Empresas y ciudades contra el cambio climático
Sergio Hernández Márquez – Edición 418
A la par de las reuniones mundiales coordinadas por la Organización de Naciones Unidas para mitigar los efectos del cambio climático, empresas y ciudades han optado por crear sus propios compromisos, sin esperar un acuerdo global entre países que mucho dialogan y poco acuerdan.
La estrategia mundial para enfrentar el calentamiento global sigue en discusión y cada año se pospone —lo que podría volver a ocurrir en Cancún la última semana de noviembre y la primera de diciembre de 2010, durante la 16ª Conferencia sobre Cambio Climático de la ONU. Ante estas desavenencias y la necesidad de disminuir los índices de dióxido de carbono en la atmósfera, Naciones Unidas y un grupo de empresas han avanzado por su cuenta, impulsando la adhesión voluntaria a estrategias de mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero.
Corporaciones de todo el mundo han aceptado los compromisos, más allá de los mercados de bonos de carbono, implementados en 1997 a partir del Protocolo de Kyoto. Con los bonos de carbono, una empresa de Holanda, por poner un ejemplo, puede seguir emitiendo gases de efecto invernadero siempre y cuando canalice recursos económicos a acciones de cuidado del medio ambiente en países del tercer mundo, lo que algunos críticos consideran como un simple pago para seguir dañando a la Tierra.
Por ello están surgiendo arreglos voluntarios como el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, donde empresas se comprometen esencialmente a cuatro puntos:
1) Adoptar mejores prácticas para hacer más eficiente su consumo de energía y para reducir las emisiones de carbono de sus productos, servicios y procedimientos, fijando metas voluntarias e informando públicamente todos los años.
2) Fomentar la capacidad para comprender las implicaciones del cambio climático en las actividades de las organizaciones y elaborar una estrategia empresarial coherente a fin de minimizar los riesgos y detectar las oportunidades.
3) Cooperar activamente con los gobiernos nacionales y con las organizaciones intergubernamentales y de la sociedad civil para formular políticas y medidas que promuevan una economía con un bajo nivel de emisiones de carbono y un clima resistente.
4) Continuar la colaboración con otras empresas a nivel nacional y sectorial para establecer normas y adoptar iniciativas conjuntas encaminadas a reducir los riesgos climáticos.
Uno de los casos de éxito es el de la empresa británica de comunicaciones BT, que ha ido disminuyendo paulatinamente sus emisiones (de 1,627 toneladas de dióxido de carbono en 1997 a 801 toneladas en 2010). Su meta para 2020 es reducir sus emisiones a 325 toneladas.
Entre las empresas de América Latina que han aceptado este tipo de compromisos voluntarios están las mexicanas Cemex y Gas Natural de México; Empresa Nacional de Petróleo de Chile; Banco Galicia, y Telefónica de Argentina; Emgesa, de Colombia; y Energías do Brasil. m.
C40 Cities
Algunas ciudades del mundo, agrupadas en la organización C40 Cities, también están generando programas para disminuir sus emisiones.
Los documentos que asientan sus compromisos pueden consultarse en www.c40cities.org