvenes que no están dispuestos a ver cómo una generación de adultos empeña nuestro futuro y nuestra vida. Se acabó la tregua, aquí estamos y nos van a oír”. Algunos de ellos se propusieron continuar las protestas en la Plaza de la Liberación cada viernes, como hace la propia Thunberg. Algunos participan sólo en las grandes fechas, como en la semana del 20 al 27 de septiembre, cuando más de 5 millones de personas se manifestaron en más de tres mil ciudades mientras en Nueva York se celebraba la Cumbre del Clima. Otras seis localidades jaliscienses tienen grupos registrados en la página de Fridays for Future (Puerto Vallarta, Ciudad Guzmán, Cabo Corrientes, Capilla de Guadalupe, Tepatitlán de Morelos y Villa Corona).
Una joven permanece entre la empalizada luego de las fuertes lluvias en San Gabriel, Jalisco. El desbordamiento del río causó la muerte de dos personas, así como la desaparición de otras cinco. Foto: EFE / Francisco Guasco
El grupo de Guadalajara ha exigido que el gobierno del estado se declare en emergencia climática. Este acto simbólico ya se ha realizado en seis países —Francia, Canadá, Irlanda, Reino Unido, Portugal y Argentina— y en cientos de ciudades, como Nueva York, Sydney y Cracovia. “Oír la palabra emergencia ya te pone en alerta”, explica la estudiante Arlene Bernardo Valle, una de las voceras del movimiento. “Implicaría que todas las acciones que tome el gobierno sean para mitigar esta crisis”. Sergio Graf les respondió que la medida no era necesaria porque el cambio climático ya era una prioridad para Jalisco. El pasado 25 de septiembre, la diputada Rosy Fregoso, del Partido Verde Ecologista, presentó ante el Congreso del estado una iniciativa para hacer la declaratoria.
En un pliego petitorio entregado a Graf, los jóvenes también exigieron que el gobierno estatal contribuya a la concienciación sobre el cambio climático a través de campañas de divulgación y de programas educativos en las escuelas. “Hay mucha ignorancia al respecto”, dice Casandra Palacios, coordinadora de otro grupo organizado, Acción Climática Guadalajara: “Creo que la información es el gran reto de México, porque si la gente no sabe que hay un problema, vamos a seguir igual”. La tercera petición fue crear mesas de trabajo alrededor del tema en las que participen funcionarios, expertos y la sociedad civil.
Para Pablo Montaño, miembro y asesor de Acción Climática Guadalajara, “si el gobierno actual de Jalisco se dedicara en los próximos años a construir un transporte público funcional, digno, que te permita abandonar el carro, sería suficiente” (considerando que el transporte es responsable de 40 por ciento del total de emisiones). El excandidato a diputado considera que las acciones individuales —tales como reducir o eliminar el consumo de carne, no comprar plásticos de un solo uso o reciclar los propios residuos— son “el piso mínimo de congruencia de un activista ambiental”, pero ése es apenas el comienzo. “Necesitamos volver a la colectividad y desde ahí protestar. Tenemos que transformar la crisis climática en una crisis política: que nuestros gobernantes tiemblen porque la gente está exigiendo respuestas. Para eso se necesita la movilización ciudadana”. .