Isaac Hernández: el cisne vuela a casa

Foto: Omar Torres / AFP.

Isaac Hernández: el cisne vuela a casa

– Edición 502

Foto: Omar Torres / AFP.

Es una estrella mundial del ballet, empresario, padre de familia… Pero, sobre todo, es un bailarín que cada vez que entra en un escenario es capaz de llevar a la audiencia, y a él mismo, a un viaje por la plasticidad del cuerpo y de regreso a la infancia

“Veo en la danza el espíritu de la infancia que me conmueve profundamente. Los niños se permiten gestos, movimientos que poco a poco abandonamos […] pero cuando vemos a los pequeños de tres, cuatro, cinco años, hacen muchísimas cosas y gozan de una dicha corporal de una extraordinaria intensidad”, afirma el antropólogo y sociólogo francés David Le Breton.

Da la impresión de que Isaac Hernández, uno de los mejores bailarines del mundo, guarda algo de esa vitalidad de la infancia. La expresividad en su trabajo lo ha llevado a convertirse en uno de los favoritos de la crítica y, a pesar de llevar décadas viviendo y trabajando en Estados Unidos y Europa, nunca ha dejado de estar presente en México.

Isaac Hernández Fernández (Guadalajara, 1990) es el séptimo de una familia de 11 hijos, todos sin duda influenciados por la práctica dancística de sus padres, Héctor y Laura. Desde su infancia destacó como un talentoso bailarín, aunque también era sobresaliente su desempeño en tiro deportivo en la selección Jalisco, en la sede del Code, a la que Isaac asistía de pequeño.

El también actor, promotor cultural y empresario Isaac Hernández es el primer mexicano en haber obtenido el Prix Benois de la Danse, algo así como el Premio Nobel en esta disciplina, que desde 1991 se entrega cada año en el Teatro Bolshói, en Moscú. México hizo su entrada triunfal en los anales de la historia del ballet en 2018 gracias a este bailarín, que dejó la puerta abierta: en 2019, el premio en la categoría femenina se lo llevó otra mexicana, Elisa Carrillo.

Luego de un breve paso por los escenarios neoyorquinos en su temprana juventud, en julio pasado Isaac Hernández cumplió su sueño de triunfar en la Gran Manzana: este verano se dio a conocer la noticia de que se integraría como primer bailarín del American Ballet Theatre (ABT), que, según se afirma en la nota de Sofía Tafich publicada por la revista Vogue, se trata de “una de las compañías superiores de danza del mundo”. Debutará este otoño con el personaje de Solor en La Bayadère, del coreógrafo galo Marius Petipa, con la música del compositor austriaco Ludwig Minkus. En la nota se aclara que “Hernández comenzará en abt como artista invitado durante la temporada de otoño de 2024 en el David H. Koch Theater. Después de esta temporada introductoria, se unirá a la compañía como bailarín principal de tiempo completo en enero del próximo año”.

Recientemente, dejó su lugar en el San Francisco Ballet, donde se desempeñó durante dos años con la dirección de Tamara Rojo, con quien también trabajó durante los últimos diez años en el Ballet Nacional de Inglaterra. Pareciera que el bailarín, que en su momento también fue dirigido por el mítico Mikhail Baryshnikov, deja el Viejo Continente para acercarse un poquito más a México.

El sueño posible

En una situación similar a la que se cuenta en la película Capitán Fantástico, Isaac y sus hermanos no asistieron a la escuela regular: fueron educados en casa, donde recibieron lecciones de ballet, música y artes marciales. Su padre, bailarín regiomontano que hizo carrera en Nueva York, en las compañías Dance Theatre of Harlem y Harkness Ballet, y actualmente dirige el Centro Relevé a. c. en Guadalajara, intercambiaba clases de ballet con los maestros de piano y artes marciales de sus hijos.  

Fue así como, a los ocho años y teniendo como escenario el patio de su casa, empezó su preparación formal diaria. A los 11 le llegó un ofrecimiento para estudiar en la Ópera de París, pero la rechazó porque, afirma, no estaba preparado y, en cambio, decidió irse a la Rock School for Dance Education en Filadelfia, Estados Unidos, donde estudió con Bill Glassman, Joaquín de Luz y muchos otros.

Después de eso llegó al Youth America Grand Prix. Aunque apenas hablaba inglés, ganó la competencia con el solo de Don Quijote, según afirma en una entrevista para Dance Europe. La escena es por demás enternecedora: luego de su maravillosa interpretación, fue llevado al backstage donde estaban “muchas personas discutiendo entre ellas”. Alguien le explicó al pequeño Isaac: “Todos se están peleando para que asistas a sus escuelas”.

Foto: Notimex / AFP.

A los 14 años fue invitado especial para participar en la gala Los gigantes de la danza, que se estrenó en el Auditorio Nacional en Ciudad de México y luego visitó Guadalajara. Una nota de Ericka Montaño Garfias para La Jornada afirma que el espectáculo reunió a “quienes son considerados nueve de los más importantes bailarines del mundo y una promesa mexicana, Isaac Hernández”. En aquella ocasión, el adolescente compartió el escenario con figuras internacionales como José Manuel Carreño y Gillian Murphy (del American Ballet Theatre), Giuseppe Picone y Simona Noja (de la Ópera de Viena), José Martínez y Agnés Letestu (de la Ópera de París), Alina Cojocaru y Joan Kobborg (del Royal Ballet de Londres), Rolando Sarabia (del Ballet Nacional de Cuba) y el Conjunto Flamenco de Miguel Ángel Berna, así como con Carlos Acosta, Hernán Cornejo y Ramón Thielen, entre otros.

A pesar de las malas críticas que recibió el montaje, al ser calificado como “un espectáculo que se inclinó más por la espectacularidad y la acrobacia que por la delicadeza del ballet”, el trabajo del novel bailarín tapatío dejó una excelente impresión con El Quijote. Por lo visto, para entonces esta pieza era bien conocida por Hernández, sin que eso significara que la ejecutara sin alma. Esto fue lo que la misma periodista escribió al respecto: “Otra sorpresa fue la variación de El Quijote, abreboca de pocos, poquísimos, minutos que marcó el debut de Isaac Hernández, de 14 años, en el auditorio. Bailó esa pieza clásica para después, antes del final del acto, interpretar Cuban Pete, pieza contemporánea de Flemming, con un vestuario sencillo: pantalón de pinzas, de esos al estilo gángster, una playera sin mangas, sombrero y tirantes, uno de los cuales a mitad de la pieza se rebeló, decidió que era suficiente y se soltó. ‘¡Chin!’, se oyó entre las filas. Aquí los aplausos sí valieron porque, a lo mejor por su juventud, o por sus ganas, el sentimiento y la técnica se hicieron uno solo”.

Entre sus 15 y 16 años, Isaac tuvo dos problemas graves: el primero, la muerte uno de sus hermanos en un accidente automovilístico; el segundo tendría que ver con el futuro de su carrera: una hernia de disco nubló su horizonte como bailarín. “En tus años de adolescente tienes esta especie de arrogancia por tu ‘fisicalidad’ y de alguna manera lo das por sentado hasta que un día ya no te puedes mover. Recuerdo muy claro: yo estaba tomando clase y bajé de un tour jeté y sentí que mis piernas dejaron de funcionar, particularmente la izquierda. Recuerdo que me arrastré al lado de la barra, me quedé ahí un momento y me di cuenta de que algo había pasado”. A partir de ahí empezó su proceso de fisioterapia y recuperación que lo dejó fuera de la danza alrededor de un año. Los pronósticos no favorecían la esperanza, ya que los especialistas afirmaban que este tipo de lesiones aparece en bailarines hacia el final de su carrera, no al comienzo, o bien eran vistas “normalmente entre jugadores de futbol americano”.

Por fortuna pudo volver al estudio y se preparó para la International Ballet Competition, en Moscú, y posteriormente asistió a múltiples competencias internacionales en las que algo se repetía: siempre era el primer mexicano en llegar hasta ahí.

Acerca de la muerte de su hermano, en la entrevista con Vogue afirma: “Eso me hizo entender cómo todo cambia de un día para otro. Desde entonces he vivido con cierta desesperación por el conocimiento, por aprovechar cada momento que tengo”.

No tenía ni siquiera 30 años cuando se consagró con el Prix Benois de la Danse. En entrevista para France 24, Isaac Hernández declaró que, para él, el hecho de haber recibido el Benois significó mucho. “Es uno de esos premios con los que siempre sueñas, pero no lo dices en voz alta. Es algo muy icónico para todos los bailarines y para mí fue un momento de fortuna haber podido vivir este momento a los 28 años”.

Issac imparte una clase y comparte su experiencia en una lección pública en el Conjunto de Artes Escénicas, en Guadalajara. FOTO: Francisco Guasco / AFP.

Pantalla chica, pantalla grande

“No he visto Black Swan”, afirmó el bailarín en una entrevista con Javier Risco, a pesar de conocer bien a Benjamin Millepied, coreógrafo de la película de Darren Aronofsky protagonizada por Natalie Portman, Vincent Cassel, Mila Kunis, Barbara Hershey y Winona Ryder.

Sobre la estrecha relación que el cine de Hollywood ha establecido entre la danza anclada y el horror psicológico y corporal, Isaac ha dicho: “Hay ciertas verdades ahí, porque nosotros, al igual que los atletas de alto rendimiento, enfrentamos limitaciones físicas todos los días. Nunca pisas el escenario de la misma manera. Siempre hay un calambre, un músculo que está sobretrabajado… Siempre es un constante ajuste y negociación con tus habilidades o tus limitaciones”. En la misma entrevista mencionó que las producciones de Hollywood explotan estos estereotipos.

Entre sus películas favoritas están algunas del director Carlos Saura, fallecido en 2023, entre ellas Bodas de sangre y Carmen, “que hizo con uno de mis bailarines favoritos: Antonio Gades”. El destino, que parece tener consentidos, quiso que Isaac apareciera en una película del español.

En su charla “El dolor erotizado en el fenómeno de la danza”, dictada en el marco de la Cátedra Gloria Contreras en Estudios de la Danza y sus Vínculos Interdisciplinarios, de la UNAM, David Le Breton advierte que, a diferencia de otras artes, en el ballet y en la danza contemporánea “el principio de inteligibilidad desaparece por completo. […] Cuando vemos un espectáculo de Pina Bausch y Mathilde Monnier, no entendemos qué es lo que está pasando, experimentamos una especie de trama de los sentidos, pero que es inmensamente polisémica”. Esta experiencia, como alguien no experto en danza —a la que él llama “una celebración del cuerpo”—, está presente también en la dimensión actoral de Isaac Hernández, según se puede apreciar en la última película que realizara Saura, en 2021, El rey de todo el mundo, donde Isaac interpreta a Diego, un joven bailarín ambicioso y agresivo.

El musical, protagonizado por Ana de la Reguera, Manuel García Rulfo y la primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza e instagramer Greta Elizondo (@gretaelizondo), fue producido por la Universidad de Guadalajara, entre otras instituciones, y es una mórbida exotización de todos los lugares comunes de la mexicanidad: una especie de Dogville con escenografía de los murales de Orozco del Cabañas y la catedral de Guadalajara; o una mezcla de Coco, Vaselina, las dos Suspiria (de la de Argento, pretende tomar la historia de la bailarina que llega a triunfar a una compañía donde todo parece ser terrorífico; de la de Guadagnino busca tomar los “combates” entre el cuerpo de bailarines, la sensualidad, etcétera) y Clímax (aunque con coreografías sin tanto horror corporal y sin tanto sermón).

Obviamente, en la trama hay violencia de género y delincuencia organizada y, ¡claro que sí!, el papel de una especie de capo es interpretado por el célebre uruapense Damián Alcázar. Desde luego, en el filme no podía faltar la música mexicana (recordemos que el título procede de una canción de José Alfredo Jiménez). Así, la banda sonora, realizada por Alfonso G. Aguilar y Carlos Rivera —y que obtuvo una de las 21 nominaciones a los premios Goya para la cinta— está abarrotada de grandes hits del turismo musical, como “La llorona” en, por lo menos, unas tres versiones, y el “Mambo no. 5”, de Pérez Prado.

La película se mantiene, en gran parte, por algunas actuaciones carismáticas, entre ellas, sin duda, la de Isaac Hernández. El bailarín ha dicho que no planeaba ver la película hasta que se retirara, pero tuvo la oportunidad en un festival de cine. También ha mencionado que siempre quiso ser como Mikhail Baryshnikov, quien apareció en la famosa serie de televisión Sex and the City. Isaac declaró que, a pesar de que el lenguaje del cine respecto al de la danza “es un lenguaje diferente, […] tiene que ver mucho con la ‘fisicalidad’”.

A pesar de que estudió en casa hasta la secundaria, algo que cualquiera podría pensar que puede limitar el desarrollo de ciertas habilidades sociales en un niño, y de que se trata de una figura consagrada en una disciplina artística con la que el grueso de la población no está familiarizado, Isaac cae muy bien en televisión. Al igual que hacía Juan José Arreola, otro jalisciense de la farándula —en este caso, literaria—, Isaac ríe en cámara, bromea y comparte con su entrevistador y con la audiencia la desenvoltura de sus movimientos y comentarios graciosos por agudos, según se puede ver en múltiples ocasiones, pero particularmente en el talk show de Televisa De noche pero sin sueño, con el conductor Adrián Uribe.

Además, en 2020 también aparece, al lado de Cecilia Suárez, en Alguien tiene que morir, la miniserie producida por Netflix y dirigida por Manolo Caro, donde interpreta a Lázaro, un bailarín mexicano que llega a España durante la dictadura fascista de Franco, siguiendo a su pareja, Gabino (interpretado por Alejandro Speitzer), un joven economista español cuyos padre (Ernesto Alterio) y abuela (Carmen Maura) intentan obligarlo a convertirse en el heredero de la familia y a casarse con Cayetana (Ester Expósito), para lograr así una alianza entre dos familias poderosas.

El año pasado apareció como coestrella, junto con Jessica Chastain, en la película Dreams, de Michel Franco.

Fan declarado de Enrique Iglesias y bailador ocasional de reguetón, según admitió en la entrevista con Javier Risco, Isaac Hernández ahora es también padre de un pequeño. La paternidad, ha dicho, lo ha llevado a estar “presente”, luego de que se le calificara como un artista esquivo o una persona hermética o difícil de leer. “Tengo algo que es esencial: un bebé de tres años”.

Isaac, el empresario

Con la sabiduría que le caracteriza, aun cuando es muy joven, afirma que un bailarín siempre está pensando en su retiro de distintas maneras, según el momento de su carrera en el que se encuentre. En su caso, y debido a su lesión, primero creyó que se vería obligado a retirarse muy joven, pero ahora confía en que seguirá pisando los escenarios hasta “por lo menos los 35 o 36 años”.

Si bien lo más “natural” en la carrera de un bailarín sería que cuando se retirara se volcara en el trabajo coreográfico o en el pedagógico en el ámbito del ballet, ninguna de estas opciones está en el horizonte de Isaac Hernández, que en entrevista con la cadena francesa France 24 admitió: “No tengo talento coreográfico”, y añadió que se inclina más “hacia un rol ejecutivo”. Por esta razón, sus intereses se orientan más hacia la gestión y la promoción cultural, con un programa que en 2024 cumple diez años de haber iniciado: Despertares.

Isaac arrancó con esta iniciativa cuando tenía 19 años. El proyecto, ha dicho, “nació de una necesidad que yo sentía de que las personas vieran el ballet de una forma diferente, de normalizarlo. El tiempo que pasé en México lo pasé convenciendo a las personas de que el ballet es una profesión, de que se podía vivir de ella y que valía la pena invertir en eso”.

Este programa inició en Ciudad de México y se trata de una gala en el Auditorio Nacional que reúne a las grandes figuras del ballet del mundo. Al margen de esto, se ofrecen talleres gratuitos a jóvenes bailarines, quienes tienen la oportunidad de tomar clases magistrales y talleres de forma gratuita, no solamente con bailarines de todo el mundo, sino también con coreógrafos, productores, vestuaristas y de otros oficios sin los cuales no sería posible este arte.

Luego de gestionar este programa en Ciudad de México, Isaac Hernández, quien ahora es además embajador de Porsche, llevó el proyecto a su ciudad natal, Guadalajara, y posteriormente a Monterrey. En 2021, y tras haber dejado el English National Ballet, se reunió con el entonces alcalde de Guadalajara, Pablo Lemus, para establecer alianzas que le permitieran dar continuidad a Despertares en la capital jalisciense.

Foto: Casey Herd / Notimex / AFP.

En entrevista con Heriberto Murrieta en el programa M/Aquí, de Canal Once, su entrevistador pregunta: “¿Qué tiene Guadalajara que es cuna de grandes atletas como Lorena Ochoa, Guillermo Ochoa, Chicharito Hernández, Checo Pérez o de un bailarín de talla internacional como tú?”. Isaac responde: “Siempre tengo esa pregunta y me la cuestiono yo mismo, porque obviamente somos un gran país, tenemos muchas realidades, y en mi experiencia propia tiene que ver mucho con mi núcleo familiar. […] Me van a matar en Guadalajara, pero todavía hay un tono muy provinciano que permite a las personas adentrarse en sus hobbies o en sus pasiones un poquito más que en una ciudad como Ciudad de México, por ejemplo, donde si quieres ser competitivo tienes que estar despierto a las cuatro de la mañana, y es una rutina mucho más demandante”.

En entrevista con la revista Proceso, Isaac afirma que uno de los propósitos principales era que Despertares no fuera únicamente el espectáculo, sino que “ese proyecto fuera influenciando la vida creativa y cultural de nuestro país, al ofrecer herramientas para los jóvenes creadores o simplemente abriendo las puertas para que la gente se acercara y conociera un poco más de lo que es nuestra profesión o las diferentes industrias creativas, o cómo las nuevas tecnologías están influenciando al arte”.

Despertares es gestionado por Soul Arts Productions, una casa productora que busca dar a conocer el talento que hay en México y reunir a los mejores artistas del mundo con proyectos de alta calidad, y que es también iniciativa de la familia de Isaac, ya que su hermana, Emilia Hernández, es quien la dirige y funge como productora ejecutiva. “Sabía que se esperaba que el ballet y lo cultural fueran gratis. Es el común denominador de un sistema increíblemente paternalista donde lo único que se hace con la cultura se hace a través de programas políticos. Y a mí me parecía que eso desvirtuaba el trabajo que estábamos tratando de transmitir en México, porque finalmente a mí me interesaba que el público confiara en el proyecto para apoyarnos con un boleto”, comenta Isaac en entrevista para Vogue. Este año, en el décimo aniversario de Despertares, se presentaron, entre otros, la compañía Light Balance; Alina Cojocaru (exprimera bailarina del English National Ballet); Alessandro Frola (primer bailarín del Ballet de Hamburgo), Natalia Osipova (bailarina principal del Royal Ballet de Inglaterra), Dores André (bailarina principal del San Francisco Ballet), Tiler Peck (bailarina principal del New York City Ballet) y Esteban Hernández (bailarín Principal del San Francisco Ballet), entre otros, acompañados con la música en vivo de Chey Jurado, Sae Eun Park, Emily Suzuki, la pianista Ana Fernández y Aszure Barton Artists. Todos convocados por Isaac Hernández.

Este espectáculo se distingue, también, por no ceñirse solamente a la práctica del ballet, sino que reúne otros géneros dancísticos como tap, jazz, hip-hop, danza contemporánea y otras.

“El plus que yo tengo es por esa libertad que me di de probar diferentes cosas, diferentes estilos y diferentes maestros. Y permitirme ser influenciado por diferentes estilos de la técnica clásica”. Otro ejemplo de esta inquietud creativa: Vogue documenta que el pasado 15 de septiembre el bailarín inició “en Harvard Business School un programa para deportistas de alto rendimiento y artistas. […] ‘Me encantaría ser sólo bailarín, pero siempre estoy trabajando y tratando de desarrollar otros proyectos’”.

Esta virtud de Isaac Hernández no solamente se manifiesta en la dimensión dancística, sino en todos los aspectos de su vida. A pesar de su gran legado artístico, está también su legado con las cinco escuelas que él y su padre tienen en Guadalajara y a las que asisten cerca de 600 niños que reciben instrucción de forma gratuita.

Para Le Breton, a diferencia del teatro o del cine, en la danza el espectador está más presente, por ese ya mencionado “espíritu de la infancia”. A esa renovación, a ese regreso, es a lo que nos llevan Isaac Hernández y su legado: a volar más cerca de casa.

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