Hayao Miyazaki: septuagenario animado

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Hayao Miyazaki: septuagenario animado

– Edición 420

El año 2010 es memorable (para bien), entre otras cosas, porque aparecieron en DVD —por primera vez con doblaje al español— todos los largometrajes de uno de los grandes genios de la animación, el japonés Hayao Miyazaki. De esta forma, el público mexicano puede constatar las maravillas que surgen de su mente y de sus manos. El 5 de enero, además, el realizador cumplió 70 años. Hay, pues, más de un motivo para la celebración.

Para Kitano

El año que recién se nos fue para no volver es memorable (para bien), entre otras cosas, porque aparecieron en DVD —por primera vez con doblaje al español— todos los largometrajes de uno de los grandes genios de la animación, el japonés Hayao Miyazaki. De esta forma, el público mexicano puede constatar las maravillas que surgen de su mente y de sus manos. El 5 de enero, además, el realizador cumplió 70 años. Hay, pues, más de un motivo para la celebración.

Miyazaki inició su carrera en los célebres estudios Toei, en 1963. Ahí fue ascendiendo e inició una prolífica colaboración con Isao Takahata. Ambos participaron, tiempo después y con la tutela de otro estudio, en la serie televisiva Heidi. Con Takahata también fundó Ghibli, estudio que ha producido nueve de los diez largometrajes que acumula a la fecha.

Las películas de Miyazaki gozan de gran popularidad y reconocimiento en su país desde hace mucho tiempo. Bastaría con mencionar que allá El viaje de Chihiro tuvo ingresos taquilleros mayores a los de Titanic (1997). Su cine fue ganando espacios en festivales a los que por lo general no es convocada la animación. El éxito incuestionable llegó con Chihiro, que obtuvo el Oso de Oro en Berlín y el Oscar de la Academia estadunidense.

En sus inicios, Miyazaki conoció a John Lasseter, uno de los padres de Pixar. La amistad y el reconocimiento, según cuenta éste, fueron casi inmediatos. Lasseter ha sido uno de los principales promotores del nipón en este lado del mundo, y le rinde homenaje en Toy Story 3 (2010), en la que aparece un Totoro de peluche.            

Otra forma de abordar la realidad

El cine de Miyazaki es habitado por niños (o más bien niñas) cuyas edades oscilan entre los cinco y 14 años. Ahí encuentra un terreno fértil para el amor, que se manifiesta en pasión altruista y, en más de una ocasión, se acerca al sacrificio.

Gusta de poblar los cielos de artefactos voladores (Ghibli es el nombre que los italianos daban a los aviones que sobrevolaron el Sahara en la Segunda Guerra Mundial); y en la frecuentación de dispositivos mecánicos queda claro que el japonés no descalifica la civilización, sino que invita a la responsabilidad: por eso sus personajes construyen o reparan sus máquinas.

A Miyazaki le disgusta la dicotomía planteada por los occidentales, que asocian la luz con el bien y la oscuridad con el mal. Su cine escapa al maniqueísmo, e incluso los que hacen el mal tienen aristas rescatables. Denuncia una y otra vez, eso sí, el mal que el hombre hace a la Naturaleza (así, con sobrenatural mayúscula), y rescata la nobleza de ésta, a la vez que algunos personajes invitan a la piedad por el humano, el gran depredador.

Como Wim Wenders, Miyazaki se preocupa por los efectos de la actual sobreoferta de imágenes y material audiovisual. Es consciente de que los niños perciben el cine de forma literal, de que los jóvenes encuentran en el manga y el animé un universo propio, libre; y que todos, chicos y grandes, experimentan la nostalgia y en cine y manga recuperan algo perdido. Por eso cuida cada detalle de su obra.

Miyazaki reconoce el valor que tiene la realidad en la animación; en el movimiento, sí, pero sobre todo en los asuntos que aborda: su filmografía prueba que la animación es, más que una evasión, otra forma de acercarse a la realidad. m.

 

Lectura imprescindible

:Starting Point

Hayao Miyazaki,

Viz Media, 1966

En este libro aparecen entrevistas y conferencias que enriquecen el universo de Miyazaki.

 

El castillo de Cagliostro


(1979)

Miyazaki había participado como director en la serie televisiva que tenía a Arsène Lupin III, el ladrón más grande del mundo, como protagonista. En éste, su primer largometraje, sigue las aventuras del delincuente, quien descubre que ha robado dinero falso y va en pos de los falsificadores. En la ruta encuentra a una chica en apuros, y sus apuros comienzan. John Lasseter, que vio en su momento algunos avances, comenta que quedó “atrapado por los personajes [e] impresionado con la energía y lo ingenioso de la animación”.
Y habría que añadirle
el humor, el buen humor.

 

Nausicaä, guerreros del viento


(1984)

En 1982 apareció la primera entrega del manga (novela gráfica) escrito y dibujado por Miyazaki (que se convirtió en una serie y que se terminó de publicar en 1994), que aporta la historia de esta cinta. El nipón plantea, en la página y en la pantalla, un mundo apocalíptico asediado por monumentales bichos. En ese paisaje aparece la princesa Nausicaä, quien encara a los que hacen la guerra y trata de hacer ver a los humanos todos que, de seguir como van (y vamos), terminarán por acabar con la vida. A su mensaje y su factura no fue indiferente Akira Kurosawa, que la elogió con enjundia.

 

Castillo en el cielo


(1986)

La nave en la que vuela como prisionera es asaltada por piratas, y entonces Sheeta cae del cielo. La encuentra Pazu, un chamaco que trabaja en una mina. Secuestradores (hambrientos de poder) y piratas (que ambicionan riquezas) van tras una piedra que lleva ella, y que es la llave de acceso a Laputa, una prodigiosa isla flotante. Y el paraíso se abre, pero no a los ambiciosos ni a los belicosos. La cinta combina con brío la fantasía y las aventuras, la imaginación infantil y la sabiduría también infantil. El resultado es, pues, tan emocionante como sustancioso.

 

Mi vecino Totoro


(1988)

Las pequeñas Satsuki y Mei se instalan con su padre en una casa que colinda con un bosque. Frente a la casa hay un árbol monumental, y pronto Mei descubre que el bosque está habitado y es protegido por un voluminoso guardián, Totoro. Luego las hermanas vuelan con él y pasean en un autobús-gato. Miyazaki concede un peso sustancial al paisaje, que ofrece una luminosidad y un colorido verdaderamente impresionantes. El cineasta comentó que experimentó “tremenda felicidad mientras hacía esta película”. Sí, si la felicidad existe, ésta está en Totoro y Totoro.

 

Kiki, entregas a domicilio

(1989)

Kiki es una brujita que llega a la edad en la que las de su estirpe tienen que emigrar para convertirse en seres útiles. Viaja entonces con su gato parlanchín a una ciudad pequeña, donde se gana el pan haciendo entregas sobre su escoba voladora. Miyazaki se inspiró en la novela de Eiko Kadono y concibe la que acaso es su entrega más occidental. En el origen estuvo el ánimo de “filmar la historia de una chica en la adolescencia […] una de esas chicas ordinarias que llegan a Tokio del campo”. Kiki sufre más de un traspié, pero se adapta. Y lo consigue, felizmente, sin dejar de ser quien es.

 

Porco Rosso


(1992)

Con cuerpo rollizo y cabeza de cerdo, Porco Rosso vive en un atolón apartado y se gana la vida sobre su aeroplano, cazando recompensas. En su corazón, más humano que porcino, hay lugar para Gina, cantante de dulces tonalidades. La llegada de un arrogante piloto estadunidense inicia el conflicto. Porco Rosso es, tal vez, la película más “adulta” de Miyazaki. Cuando la comenzó, él creía que “habíamos alcanzado el punto decisivo de una época”. Pero luego comprendió que “no importa qué tan turbias se pongan las cosas, no tenemos más opción que seguir viviendo”. Sí, pues: la adultez.

 

La princesa Mononoke

(1997)

Defendiendo a los suyos, Ashitaka recibe una herida de una bestia descomunal. Ésta es una deidad y aquél debe buscar la cura en los bosques occidentales. En el trayecto es testigo de la humana hostilidad, a los suyos, a la Naturaleza. Miyazaki ubica la historia en el Japón medieval y en los terrenos de la épica, y concibe un acercamiento de una gravedad inédita, como puede constatarse en el tratamiento de la violencia. Condensa aquí la mayor parte de sus obsesiones ecológicas, antibélicas, humanistas, religiosas. Y el resultado es majestuoso, portentoso, glorioso. Por lo menos…

 

El viaje de Chihiro

(2001)

Disgustada, Chihiro viaja con sus padres rumbo a su nuevo hogar. Pero equivocan el camino y llegan a un sitio que parece un parque temático. Pronto los padres se convierten en cerdos, Chihiro descubre que el lugar es habitado por espíritus y, para salvar a sus progenitores, trabaja en unos baños públicos para dioses. Y mientras, crece. Miyazaki escribió esta cinta pensando en la hija de un amigo. Lo movía la reflexión sobre la esencia y permanencia de la infancia: los berrinches pero también la calidez; el egoísmo pero también el amor. El colorido y el diseño son prodigiosos. Una obra maestra.

 

El increíble castillo vagabundo

(2004)

La inspiración surge de una novela escrita por Diana Wynne Jones; el paisaje es occidental. El argumento registra los pasos de Sofi, una adolescente que es víctima de una maldición, por la cual vaga en el cuerpo de una anciana. Llega al castillo del título, y se involucra con sus moradores, entre ellos un demonio de fuego. Miyazaki aborda asuntos que pasan por lo público y lo privado, lo natural y lo fantástico. En el fondo hay una vocación pacifista, un afán por el autoconocimiento. Y el amor, siempre está el amor. Lo cierto es que este castillo camina, corre y vuela a gran altura.

 

Ponyo, el secreto de la sirenita

(2008)

Ponyo es hija de un humano y una diosa marina. Vive en el mar, un día escapa y es víctima de la contaminación. Pero es rescatada por Sosuke, un niño de cinco años que vive en la costa. Él es un marino precoz, y sus dotes serán puestas a prueba cuando un huracán azote la región. Miyazaki extiende aquí su preocupación por el bienestar del planeta y deja ver su desencanto por la humanidad (no en vano el padre de Ponyo se opone a que ella se convierta en niña). No obstante, deja abierta una ventana a la esperanza. Y si habrá futuro es porque aún hay amor.

MAGIS, año LX, No. 502, noviembre-diciembre 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de noviembre de 2024.

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