Entrevista con Chris Carlsson, activista de la bicicleta

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Entrevista con Chris Carlsson, activista de la bicicleta

– Edición 427

Chris Carlsson estuvo en Guadalajara como parte del encuentro Carfree 2011

Chris Carlsson, uno de los pioneros de la “masa crítica” en San Francisco, reivindica el ciclismo urbano, junto con el software libre y la horticultura urbana, como formas de acción política que transforman ya, de hecho, las relaciones entre los ciudadanos: “No hay que esperar a que ocurra la revolución, sino hacer que suceda ahora mismo”.

 

Ir a vuelta de rueda, a bordo de un automóvil, durante la hora pico, no es una experiencia cómoda para nadie. Que el paso a desnivel, túnel vehicular o nodo vial que reducen el tiempo de tu trayecto estén cerrados es ya un asunto más molesto. Pero que dicho cierre obedezca a la realización de una conferencia sobre movilidad, cuando todo lo que quieres es llegar a tu casa, sí puede resultar absurdo.

A menos que hayas sido uno de los 300 peatones y ciclistas que, la tarde del jueves 8 de septiembre de 2011, bajaron quitados de la pena —eufóricos algunos— por una de las entradas del túnel vehicular Colón, en el cruce de las avenidas López Mateos y Américas, en Guadalajara, para escuchar la conferencia del estadunidense Chris Carlsson (Nueva York, 1957), uno de los iniciadores de Critical Mass —“Masa crítica”, concepto tomado de la fisión nuclear—, un movimiento de ciclistas surgido en San Francisco, California, que desde 1992 ha tomado por asalto calles y avenidas de distintas ciudades del mundo, extendiéndose de manera incendiaria, imprevisible y, para quienes van arriba de su bicicleta, gozosa.

—Nos están criticando por haber cerrado un carril del nodo —le dijo en tono provocador un joven vestido con playera, jeans y tenis, en la hundida plazoleta que sirvió de improvisado auditorio—. ¿Qué les dirías?

—Que se relajen y se tomen una cerveza. Y ojalá que la próxima vez se unan a nosotros. I’m sorry— respondió, apoyando los codos sobre la mesa, este hombre robusto, de raíces vikingas, cuyo elegante sombrero hacía juego con su barba blanca bien recortada. Frente a él, una multitud conformada por tapatíos, pero también por mexicanos provenientes de otras partes de la república y aun de extranjeros.

Foto: Gerardo Montes de Oca

Los aplausos y los aullidos de júbilo que contrastaban con el grave y poderoso zumbido de los automotores a su espalda, no se hicieron esperar. “Es descabellado atribuir cualquier movimiento social a la iniciativa de un solo individuo”, ha escrito Carlsson a propósito del surgimiento de Critical Mass.

Pero, ¿qué es Critical Mass? ¿Un movimiento de protesta? ¿Una fiesta que usa la calle como plataforma? ¿Un capricho? Bueno, todo depende. En San Francisco, la ciudad ha sido tomada por más de 10 mil jubilosos ciclistas que apuestan por un espacio público en donde los automóviles, estacionados o en movimiento, dejen de ser los protagonistas. En Guadalajara no son tantos los adscritos, aunque hay quien aprecia que el espíritu del movimiento está presente tanto en los paseos ciclistas nocturnos —hay varios a lo largo de la semana, aunque el más popular es el del primer jueves de cada mes—, como en la dominical Vía RecreActiva, que se ha convertido en una válvula de escape para miles de niños, jóvenes y adultos.

“Éste es realmente un movimiento social muy amorfo”, escribe Carlsson en el libro Critical Mass, Bicycling’s Defiant Celebration, una compilación (editada por él mismo) de las distintas experiencias de este movimiento en ciudades como San Francisco, Montreal, Chicago, Sydney, Lancaster o Bombay. “No se trata de lograr cambios específicos. La experiencia social misma hace que el movimiento ya valga la pena”. Y añade: “La belleza de Critical Mass –—o al menos una de ellas— es la oportunidad que da a la gente de encontrarse cara a cara en el caldero hirviente de la vida real, en público, sin roles pre-asignados, sin límites fijados de antemano”.

Autor, entre otros libros, de King of the Road, The Light and Dark Vision of the Future of Food, sus textos evidencian la urgencia por cambiar paradigmas en lo cotidiano para reemplazar los sistemas socioeconómicos. En su más reciente libro, Nowtopia: Strategic Exodus? —en coautoría con Francesca Manning—, explora asuntos como el software libre, la horticultura urbana y el uso de la bicicleta como entes emancipadores del capitalismo. Escritor, editor, diseñador e historiador. ¿Cómo te describes a ti mismo?

Como alguien que usa varios sombreros. Literal y realmente. Muchos sombreros. De hecho, tengo una gran colección porque soy calvo —o casi—. Y hago muchas cosas, la mayoría sin remuneración. He hecho trabajo como activista alrededor de asuntos como el transporte, la historia y la estupidez en el mundo moderno. Y ahora estoy haciendo un poco de dinero gracias a mi trabajo como historiador. En los últimos 15 años he estado trabajando en el proyecto Shaping San Francisco (FoundSF.org), que incluye tours históricos en bicicleta por la ciudad de San Francisco.

Las siguientes fotos, autoría de Marte Merlos, fueron tomadas durante la primera edición de Masa Crítica en Guadalajara, que tuvo lugar en junio de 2009

Cuéntanos algo acerca de su pasado, de tu juventud. Me parece que tu vida y tu posición política hunden sus raíces en los movimientos hippie y del 68.

Estuve influenciado por esos movimientos que mencionas, pero en 1968 yo apenas tenía once años. Nací y viví en Nueva York mis dos primeros años; después estuve en Chicago y, a los diez años, me mudé cerca de Oakland. En Chicago viví en una zona mayoritariamente negra. Crecí en escuelas donde era el único blanco de la escuela. Eso significó una fuerte influencia. Era el tiempo de los Black Panthers y había mucha violencia en mi escuela. Uno de mis primeros trabajos, a los 14 ó 15 años, fue como caddy. Mis compañeros caddies eran tipos graciosos y muy listos que consumían alcohol y drogas y que vivían en malos hoteles del centro. Les cargábamos los bolsos de golf a altos ejecutivos de empresas como Del Monte Foods o Chevron Oil Company, personas que me parecían muy tontas. Sólo tenía 14 años y ya podía darme cuenta de ello. Era un momento en el que la izquierda aún era parte de la discusión en Estados Unidos. Estuve, por ejemplo, muy influenciado por los inicios del movimiento ecologista. Cuando tenía 18 iba a un colegio en el área norte de la Bahía [de San Francisco] y comencé a apoyar a un grupo antinuclear que estaba en contra de la instalación de plantas nucleares en California. A principios de 1978 me fui a vivir a San Francisco y tuve un trabajo como ambientalista, yendo de puerta a puerta, pidiéndole a la gente dinero para la causa, y hablando sobre asuntos como la lluvia ácida, la energía nuclear, los químicos tóxicos, la comida y todos esos temas. Al poco me di cuenta que la organización para la cual estaba trabajando mentía, porque la gente nos daba dinero y todo seguía exactamente igual. Regresaba a pedir más dinero y todo se volvía parte del sistema. Eso hizo que me radicalizara. Entonces empecé a pensar en lo que la gente hace normalmente: ir a trabajar, lo que provoca un enorme desorden. Me puse a pensar en las diferentes formas de esclavitud que tenemos. Hay una pérdida de control en el mundo que hemos creado, porque nos asumimos como individuos con un contrato para obtener dinero a cambio de tareas que nos asignan, en lugar de desarrollar nuestra mente creativa y nuestras capacidades.

Tengo entendido que estudiaste Filosofía.

Así es. Entre 1975 y 1976, mayormente interesado en cuestiones éticas y morales. Pienso que si hubiera nacido hace 300 o 400 años, hubiera sido cura. Pero el sexo me gusta demasiado, o sea que no habría funcionado.

¿Cómo recuerdas, a la distancia, el nacimiento de Critical Mass?

Bueno, había un grupo de personas en el área de la Bahía, en San Francisco sobre todo, con quienes conversé durante muchos años sobre ciclismo [urbano] y política, hasta que derivó en una forma de activismo, principalmente alrededor del parque Golden Gate, que estaba lleno de autos, a pesar de que es un parque y no un estacionamiento. Era el tiempo de la Guerra del Golfo en Medio Oriente y las multitudes salían a las calles a protestar. Así que de pronto comenzó a aparecer gente en bicicleta para avisarles a los manifestantes dónde estaba la policía. No fui uno de ellos, pero me parecía  interesante lo que veía. Yo usaba mi bicicleta todos los días para transportarme y conversaba con un montón de gente diferente, gente que trabajaba como mensajeros o gente que se iba al trabajo todos los días en su bicicleta o que simplemente estaba interesada en el ciclismo urbano. Éramos un grupo de entre 20 y 50 amigos que tomábamos cerveza, fumábamos marihuana y gustábamos de hablar de política. Tenía entonces una oficina, donde hacíamos una revista llamada Procesed World, y ésa era la casa-club donde nos reuníamos. De pronto, fruto de todas esas conversaciones, surgió la idea: “¿Por qué no nos reunimos una vez al mes para andar en bicicleta por la ciudad?”.

 

Entiendo que Critical Mass ha sido una manera para ti de hacer política, partiendo de algo muy simple, pero al mismo tiempo muy simbólico: el uso de una bicicleta. La bicicleta como una herramienta de cambio, ¿cierto?

Sí, pero cuando hablamos de política no me refiero a ese tipo de política con la que se relacionan actos como elecciones y gobierno, sino a la política de la vida diaria. Y la bicicleta va con eso. Usar una bicicleta no es aceptado por mucha gente como una opción política, aunque yo pienso que sí es algo muy político e importante. Por lo general, cuando vas en bicicleta, no escuchas la publicidad y todas esas mentiras corporativas que transmiten en la radio, las llamadas “noticias”, sino que vas respirando el aire de la calle, mirando a la gente que pasa y, si te encuentras con un amigo, paras y hablas con él. Ni siquiera tienes que buscar un estacionamiento. Entonces escuchas esas otras “noticias” que no provienen de los medios sino de otro ser humano. Eso aumenta y enriquece la vida social. Encuentro que hay algo profundamente subversivo en este hecho. Empezamos con un grupo de 48 personas y hemos llegado a miles, extendidos en todo el mundo. La idea es ocupar espacios públicos, pues los que tenemos están muy limitados, dominados casi enteramente por autos privados. Sin embargo, nuestro enemigo no es la gente que va dentro de los carros. Lo que queremos es un lugar para bicicletas, porque no hay espacio para los autos.  Ésa fue la idea original de Critical Mass: “No hay espacio, lo sentimos”. Y lo que empiezas a experimentar cuando te subes a una bicicleta es que la ciudad huele diferente, la ciudad se escucha diferente. Participas en conversaciones con gente a la que le resultas amable. O hablas de política. Nosotros en Estados Unidos no tenemos casi ningún lugar para hacer eso. Hay cafés, pero, si te fijas, todos están sentados mirando las pantallas de sus computadoras. Y en los bares, el ruido no te permite hablar. Queremos crear un espacio público que esté animado por el sentido de compartir propósitos y experiencias. ¿Cómo podría ser todo esto? ¿Qué tan diferente podría ser la vida? Se trata de no esperar a que ocurra la revolución, sino hacer que suceda ahora mismo.

¿Usar la bicicleta es para ti una forma de reivindicar el placer?

Es el corazón de lo que estamos hablando. Las ideas que por lo general recibimos de los políticos de izquierda tienen muy poco que ver con el placer y mucho con sacrificio, sufrimiento y trabajar duro por alguien más, que vive en peores condiciones que las tuyas. Mis ideas sobre política están basadas desde hace tiempo en la idea del gozo de la vida. Puede ser grande, puede ser fantástico y puede ser ahora mismo. No tienes que esperar. Podemos hacer que la vida sea mucho mejor de forma inmediata, si nos organizamos para eso. Y el ciclismo es una manera muy sencilla de disfrutar tu experiencia individual, una manera muy placentera de disfrutar de la ciudad y de conectar con otras personas.

Creo que la culpa es una de las peores motivaciones para cambiar. Y la mayoría de los políticos de izquierda basan sus discursos en ella, haciéndonos sentir que somos malas personas. “Tú manejas un automóvil; eres una mala persona”. ¡No!  Tú no eres una mala persona, sino que no has considerado otras opciones. Y en Critical Mass le decimos a la gente: “Tú puedes juntarte con nosotros. Siento que estés atorado dentro de tu auto y que se te haya hecho tarde, pero estás invitado a unirte a nosotros la próxima vez”.

 

¿Sería ése el mensaje principal de la filosofía de Critical Mass?

Es una parte clave de mi filosofía en Critical Mass. No puedo hablar por todos. Ésa es una de las ideas que hemos dejado claras desde el principio: cada uno podía definir a Critical Mass según su propia manera. Fuimos muchas personas las que iniciamos esto y dimos con varias definiciones de lo que estábamos buscando.

¿Por qué no te consideras el iniciador de Critical Mass?

Fui uno de los iniciadores, entre mucha gente. Y después comenzó una y otra vez en otras ciudades alrededor del mundo, sin mí. La idea de que la gente inicie Critical Mass y lo haga suyo es única. En Milán, Roma, Londres, Guadalajara, Quito, Buenos Aires o en la ciudad que quieras, es Critical Mass el nombre, pero la experiencia en cada una de estas ciudades es muy particular y única. Tú decides lo que es.  

¿Cómo te explicas el crecimiento de Critical Mass en otras ciudades del mundo?

Bueno, es algo muy emocionante. Mi mejor explicación es que, por la manera en que el mundo se ha globalizado y ha ido evolucionando, tenemos una experiencia de vida muy similar en las ciudades, independientemente de dónde estés. Es diferente por el idioma, por la geografía, por razones muy específicas y culturales, pero la sobrecogedora dinámica del capitalismo global ha homogeneizado al mundo, haciendo que todo sea lo mismo. La mejor manera de explicar un movimiento como Critical Mass es diciendo que se trata de una idea que ya está en las cabezas de todos, y que sólo estaba esperando a que alguien la dijera en voz alta. Es realmente muy fácil de hacer.

¿Es Critical Mass una oportunidad para experimentar la democracia?

Es de hecho una prueba, pues en cada experiencia pasa algo que tiene que resolverse. Hay gente enojada en sus autos o alguien que necesita ayuda. Pueden pasar muchas cosas y para ello se requiere gente comprometida. En este sentido es una gran experiencia educativa y democrática. Debo decir que también es un asunto que altera tu imaginación para siempre. Una vez que participas en Critical Mass es casi imposible ver la ciudad de la misma manera, porque ya la has visto en una forma nueva, llena de bicicletas, llena de gente inteligente que conversa, que comparte experiencias sobre cómo manejar el ambiente en que vive. Es el tipo de democracia directa que normalmente no tenemos en nuestra vida cotidiana.

¿Consideras que estamos viviendo en una nueva era planetaria en la que estamos más conectados gracias a la tecnología?

Sí, gracias a la tecnología y al clima. Estamos bajo una misma atmósfera y la cosa no va bien. Y se está poniendo peor. Hay un sentimiento de pertenencia que viene de los años setenta, cuando se publicó por primera vez la imagen de la Tierra vista desde el espacio. Eso, una sola fotografía, comenzó a cambiar nuestra conciencia. Pero también tienes el asunto del movimiento del capital, la integración del mercado mundial. El capital se ha adelantado en la integración global y aquellos que se oponen van un poco atrás, vislumbrando nuevas formas de organizar la vida en la Tierra. No sólo es una buena idea, sino que es algo súper necesario, por el desastre ecológico que hemos causado. Realmente tiene que cambiar la forma en que vivimos. Es un asunto que va más allá de aprender a comprar mejor, pues eso no va a resolver nada.

¿Entonces piensas que el capitalismo ya no da para más?

Creo que no funciona bien para la gente, pues mientras éste crece, más y más gente empobrece. Así es como funciona el sistema global. Tenemos dos billones de personas con hambre que se van a la cama sin comer todos los días, viviendo en una pobreza tan extrema que apenas podemos imaginarla. Y por otro lado tenemos grandes concentraciones de riqueza en Estados Unidos o en Europa occidental. La explotación laboral y la distribución de la riqueza son elementos clave para saber cómo funciona el capitalismo.

 

¿Cuáles serían las alternativas?

No las hemos inventado aún. Porque las alternativas que existen en países como Cuba, China o la extinta Unión Soviética no las puedo considerar como tales, sino como versiones peores que el capitalismo. Yo no quiero eso. Cuando cambiamos nuestro tiempo por dinero, perdemos control sobre el mundo. Ése es el momento clave. Y si hacemos lo que queremos hacer es porque nos preocupamos, porque tenemos ideas. Es entonces cuando hacemos un trabajo interesante. Es de lo que trata mi nuevo libro. Nuestros trabajos no deben ser estúpidos. Porque la mayoría de los trabajos podría dejar de hacerse mañana y el mundo sería un mejor lugar. La humanidad sería más sana y más próspera si dejáramos de producir un montón de cosas estúpidas: automóviles, bancos, compañías de seguros, especulación inmobiliaria, armas, productos que no necesitamos y cuya durabilidad es mínima.

Podemos hacer que las cosas duren cien años y emplear menos trabajo y menos recursos. Pero ni siquiera hablamos de eso y, por el contrario, seguimos avanzando en la dirección contraria. Pienso que los verdaderos experimentos provienen de la gente que emprende algo sin esperar dinero a cambio. Ahí es donde podemos vislumbrar el inicio de nuevas formas de organización.

¿Por eso tratas en tu nuevo libro de temas como software, horticultura urbana y bicicletas? 

Todos son ejemplos de gente que dedica su tiempo y sus habilidades a asuntos que están fuera del mercado. Sé que todos tenemos que hacer dinero, que vivimos en un sistema en que lo necesitamos para vivir, pero cuando no estamos en eso, somos libres. Encuentro que mucha gente está frustrada por la falta de satisfacción en su trabajo; pero cuando no están en sus empleos están trabajando duro, no por la motivación del dinero, sino inventando alternativas, nuevas tecnologías que ayuden a salir de esta crisis ecológica. Ya hemos hablado de Critical Mass, pero hay otros ejemplos: publicaciones, derechos humanos, tours, lo que sea. Es por diversión, por crear una cultura del placer alrededor de compartir el cuidado del ambiente.

También están las Do-It-Yourself-Bike-Shops, que ofrecen al visitante un lugar con partes de bicicleta y herramientas. “Nosotros no arreglamos bicicletas, pero te enseñamos cómo arreglar la tuya”, te dicen. Por 10 dólares en algunos casos, o gratis en otros. Para mí es un hermoso ejemplo de cómo se puede destruir la lógica capitalista del Service for sale y cómo de pronto comienza a cambiar la manera de pensar de la gente. La explosión de jardines comunitarios dentro la ciudad de San Francisco surge de la necesidad de incrementar la seguridad en nuestra comida, y por supuesto tiene conexión con la ecología local. Gracias a estas iniciativas uno entra en contacto con la ecología del lugar al que perteneces: aprendes qué tipo de frutos o vegetales crecen en la primavera, cuáles en el verano… Uno descubre también que al lado hay otras personas haciendo lo mismo. Y así es como alguien que viene de Vietnam, digamos, conversa con alguien de El Salvador, y crece la comunidad, estableciendo nuevas relaciones.

Antes de esto, no conversábamos entre nosotros. Nunca. Así es la vida normal americana. Pero ahora resulta que estamos hablando, compartiendo ideas. Uno de los argumentos que presento en Nowtopia es que existe una contradicción entre el sistema capitalista y la condición humana, pues el capitalismo busca la ganancia a costa de lo que sea, mientras que los seres humanos, cuando nos ayudamos entre nosotros, las disminuimos. Cuando el capitalismo pasa por una crisis requiere reorganizar la producción, lo que destruye las relaciones sociales  para recuperar de nuevo la condiciones para la acumulación de capital. Es por eso que ahora todo el mundo anda de prisa, corriendo, con dos o hasta tres trabajos. Nunca paramos, no conocemos a las personas con las que trabajamos. Sólo las vemos durante unas pocas semanas o meses y entonces se van o somos nosotros nos vamos a un nuevo trabajo, porque no tenemos un trabajo fijo, sino temporal. En consecuencia, no hay estabilidad, no hay confianza, no hay relaciones personales a largo plazo. Otro de los argumentos de Nowtopia es que nos encontramos al final de ese ciclo capitalista que ha destruido a la clase trabajadora como la conocíamos. Y ahora la gente está comenzando a organizarse bajo nuevas condiciones. Slow. Nos tomamos el tiempo. Por eso nos encontramos con estas pequeñas actividades que la gente hace cuando no está en sus trabajos, como ir a la tienda en bicicleta, participando en Critical Mass, cultivando jitomates en el jardín, desarrollando un proyecto de software libre o escribiendo un blog. Todas estas cosas están contribuyendo a crear una nueva composición de la clase trabajadora que por el momento es difícil de definir.

¿Qué nos puedes decir de la experiencia de Critical Mass en Guadalajara y de todos esos movimientos locales con los que estás vinculado?

Con esta ciudad tengo algo así como una visión de túnel [risas] pues conozco el punto de vista de mucha gente muy activa, involucrada en un montón de proyectos de intervención política, deteniendo, por ejemplo, la Vía Express. Tengo la impresión de que hay un movimiento social emergente en Guadalajara y que está empezando a tener un poder social. Porque algunas de las acciones que han realizado han sido efectivas. Algunos de sus miembros pertenecen a familias adineradas, por lo cual conocen a ciertos políticos y pueden hablar con ellos. En este sentido, juegan en los dos lados, y supongo que eso se ha vuelto una necesidad en estos tiempos. Encuentro que aquí existe un tipo de vanguardia política. Hay ideas que vienen de aquí. Y de aquí se están difundiendo a otros lados del país.

Por cierto, ¿sabías que hubo un tiempo en que Guadalajara era conocido como “pueblo bicicletero”?

Sí, mi suegro me lo dijo. Muy interesante. m

1 comentario

  1. Este articulo me deja
    Este articulo me deja pensando que las relaciones “horizontales” entre todos aquellos que compartimos intereses comunes nos llevan con simplicidad y sin andamiajes y sin procedimientos burocraticos a establecer contacto humano simple y eficaz.
    La problematica que podria estar en el fondo de las diversas “masas criticas” es que por un lado podemos asociarnos espontaneamenet e “irnos a pasear en bicicleta todos juntos” pero otro dia tendremos que tomar de nuevo el carro. Tal experiencia de felicidad episodica nos hace soñar mundos diversos posibles pero la realidad cotidiana nos lleva de nuevo a percibir que nos faltan dialogos, relaciones, contactos a otros niveles y los otros protagonistas del quehacer socio-politico que deciden por nosotros y sin nosotros.
    Por eso tal vez no baste la espontaneidad, sino que se requieren vias seguras de institucionalizacion de los habitos buenos. Esas normas que velan por el interes comun, deberian ser la leyes. Ahora bien las normas de convivencia civil las deciden en realidad solo unos pocos sujetos que guian a los gobiernos mientras que hay un agujero negro puesla mayor parte de los ciudadanos peramnecemos sin voz ni voto mientras que deberiamos ser y tener interlocutores siempre disponibles a una verificacion del nivel de obtencion del bien comun.

    En sustancia lo que quiero decir es que para lograr tener interlocutores que respondan a su deber de escuchar a los ciudadanos, hoy, la masa critica que hay que hacer explotar es el anticuadisimo Contrato Social por el cual delegamos con nuestro voto a una serie de sujetos para que realicen mejoras estructurales en el bien de todos.
    Si tales personas se adjudican derechos y prerrogativas que nadie les ha dado y parece que nadie pudiera exigirles que fueran responsables, entonces las masas criticas que hay que hacer explotar son las que nos lleven a reformar el sistema democratico anacronico de occidente que despues de mas de dos siglos (1789) todavia entroniza como reyes a sus representantes y tales representantes crean elites, lobbies, mafias, etc que son mas absolutistas y dogmaticas del Rey Luis XVI y compañia…
    Hacer explotar las masas criticas significa para mi el reto de reahacer la Democracia occidental. Transformar la ciudad de hoy para un mañana diverso y mejor debera pasar por un nuevo modelo de representatividad y de respuesta on line… que les parece el reto?

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