En gustos se rompen copas
Kaliope Demerutis – Edición 428
En el mundo del vino existen miles de caminos, pero por fortuna hay parámetros básicos que no fallan para orientarnos a la hora de elegir qué beber.
Hay dos preguntas básicas que debemos respondernos antes de elegir un vino: ¿para qué lo queremos y cuánto podemos gastar? No será el mismo ejemplar el que usted lleve a su suegro para su cena de cumpleaños, que la botella que lo acompañará en un viaje con su pareja a la playa para beber frente a las olas del Pacífico.
En el rubro del precio hay que romper el mito de que los más caros son mejores, porque no siempre es así.
Ya que hayamos contestado las dos primeras preguntas, habrá que decidir dónde comprar: recuerde que para la adecuada conservación de un vino hay que cuidar la temperatura del lugar donde lo exhiban, la iluminación y la posición en que se disponen las botellas (de manera horizontal se hidrata el corcho, así evita la entrada de oxígeno); entonces es preferible optar por las tiendas especializadas.
En el mundo del vino existen miles de caminos, pero por fortuna hay parámetros básicos que no fallan para orientarnos a la hora de elegir qué beber. Para empezar, la clásica división de los vinos del Viejo Mundo (Europa) y el Nuevo Mundo (resto del planeta): salvo muy contadas excepciones, los caldos europeos se producen conforme normas muy conservadoras, y debido al clima y al suelo tienden a ser más minerales; en cambio, para el Nuevo Mundo, gracias al Sol y al calor, encontraremos más fruta, aromas y potencia, y los bodegueros tienden a experimentar más.
Un ejemplo: es verano, el menú familiar incluye un aguachile, a la mayoría le desagrada lo empalagoso, son aventureros para los nuevos sabores; entonces la decisión se encaminará hacia un vino blanco, herbal, cítrico, con tendencia ácida (albariño, pinot grigio, sauvignon blanc, colombard); seguramente será un ejemplar del Nuevo Mundo, de Nueva Zelanda, o un mexicano del Valle de Guadalupe, o uno de la Patagonia argentina.
Finalmente, el maridaje es otro aspecto fundamental para muchos. Hay dos corrientes: los que buscan armonizar los sabores, y los que persiguen el contraste; ambas posibilidades son válidas y dependen del gusto personal.
En un restaurante
Antes de ordenar, considere qué tanto beberá: si lo que consumen usted y sus acompañantes rebasa las cinco copas, es conveniente optar por una botella. ¿Cuál? Si prefieren la armonía de sabores, busque un maridaje que empate con los platillos que hayan elegido. Apóyese en el sommelier, dígale de cuánto es su presupuesto y sus preferencias; pero, ojo, no se deje apantallar: hay personas que intentan confundir a los comensales y les sugieren botellas muy caras, pero no es necesario desangrar la cartera para elegir un buen vino. En esos casos, siga su intuición y decídase por el que le resulte familiar y sepa que le agrada.
Grosso modo
:: Si su preferencia apunta hacia los vinos corpulentos, tánicos (astringentes), la brújula lo llevará a la uva tannat (emblemática de Uruguay), los cabernet sauvignon de América del Sur, los tempranillos de Rioja o Ribera del Duero, los grandes vinos de Burdeos.
:: Los blancos de chardonnay son muy populares, son frutales, con aromas a flores blancas, les va bien la madera que les da toques a pan tostado, son versátiles, cándidos.
:: En general, a los vinos australianos los llaman “golosos”, porque tienden al dulzor, en contraste con los italianos, que tienden a la acidez.
:: ¿Busca perfume a flores, dulzor y terciopelo en la boca? Entonces diríjase a los blancos moscatos italianos, a los torrontés argentinos.
:: Para quienes prefieran la acidez, están los pinot grigios, los sauvignon blanc, los semillon, los rueda de España.
:: Todos los moluscos tendrán un buen amigo en el albariño gallego.
:: Las salsas cremosas harán buenas migas con los chardonnay con barrica.
:: ¿Vinos de la vieja guardia? Los tintos de Burdeos, los pinot noir de la Borgoña.
:: Para quien busca fruta dulce, riesling auslese o trockenbeerenauslese (de uvas de cosecha tardía, deshidratadas) alemanes.
:: Para el gusto ligero y festivo, los beaujolais franceses son vinos florales, alegres, ligeros.
:: El paso por barrica imprime otros aromas y sabores; tómelo en cuenta cuando lea en la etiqueta: Roble, Crianza, Reserva y Gran Reserva.
Evite a toda costa
:: Comprar vinos en una tienda que los tenga expuestos a los rayos del sol.
:: Adquirir blancos con más de cuatro años respecto a su añada.
:: Guardar los vinos blancos, pues la mayoría pierde sus encantos con el tiempo.
:: Consumir los que vengan en botellas cuarteadas, con el corcho roto, o que presenten marcas de chorreaduras.
:: Si no se dispone de un lugar adecuado para la conservación, es preferible adquirir los vinos a medida que se consuman.