El ITESO para la oreja contra el ruido
Édgar Velasco – Edición 473
La Universidad fue sede del Primer Encuentro de Cultura Auditiva, en el que se reflexionó acerca de los problemas relacionados con el ruido, su efecto en la vida de las personas y la necesidad de cambiar las políticas públicas para atender esta variable de la contaminación
Lluvia mueve con rapidez las manos. Al mismo tiempo, hace muchos gestos. Es parte de su trabajo, al igual que del de David: ambos fungen como intérpretes al lenguaje de señas. Detrás de ellos, una pantalla gigante proyecta una línea con picos altos y bajos, que algunos pudieran confundir con un electrocardiograma, pero que en realidad es una línea de sonido. Un medidor contabiliza los decibles de los auditorios m1 y m2 del iteso: va de los 60 a los 63 db —el promedio para una conversación normal en un salón grande—, aunque a veces sube hasta los 70: quien tiene el uso de la voz subió un poco el tono, no mucho, pero sí lo suficiente como para quedar registrado. Es la última sesión del Encuentro de Cultura Auditiva, que tuvo como sede el iteso y en el que se reflexionó acerca de cómo librar la batalla contra un enemigo invisible que, sin embargo, causa mucho daño: el ruido.
La última sesión del encuentro tiene por título “Habitando el sonido”. En la jornada previa ya se han abordado temas como los de la Ley Antirruido de Jalisco; la educación, la salud y la discapacidad; el uso de la tecnología. La última charla pone en una esquina a Martha Orozco, de la udeg; Augusto Chacón, del Observatorio Jalisco Cómo Vamos; a Jimena de Gortari, de la Ibero Ciudad de México, y a Óscar Castro, del iteso. En la otra, el enemigo común: el ruido. ¿Por qué es el enemigo? Martha Orozco da algunos datos recabados en diferentes investigaciones: 75 por ciento de los habitantes de las ciudades industrializadas padece algún grado de sordera; mil 100 millones de jóvenes de entre 12 y 35 años tienen afectaciones en su capacidad auditiva por exponerse al ruido recreativo. ¿Te gusta ir de antro, a conciertos o escuchar música en aparatos electrónicos? Entonces quizá formes parte del 66 por ciento de los adultos jóvenes con alteraciones auditivas por exponerse a este tipo de ruido. Pero no todas las exposiciones son voluntarias, de ahí que cerca de 300 millones de personas en el mundo sufran los efectos de la contaminación auditiva. ¿Cuáles efectos? Estrés, alteraciones de sueño, fastidio, déficit en el rendimiento cognitivo, enfermedades cardiovasculares.
Las cifras presentadas por Martha Orozco se combinan con las que, minutos antes, ha compartido Jimena de Gortari: 3 por ciento de las muertes por enfermedad coronaria puede ser atribuido a la contaminación acústica. Por otro lado, ha dicho la académica, está comprobado que a mayor cantidad de ruido hay mayor número de ingresos a los hospitales, hay más llamadas a los números de emergencias, hay más enfermedades cardiacas. “Todos somos responsables”, dice Jimena de Gortari, y habla del derecho al silencio y de cómo es necesario que los académicos se involucren más, se vuelvan más activistas. También comparte lo que llama “Decálogo contra el Ruido”, una lista de propuestas que incluye hacer conscientes a las autoridades de la importancia del control de ruido, pensar en los efectos a la salud implicados en las decisiones en materia urbana, realizar foros de participación ciudadana para mediar conflictos relacionados con el ruido, promover más estudios sobre el ruido ambiental y sus efectos. “Debemos pasar a la acción y tejer lazos entre ciudadanos, para pasar de una cultura del ruido a una cultura del silencio”, dice De Gortari.
Augusto Chacón comenta que desde Jalisco Cómo Vamos, observatorio que mide la calidad de vida con base en diferentes parámetros, los ciudadanos cada vez están más insatisfechos con el grado del ruido en la ciudad. Y señala que esto es un síntoma, porque la persistencia del ruido “permite conocer de primera mano la ausencia de autoridad. El ruido que nadie controla pone en evidencia que los ciudadanos no importamos, que importan otras cosas”. Los negocios, por ejemplo, que no son multados a pesar de que excedan la norma.
Jimena de Gortari se sostiene en su objetivo: el de la contaminación auditiva es un problema que se debe atender desde diferentes frentes. O, para citarla: “Hay que ‘transversalizar’ el ruido a cualquier política pública”. Y es que, por ejemplo, cuando se habla de volver a densificar ciertas zonas de las grandes ciudades, nunca se piensa en las implicaciones que esta medida pudiera tener en cuestiones de ruido y contaminación acústica.
Los ponentes intercambian ideas con el público y se habla de la importancia de la denuncia, a pesar de que las autoridades no respondan; de involucrar a la academia; de que la información debe llegar al grueso de la población, pero no sólo eso, sino que se debe crear conciencia para que la gente se apropie del conocimiento. Jimena de Gortari pone como ejemplo el trabajo conjunto del Observatorio Interdisciplinario del Ruido, la Cruzada contra el Ruido y el Proyecto de Aplicación Profesional Escucha México, Estrategias Gráficas y Cultura Auditiva.
Mientras ellos hablan, Lluvia y David se alternan para seguir haciendo señas con las manos y gestos con la cara. La pantalla sigue llevando la gráfica del sonido en la sala y, de pronto, todo parece salirse de control: el medidor registra 82 db, la medición más alta en la última hora. Pero todo está controlado: la sesión ha terminado y la gente aplaude, poniendo broche final al Primer Encuentro de Cultura Auditiva..