Jabaz, un collage
Gerardo Lammers – Edición 495
Jabaz, el monero que no hace monos, ha encontrado la manera de captar las expresiones más ridículas de los políticos, sin distinción de partido. Y usarlas como materia prima en la creación sus imágenes
Conocí a José Antonio Baz, mejor conocido como Jabaz, cuando él era el editor de La Mamá del Abulón, suplemento humorístico dominical del desaparecido diario Siglo 21, a principios de los años noventa. A la cabeza de un grupo de moneros y fabricantes de chistes estaba este afable diseñador de pelo crespo —detalle importante por la prehistoria cubana que revela (aunque es nativo del barrio de El Santuario)—, que en sus ratos libres y para llenar espacios de colaboraciones no recibidas a tiempo hacía parodias de carteles de películas, como las que aún se publicaban en las secciones de espectáculos de los periódicos, cambiando las caras de los actores por figuras de la política, y las frases publicitarias de los filmes por certeras estocadas alusivas a asuntos de órdenes internacional, nacional, local e incluso doméstico, fiel a su espíritu pacheco y desmadroso. Era el tiempo en que Clinton hacía de las suyas en la Casa Blanca, Salinas de Gortari concentraba todo el poder presidencialista en México y Cosío Vidaurri ya había dejado la gubernatura de Jalisco luego de las trágicas explosiones del 22 de abril.
En su oficina de la calle Lerdo de Tejada, en la colonia Americana, convenientemente ubicada a sólo unos pasos del Salón del Bosque, cantina en la que los abulones sesionábamos a mitad de semana, y que compartía con Jis y Trino, se podía encontrar a Jabaz escaneando imágenes de publicaciones impresas, a las que luego, pacientemente, les hacía zurcidos invisibles en la computadora, práctica habitual en la elaboración de sus fotomontajes.
Cuenta Jabaz que le debe a Emilio García Riera su conexión con la iconografía del cine, pues trabajó junto al crítico e historiador, avecindado en Guadalajara a mediados de los años ochenta, el diseño de los varios tomos de su historia documental del cine mexicano.
Hay quien le atribuye la paternidad del meme. Al estilo de la canción de Los Toreros Muertos, él lo niega. Pero, si nos atenemos al año de su nacimiento, 1952, y a sus primeras colaboraciones en las revistas universitarias unonoesninguno —parodia del extinto diario capitalino unomásuno— y la mítica Galimatías, al lado de Jis, Trino, Falcón y Julio Haro, entre otros, perfectamente podría serlo.
Como sea, Jabaz, el monero que no hace monos, como sostiene su colega Magú en el prólogo gráfico que se presenta en estos días a manera de texto de muro de la exposición antológica El país del nunca Jabaz. De Salinas a López Obrador, en el Museo del Periodismo y las Artes Visuales de Guadalajara —abierta hasta finales de septiembre—, ha encontrado la manera de captar las expresiones más ridículas de los políticos, sin distinción de partido. Y usarlas como materia prima en la creación sus imágenes.
Sus trabajos se incorporan a la gran tradición de cartonistas políticos mexicanos, encabezada por Rius desde los años sesenta del siglo pasado. Además del uso del collage digital, técnica que sigue siendo inusual entre quienes se dedican a este género periodístico, Jabaz logra con muy buena fortuna lo mismo composiciones visuales contundentes y artísticas que diálogos desenfadados e hilarantes. He llegado a pensar que Jabaz no cree en la política, pero deteniéndome a ver sus fotomontajes, cada vez más depurados, luego de casi 40 años de trabajo, desde sus tiempos itesianos de estudiante y profesor novato en la carrera de Ciencias de la Comunicación —años más tarde sería profesor en la licenciatura de Diseño— hasta sus colaboraciones diarias en Grupo Milenio, donde publica en la actualidad, descubro que más bien no ha renunciado a su derecho de ejercer la crítica al poder, a los poderes, ni —cosa no menos importante— a seguir echando desmadre, que de eso también se trata la vida. Y de otras cosas más, como seguir jugando a hacer música, cuidar un pequeño huerto, convivir con su familia, de la que forma parte una jauría, allá a las afueras de uno de los pueblos de la ribera del lago de Chapala, desde donde Jabaz —Pepe o el Jaibo, como también le llamamos— sigue sobreponiendo, con humor e indignación a partes iguales, sus impresiones de esta bizarra nación.
* * *
“La política es una porquería”
“La política siempre me ha caído muy mal”, dice sin empacho José Antonio Baz Nungaray, Jabaz (Guadalajara, 1954), el decano de los cartonistas políticos de Guadalajara. “No me considero un politólogo de ninguna manera, sino todo lo contrario. A través de mi trabajo canalizo el coraje que tengo con los malos gobiernos”. En esta entrevista, realizada hace unos meses en su casa de San Juan Tecomatlán, en la ribera del lago de Chapala, Jabaz recuerda cómo fue que comenzó a hacer sus fotomontajes; y repasa algunas características de los sexenios, de Salinas a López Obrador, que le ha tocado cubrir desde su apreciada tribuna.
¿Cómo fue que te iniciaste en el cartón político?
La primera vez que empecé a hacer este tipo de collages o fotomontajes fue en un periódico que hicimos en el ITESO que se llamaba Unonoesninguno, parodia del diario Unomásuno, que en aquella época acababa de surgir (en Ciudad de México). Ahí colaboraban Jis, Trino y Falcón, entre otros. Fue como la iniciación de un grupo de caricaturistas que estaban estudiando Ciencias de la Comunicación en el ITESO. Estábamos como maestros Manuel Falcón y yo. Yo daba la materia de Comunicación Visual. Ahí fue la primera vez que hice un collage político. Me acuerdo que fue sobre el Negro Durazo, jefe de policía corruptísimo del sexenio de López Portillo [1976-1982].
A diferencia de la mayoría de los cartonistas políticos que dibujan en papel o ahora más recientemente ayudados por la computadora, tú desde el principio has hecho fotomontajes digitales.
Trabajaba en una editorial y en una agencia de diseño donde jugaba con fotografías para hacer fotomontajes y collages para ilustrar libros, portadas y carteles. Con ese oficio adquirido fue como se me ocurrió hacer collages de películas. Ese fue el enlace entre ambas cosas (el diseño gráfico y el cartón político).
¿Cuál es el proceso que sigues para hacer un fotomontaje?
Es muy variable. Hay veces que comienzo a trabajar a partir de lo que oigo en las noticias: alguna imagen se me viene a la cabeza, o de lo que leo en periódicos y revistas. Trato de formular una imagen que sintetice lo que opino. Lo óptimo es cuando no tengo que recurrir al texto, sino que la pura imagen ya lo dice todo.
¿A qué cartonistas mexicanos admiras?
El trabajo de Rius me influenció mucho. Yo fui súper fan de Los Agachados y Los Súper Machos. Su trabajo no nada más se basaba en la caricatura, sino que lo integraba muy bien con imágenes que tomaba de grabados, fotografías, recortes de revistas y periódicos. Aun cuando tengo cierta habilidad para dibujar, nunca logré tener un trazo que me definiera, sino que siempre lo encontraba parecido al de alguien más: imitaba mucho a Naranjo en los achurados, me gustaba muchísimo su trabajo, así como el de Helio Flores y Magú. Siento que ellos me influenciaron en los inicios. Observaba su trabajo, pero también sus críticas. Magú fue el que más me gustó en este sentido de hacer una crítica política con mucho humor.
¿Le aporta algo a tu trabajo el vivir fuera de la capital del país?
La información actualmente llega por internet y permite que, sin importar el lugar del planeta donde te encuentres, logres saber lo que está sucediendo. Eso rompe un poco la cuestión que se tenía de la provincia. Antes los moneros de Ciudad de México eran los que rifaban y los de provincia como que no contaban. Si querías ser un caricaturista reconocido tenías que irte a la capital porque allá estaban los centros de trabajo, los periódicos con presencia en toda la República. Para mí fue muy importante pertenecer a un grupo de caricaturistas —el conformado por Jis, Trino, Falcón y Josel, entre otros— porque demostramos que desde provincia se podía hacer un buen trabajo. Rompimos con el centralismo.
¿Qué opinión te merece la política mexicana en términos generales?
Es una porquería. Todos los que andan en la política andan tras de lo mismo: el poder y llegar a un puesto que les permita robar. La alternancia ha permitido ver que la corrupción no era nada más del PRI. Ellos (los priistas) tienen un estilo de robar. Pero llegaron los panistas e instituyeron otro estilo de robar, un poco más obvio. La política es una porquería por donde se le vea.
¿Sientes que eso no tiene vuelta atrás? ¿Se puede hacer algo para que no sea así la política?
Creo que nos falta muchísimo por aprender. Es algo que no es nada más de países en desarrollo o países jodidos. También se observa la misma situación en países que supuestamente son de primer mundo y que son acá muy civilizados y aparentemente muy democráticos. Se está viendo que no.
¿Será que es un asunto que tiene que ver con la naturaleza humana?
No, creo que no. No soy pesimista del todo, pero sí creo que nos falta mucho como humanidad para llegar a una situación de justicia donde podamos convivir respetándonos, y donde seamos capaces de distribuir la riqueza entre todos. Aunque no sé si vamos a tener tiempo para eso, porque lo que estamos viendo con el cambio climático, y que no toda la gente se quiere dar cuenta, es algo ya urgente. Ya vamos muy tarde en las respuestas que se tienen que dar para evitar la catástrofe. A ver si aprendemos.
Recuerdo que comenzaste a hacer cartón político de manera más regular cuando Carlos Salinas de Gortari era presidente. ¿Cómo recuerdas esa época a finales de los años 80 en términos de democracia y libertad de expresión?
Cuando yo empecé a hacer fotomontajes políticos tenía la limitación de que no podía utilizar la cara de Salinas. En esa época era muy claro que había tres personajes con los que no te podías meter: el presidente, la Virgen de Guadalupe y el ejército. Fue durante la última etapa del sexenio de Salinas, cuando ocurrió la revuelta del EZLN y cobramos conciencia de lo mal que estaba la política, que al gobierno no le quedó de otra que abrirse, pero no fue una concesión. Aquello era una olla exprés que si no ponías una válvula de escape tronaba. Fue la época en que La Jornada empezó a ser un medio importante, con una crítica muchísimo más abierta y directa hacia el gobierno. Estas conquistas en cuanto a la libertad de expresión favorecieron mi trabajo, me sentí más libre. Con Zedillo ya se te permitía burlarte de una manera más abierta y hacer una crítica más puntual y fuerte.
A Zedillo lo sacaste bastante en tus cartones.
Sí, Zedillo era clientazo. Se prestaba por su humor involuntario, con comentarios como el de “no traigo cash” —frase dicha por el entonces presidente a una mujer indígena que se le acercó en la calle para venderle artesanías.
El triunfo de Vicente Fox fue muy sonado por haber sacado al PRI de Los Pinos. Al igual que ocurrió con Zedillo, Fox fue centro de la crítica. También Marta Fox, la vocera convertida en primera dama. Sin embargo, la gestión de Fox como presidente, más allá de su florido lenguaje y sus constantes equivocaciones en los medios y actos oficiales, terminaron por provocar un desencanto en los ciudadanos. ¿Cómo aprecias el gobierno de Fox a la distancia?
En ese sexenio fue cuando la primera dama fue blanco de críticas por parte de los caricaturistas porque se metió demasiado en la política. Fue una primera dama muy presente en las decisiones. En cuanto a la libertad de expresión fue un escalón más porque ya se podía hacer una crítica a la primera dama. Anteriormente se le mencionaba muy poco.
A Calderón muchos lo recuerdan como el presidente que le declaró la guerra al narco. A diferencia de Fox, en cuyo sexenio parece que hubo una libertad de expresión casi total, con Calderón hubo un endurecimiento.
Sí, hubo una vuelta atrás en cuestión de libertad de expresión. Me acuerdo que en el periódico nunca tuve dificultad con mis cartones sobre Fox y Martita. Pero con Calderón empezó a haber censura. Es decir, sí había personajes con los que el editor tenía que dialogar o que te llamaban la atención acerca de algún cartón. Hubo más cuidado por parte de los medios. Con lo que se está sabiendo ahora de García Luna y de todo ese equipo de gente, se entiende por qué.
Después de Calderón regresó el PRI con Peña Nieto, un sexenio marcado por la corrupción. En términos de la libertad de expresión da la impresión de que fue un gobierno tolerante, por una parte, y, por la otra, que derrochó mucho dinero a la prensa en general y a ciertos periodistas en particular. ¿Cómo percibiste el sexenio de Peña Nieto?
Fue de una corrupción galopante, como nunca se había visto. No se entendía cómo el PRI pudo volver de esa manera, tan cínica. Hubo una distribución de dinero a medios, a intelectuales, posiblemente dinero escondido, pero financiando proyectos de intelectuales. De alguna manera eso lo hizo el gobierno para no recibir la crítica de ese grupo de gente, que yo creo que siempre lo ha habido: los intelectuales que se pliegan al gobierno para recibir ese tipo de beneficios. Creo que Peña Nieto aprovechó muy bien eso, como anteriormente lo había hecho Salinas. El sexenio de Peña Nieto sí fue más abierto en cuanto a libertad de expresión, no le quedaba de otra. Casos como el de la “Casa Blanca”, destapado por Carmen Aristegui, lo marcaron.
¿Cómo te explicas la llegada de López Obrador al poder luego de varios intentos?
Por hartazgo. López Obrador ofreció acabar con esa corrupción tan fuerte del sexenio de Peña Nieto. Y no nada más acabar con eso, sino llevar a la cárcel a los responsables. Esa fue la bandera de campaña de López Obrador, lo que lo llevó al poder. La gente votó por ese cambio, el cual no ha ocurrido.
López Obrador representa la llegada del primer presidente mexicano proveniente de la izquierda. Hasta donde puedo ver, eres un ciudadano que se identifica con las causas de la izquierda. Y, sin embargo, tu trabajo se ha distinguido por criticar de manera fuerte al gobierno de López Obrador. Se percibe claramente que no te simpatiza. ¿Te ha decepcionado López Obrador como un presidente de izquierdas?
No me ha decepcionado porque nunca creí en él. Creo que la bandera que pone de izquierda cada vez se le deshilacha más. Lo que se está viendo es que es de un conservadurismo espantoso. Con las acciones que está tomando termina siendo completamente de derecha. Se fue contra las feministas. Dice que primero los pobres, pero no. Primero los pobres en cuanto a regalarles el dinero. No hay un plan donde se pretenda acabar con la pobreza o una mejor distribución de la riqueza. El darle directamente el dinero a la gente más jodida no es beneficiarla. Hay que poner las condiciones para que esas personas hagan dinero por ellas mismas con su trabajo. Así debe ser. Cuando tú regalas el dinero ni siquiera es bien recibido. No se gasta en lo necesario. A mí me ha tocado ver a chavos de secundaria que están recibiendo becas que se lo gastan en caguamas y lo presumen en redes sociales: se toman un selfie diciendo: “¡eh, gracias por la lana, viejito!”. No ha bajado la pobreza, al contrario, ha aumentado. López Obrador presume de que no tenemos deuda; al contrario, tenemos una deuda espantosa. Lo dicen los especialistas. No son programas, los de López Obrador, que vayan a favorecer una mejor distribución de la riqueza. Lo que están distribuyendo es la pobreza.
Durante estos casi 40 años en que te has dedicado al periodismo, y en concreto al cartón político, has visto la caída del PRI, la transición al panismo, el regreso del PRI y el ascenso de un partido nuevo como Morena. ¿Cómo observas la salud de la democracia mexicana en estos momentos?
Muy mal porque lo que veo venir es lo que ha estado manifestando este movimiento de Morena desde hace mucho: que no le interesa la democracia. Ellos quieren manipular las elecciones. Por eso los ataques continuos hacia el INE. El INE puede tener defectos, pero ha sido una institución que ha ido evolucionando, que se ha fortalecido y que gracias a ello López Obrador llegó a la presidencia. O sea, gracias a esa evolución del INE y a ese fortalecimiento fue como se llegó a que las elecciones fueran creíbles para los mexicanos. López Obrador llegó legalmente, lo que no sucedió con Calderón. Y lo que se está viendo es que una vez que llegó lo está dinamitando. Veo con mucho temor lo que está pasando y, sobre todo, la cuestión del respaldo a los militares. Con todo el dinero y las concesiones que les está dando, les da aduanas, les da puertos, les da construcciones de aeropuertos, el beneficio de la administración del Tren Maya, el del AIFA, ¿de qué se trata?
Desde hace varios años y derivado de la irrupción del internet, entre otros factores, el periodismo ha estado de capa caída; los medios de comunicación han visto disminuir drásticamente sus lectores, lo que ha redundado también en sus propios presupuestos, que han adelgazado. ¿Cuál es la relación que tú ves entre periodismo y democracia?, ¿qué es lo que más te preocupa?
Lo que ha provocado la llegada de López Obrador, y el ataque continuo a la mayoría de los medios, es muy preocupante en cuestión de libertad de expresión y democracia. Observo que ese continuo golpeteo y retirar la publicidad de la que se mantenían muchos medios está cambiando la situación interna de los periódicos. Aun así hay periódicos que tienen un capital muy fuerte, como Reforma y El Universal, que es donde está concentrada la crítica. También en El Financiero y El Heraldo. Ha influido esa política de austeridad republicana y pobreza franciscana. En Milenio [donde Jabaz publica sus cartones] están preocupados porque ya no están recibiendo los ingresos por publicidad que antes recibían, y están viendo de qué otra manera pueden subsistir creando otro tipo de ingresos. Pero sí, la libertad de expresión se ve afectada, lo cual repercute en la democracia.
¿Qué nos queda como ciudadanos? ¿Cuál es la tarea que tú juzgas que la ciudadanía debe ejercer?
Como comentábamos hace rato, circula por internet todo tipo de informaciones: verdaderas, falsas, opiniones. Con esa posibilidad del acceso a la información, creo yo que sí hay una mayor conciencia en la ciudadanía de qué es lo que está pasando y cómo nos afecta. Por eso la importancia que tiene para López Obrador el estar machacando y machacando mentiras a través de sus mañaneras, imponiendo una agenda que forzosamente los medios están tomando.
¿Para qué nos puede servir el humor?
El humor es sanador. Siempre que hay humor, aun cuando estés recibiendo una noticia muy fuerte o muy perjudicial, cuando se le puede dar la vuelta a eso a través del humor, hay un proceso de saneamiento. También lo veo del otro lado: considero que la mejor crítica que se le puede hacer a un gobierno es a través del humor, porque no hay salida, no te puedes zafar de eso. Aun cuando tú quieras buscarle una explicación o refutar la crítica a través de un argumento, ya el argumento del humor te ganó. No hay para dónde zafarse del humor, no lo puedes esquivar. Por eso les afecta tanto a los políticos, porque les estás pisando el callo que más les duele. Eso lo he ido comprobando a lo largo de los años: que les duele más una caricatura que un artículo o una columna, porque ellos saben que la caricatura llega a más gente.
¿Dirías entonces que a las palabras se les lleva el viento, pero a las imágenes no?
Ándale, algo así. Una imagen es más impactante. Es inmediata. Sobre todo, como lo comentaba hace rato, cuando no trae texto. Cuando es únicamente la imagen la que te está diciendo todo, se te queda en la memoria.
2 comentarios
¡Qué bárbaro Toño (Jabaz), que cuerdas respuestas y qué sanas preguntas…! Gracias MAGIS
Mis respetos para el buen Jabaz, por su ingenio y candor utilizado en su trabajo creativo, exhibiendo con su trabajo, la realidad torcida de la y los politicos mexicanos. Es verdad que una imagen dice mas que mil palabras!. Un abrazo cordial al que considero mi amigo, después de muchos años de conocerle, desde tiempos de los Misioneros de Espiritu Santo y las tocadas de guitarra con Poncho Valdés. Que tiempos! Abrazo!