“Hay que devolverle esperanza a la gente de El Salto”: entrevista con Enrique Beldarrain
Karina Osorno – Edición 404
Tan sólo a 30 kilómetros del centro de Guadalajara, en la zona de Juanacatlán y El Salto, corre uno de los ríos más contaminados del país, el Santiago, que recibe las aguas negras de la Zona Metropolitana de Guadalajara, residuos agroquímicos de lso cultivos que crecen a lo largo de la cuenca y desechos químicos de más de doscientas fábricas establecidas en el corredor industrial de El Salto.
Varias organizaciones vecinales y sociales, preocupadas por el deterioro ambiental y el impacto que tiene este caso en la salud de la población, llevaron este caso ante el Tribunal Latinoamericano del Agua, una organización internacional e independiente dedicada a la justicia ambiental. El epidemiólogo cubano Enrique Beldarrain, Premio Nacional de la Academia de Ciencias de su país, y miembro del consejo técnico de este organismo, comparte con los lectores de Magis su diagnóstico de la situación y señala algunas vías posibles para encontrar una salida consensada a la crisis.
A pesar de la gravedad de la crisis, el doctor Beldarrain asegura que “si perdemos la esperanza no podemos trabajar. Hay que devolvérsela a la gente de El Salto”.
El doctor Beldarrain es una autoridad internacional en temas de salud pública. Estudió medicina en Cuba, es especialista en epidemiología al más alto nivel y tiene varios posgrados en antropología e historia, disciplinas que combina con la medicina. Desde hace diez años participa en el Consejo Técnico del Tribunal Latinoamericano del Agua, instancia internacional autónoma que trabaja en terrenos de justicia ambiental. Como sucede con las comisiones de derechos humanos, sus resoluciones dependen más de la fuerza ética y del convencimiento que de la obligatoriedad de las leyes.
“El Tribunal, más que un órgano ‘enfrentativo’, es un órgano de consenso”, afirma. “No creemos que la confrontación sea la solución de las situaciones. Hay que tumbar fronteras y establecer puentes para resolver los problemas y, sobre todo, tratar de ayudar a los afectados.”
El Tribunal tiene amplia experiencia en la resolución de conflictos por la vía pacífica. Ha trabajado en casos de contaminación causada por industrias mineras, camaroneras y de cultivo de helecho, en los que se han podido sentar las partes en la mesa para resolver los problemas.
El doctor Beldarrain habla con la mesura de un científico. Conserva un tono directo, sin apasionamientos, pero mantiene un sentido profundamente humano en sus reflexiones.
¿Existen otros casos en América Latina que puedan compararse con El Salto?
Hemos tenido casos de contaminación química de ríos, pero no han llegado a esta magnitud. Hemos visto casos de contaminación química de ríos en Chile, Perú, en Costa Rica, donde existe producción de helechos contaminados, pero nunca hemos encontrado casos de una población tan afectada como las poblaciones de El Salto y Juanacatlán.
¿Cómo se enteraron del caso?
El caso llegó al Tribunal Latinoamericano del Agua como una demanda de la sociedad civil organizada y del pueblo de El Salto y de Juanacatlán, apoyada por la organización estatal de ambos municipios. Prepararon un informe donde documentan riesgos serios de la salud y comentan el aumento de la incidencia de cáncer en la ciudad y alguna variedad de cánceres, como la leucemia. También documentan problemas respiratorios muy severos, problemas de dermatitis y demás lesiones por el uso del agua.
¿Cuál es su diagnóstico de la situación?
El Tribunal hizo una visita de campo y vimos una situación muy delicada. Vimos un río con casi todas sus características anormales: los olores que emanan del agua son increíbles, el olor que hay en el ambiente; hay un exceso de insectos. Algunos pobladores dicen que en ciertos horarios es imposible dormir, que a veces son las dos de la madrugada y huele a huevo podrido, que los hace levantarse y no poder conciliar el sueño nuevamente.
Podríamos decir que hay una severa contaminación orgánica, de descarga de aguas negras de casa, pero también hay contaminación industrial; y ésos son riesgos severos. Puedo decirle que la población está en riesgo de enfermar y morir como resultado de un conjunto de enfermedades.
Visto este problema desde su especialidad en salud pública, ¿qué efectos considera usted que puede producir esta contaminación en la salud de la población?
Algunos de estos metales pueden provocar lesiones a nivel del sistema nervioso, en la esfera cognoscitiva y afectiva, el conocimiento, la capacidad de deducción, cefaleas, problemas respiratorios serios. Algunos de estos metales pesados generan problemas genéticos, causan deformaciones durante el embarazo. Algunos le achacan tumores cancerígenos.
En general, el Tribunal considera que es una situación peligrosa que amerita ponerse a resolver estos problemas y recomienda que gente seria evalúe la problemática de salud de la población, que es muy preocupante, porque la población está consciente de que tiene problemas y está temerosa y angustiada.
En el ámbito de la salud, ¿qué tipo de atención se requiere?
Sobre todo hay que darle tranquilidad psicológica y espiritual a la comunidad que vive ahí. Es necesario un trabajo multidisciplinario de profesionales que lleve educación sanitaria, ambiental, que dé apoyo psicológico y antropológico; hay que llevar a trabajadores sociales para ayudar a aliviar el daño; elaborar proyectos de investigación.
¿Qué acciones científicas, técnicas y de política pública tendrían que realizarse para recuperar el río?
Lo primero que hay que hacer es eliminar la descarga de productos tóxicos, para poder empezar a suprimir el riesgo. Se trata de un círculo vicioso: lo que tiramos cada día aumenta el mal estado del río. Podemos parar la contaminación del río y lograr cero descargas, pero a partir de ahí empieza la recuperación natural y artificial. Habrá que usar biorrestauradores de la vida del río, pues últimamente hay bacterias que degradan muchos elementos, como el petróleo del mar. Hay tratamientos que han planteado algunos ingenieros para restaurar, pero los procesos son lentos.
Conforme se va a limpiando el río, va disminuyendo el riesgo para las personas, porque también hay quienes tienen cierto grado de intoxicación que puede ser crónica y que no presentan todos los síntomas todavía, pero poco a poco se van a ir desintoxicando. Es decir, la eliminación del riesgo también lleva varios años.
¿Se pueden sanear las aguas del río Santiago con plantas de tratamiento?
En estos momentos es imposible que una sola planta, por muy grande que sea, pueda resolver todo el problema, pero puede ayudar. Primero hay que identificar quién está vertiendo metales pesados, que provienen de procesos tecnológicos, sin duda. Y cada industria debería tener una microplanta al final de su proceso, que incluso le permitiría reutilizar el agua ya purificada o tratada. Si cada industria limpiara su agua antes de verterla al río, una planta general tiene más posibilidades de solucionar el problema.
¿Este problema califica como para ser declarado un desastre ambiental que recibiera atención internacional?
No conozco la legislación mexicana. No sé si califique para desastre natural, pero mi impresión personal es que sí califica. Más que emergencia ambiental, es una emergencia humana.
¿Cómo ha percibido la respuesta de autoridades y la resistencia de la misma gente en El Salto?
No sé bien cómo evaluarlo. Las autoridades locales están bien sensibilizadas. A otro nivel, no tengo la noticia de que haya habido una respuesta.
¿Cuál sería el papel de una universidad en la región?, ¿cuál podría ser su responsabilidad social?
Desde el punto de vista académico, podría ayudar a hacer estudios. Si ustedes tienen laboratorios, podrían hacer estudios clínicos del agua para examinar los elementos presentes; hacer un monitoreo o vigilancia cada tres meses sobre cómo se mantienen los elementos químicos del agua para saber si están disminuyendo o no. Se pueden hacer campañas educativas y ambientales con los estudiantes; acompañar con equipo de trabajo social y de psicología a los afectados, llevar apoyo a la comunidad. Ése puede ser el papel de una universidad en este proceso.
Si perdemos la esperanza no podemos trabajar. Hay que devolvérsela a la gente de El Salto.
Alguna nota positiva, doctor…
Existe posibilidad de solución.
¿Cuál es el tiempo de recuperación del río, según su experiencia?
El tiempo de recuperación es largo, porque el río está dañado. Es un tiempo impredecible, pero por lo menos varios años. No tanto como décadas, pero sí varios años a partir de que se detenga y después haya una consigna. Depende de las ganas que se le pongan al asunto. m.
Enlaces de interés:
Tribunal Latinoamericano del Agua: www.tragua.com
y el blog www.limpiemoselsalto.blogspot.com