Identidad y horizonte
Alexander Zatyrka, SJ – Edición 500
Una de las grandes virtudes de las Orientaciones Fundamentales del ITESO es justamente no centrarse en coyunturas particulares. Al no proponer agendas específicas, nos invitan a plantearlas según las circunstancias y en consonancia con las características de las instituciones educativas de la Compañía de Jesús
Este año celebramos el quincuagésimo aniversario de la promulgación de las Orientaciones Fundamentales del ITESO, el ideario que anima y da sentido a nuestro quehacer universitario. La inspiración cristiana, una filosofía educativa específica y un compromiso social definido, son los sólidos cimientos sobre los que se estructura esta comunidad que se esmera por contribuir al desarrollo de las personas y a la construcción de una mejor sociedad.
Desde sus primeros párrafos, el documento que las contiene establece con claridad el anhelo de nuestra comunidad cuando afirma que
Desde el principio el ITESO no se contenta con ser un simple conjunto de carreras, ni se interesa solamente en preparar técnicos o profesionistas, por cualificados que sean. Por el contrario, el ITESO intenta ser ante todo una universidad: el lugar en que confluyen todos los miembros de la comunidad universitaria para la búsqueda de la verdad, para la creación y transmisión de la cultura y para la aplicación de la verdad descubierta a formas experimentales de convivencia cada vez más humanas y más justas”.1
El documento no pretende ser una estrategia ni, mucho menos, un plan de trabajo. Es, por el contrario, el referente sobre el cual éstos habrán de construirse. Por esta razón no nos dice qué debemos hacer ni cómo. Cada generación tiene que discernirlo leyendo los signos de los tiempos, especialmente en un mundo vertiginoso que se transforma día con día y en el que los desafíos de la sociedad adquieren diferentes rostros.
Una de las grandes virtudes de las Orientaciones Fundamentales del ITESO es justamente no centrarse en coyunturas particulares. Al no proponer agendas específicas, nos invita más bien a plantearlas según las circunstancias y en consonancia con las características de las instituciones educativas de la Compañía de Jesús, y que resultan del servicio de la fe y la promoción de la justicia.
Las Orientaciones Fundamentales fueron escritas en 1974. Al leerlas notamos un lenguaje distinto al que usamos hoy día. Una lectura superficial podría generar la impresión de que se está frente a un documento, incluso, anacrónico.
Sin embargo, si leemos con atención, veremos que las Orientaciones Fundamentales (más conocidas como las OFI) son plenamente vigentes, aunque su vocabulario remita al pasado. Es natural que esto ocurra porque los textos se escriben siempre en un contexto sociocultural específico, lo que determina su estilo literario particular. La Biblia es un claro ejemplo de ello. El lenguaje, los ejemplos y las formas narrativas que se plasman en sus páginas no merman en forma alguna el mensaje fundamental.
De igual manera, la lectura cuidadosa de las Orientaciones Fundamentales nos permitirá evidenciar su plena actualidad.
La inspiración cristiana nos invita a hacer realidad la buena noticia que nos trajo Jesús para hacer más plena nuestra vida y la vida de las otras personas. No se trata solamente de profesar una creencia, sino de hacerla realidad. Por ello, el documento señala con toda claridad:
Un cristianismo auténtico no tolera que la universidad se refugie en la suavidad de la fácil especulación académica, sino que la impulsa de la reflexión, al compromiso en la acción, en la acción transformadora de este mundo en que vivimos, unos cómodamente, otros en las carencias más extremas”.2
El modelo educativo propio pone en el centro del proceso al estudiante para que desarrolle todo su potencial y busque siempre el magis, el dar lo mejor de sí. La libertad, el diálogo y una innovadora “metodología escolar” (hoy diremos modelo educativo) que implica la participación del estudiantado en diversas actividades dentro y fuera de la universidad, son rasgos que nos siguen identificando. Lo mismo que la formación integral, la toma de decisiones colegiada y la evaluación como un ejercicio permanente que nos ayuda a mejorar.
Creemos que la universidad, toda, es un espacio de saberes y aprendizajes que trasciende las aulas. Por ello queremos que nuestras formas de organizarnos propicien la colegialidad, la participación y el diálogo entre quienes integramos la comunidad. “Sólo así tendremos en la estructuración misma de la universidad un pre-esquema de la sociedad que anhelamos crear […] y proponer como válida para nuestro país entero”.3
El compromiso social nos lleva a sentirnos parte de una comunidad más amplia, a hacernos cargo de la realidad y a poner al servicio de la humanidad y de la creación lo que hemos aprendido y, a fin de cuentas, lo que somos.
“Ya desde el principio”, dicen las OFI, el ITESO “se concibió como una universidad para la promoción del cambio y mejoramiento social mucho más que como un puro instituto tecnológico”.4 Y más adelante señalan con contundencia: “La existencia misma del ITESO carecería de sentido si contribuyera al mantenimiento del actual sistema social en lugar de contribuir al cambio”.5
El documento termina con un llamado muy claro:
Sólo en la medida en que intentemos vivir lo que proclamamos podremos cooperar al desarrollo del ITESO como una universidad de inspiración cristiana que asume como tarea la de realizar en este mundo una sociedad inspirada en los valores que Él nos vino a mostrar”.6
Ahí está la invitación que recibimos de quienes hace 50 años recogieron el sentir de la Universidad y lo plasmaron en el documento que hoy es motivo de celebración. Este aniversario es una buena oportunidad para volver al texto y leerlo a la luz de los desafíos actuales.
La vigencia y la actualidad de nuestras Orientaciones Fundamentales son claras. Sin embargo, también nos presentan retos.
El primero tiene que ver con no olvidarlas y hacerlas siempre presentes como un horizonte que nos invita a caminar. La vorágine de actividades cotidianas, así como la necesidad de atender lo urgente, pueden en ocasiones centrar nuestra atención en lo inmediato y llevarnos a perder de vista lo fundamental.
Un segundo desafío es comunicar las ofi a las nuevas generaciones de estudiantes y a las personas que se integran a servir en la Universidad. Es fácil, que entre la gran cantidad de información que el alumnado y el personal reciben al llegar al ITESO, las OFI se desdibujen, cuando deberían tener un lugar central.
El tercer reto es leerlas en el contexto actual. ¿Qué nos dicen hoy respecto a nuestros proyectos específicos? ¿Cómo podemos interpretarlas en función de las tareas sustantivas de docencia, investigación y vinculación que llevamos a cabo en la actualidad? ¿Cuáles son las formas específicas en que podemos incorporarlas a nuestras labores cotidianas? Para ello, en los próximos meses convocaremos a la comunidad a participar en los diálogos que organizaremos al respecto.
Finalmente, un reto fundamental es no convertirlas en un eslogan y menos creer que las hemos incorporado a nuestra vida de una vez y para siempre. Como personas que somos, en un proceso de construcción permanente, siempre tenemos la oportunidad de mejorar y, como decía san Ignacio, de ir tras el magis.
Con la gratitud por tanto bien recibido, con la gratitud a quienes nos antecedieron, con la alegría de sabernos herederos de su legado y con el deseo de vivir y actualizar en nuestro trabajo diario las Orientaciones Fundamentales del ITESO, celebremos con júbilo el 50 aniversario de su promulgación.
Para saber más
Visita el sitio dedicado a la celebración.
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Notas al pie
1. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, ITESO. Misión / Orientaciones Fundamentales, ITESO, Tlaquepaque, 2004, p. 9.
2. Ibid., p. 11.
3. Ibid., p. 19.
4. Ibid., p. 21.
5. Ibid., p. 22.
6. Ibid., p. 27.