Algunos teóricos, apoyándose en la Historia del Arte, han señalado que hasta hace relativamente poco los niños y las niñas eran invisibles: en la pintura, por ejemplo, se les representaba como adultos en miniatura. ¿Cuándo nos percatamos de su existencia?
Recorrer el trayecto entre sus límites —el nacimiento, la adolescencia— no necesariamente significa haber tenido una infancia. Hace falta el amor que propicie que ese trayecto esté despejado de miedo y de dolor, para empezar. Y, si hubo suerte y alguna vez podemos contemplarla en el recuerdo y sonreír, la infancia bien podrá haber sido un paraíso. Por eso, más que construir el futuro para quienes van llegando, lo que nos toca es ayudarles a que tengan el mejor pasado.
Algunos teóricos, apoyándose en la Historia del Arte, han señalado que hasta hace relativamente poco los niños y las niñas eran invisibles: en la pintura, por ejemplo, se les representaba como adultos en miniatura. ¿Cuándo nos percatamos de su existencia? ¿Y cuándo, además de notar que las proporciones de sus cuerpos son distintas, descubrimos que se trata de personas? De acuerdo con la UNICEF, cada año mueren alrededor de 10 millones de menores de cinco años de edad, y 200 millones más “no desarrollan todo su potencial simplemente porque ellos o sus cuidadores carecen de las condiciones básicas necesarias para sobrevivir y prosperar”. Probablemente aún no los hayamos visto. m.