El gurú: Cuauhtémoc Medina
Dolores Garnica – Edición 445
Licenciado en Historia por la UNAM y doctor en Historia y Teoría del Arte por la Universidad de Essex, en Gran Bretaña, Cuauhtémoc Medina también mantiene un fuerte perfil de gestor cultural, apoyando iniciativas tales como foros de discusión y crítica
Lo han dibujado en letras como un ogro caprichoso, lo han moldeado en bronce como un Buda y, lamentablemente, lo han leído menos personas que las que conocen y usan su nombre. Cuauhtémoc Medina es querido y odiado, sí, pero contra las emociones extremas está su obra académica, crítica y curatorial: hoy es curador en jefe del Museo Universitario de Arte Contemporáneo e investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, entre otros, muchos, proyectos y comisiones que lleva a cabo por todo el planeta.
“La curaduría, como me ha tocado vivirla, es una forma de práctica de pensamiento de lo particular”, dijo en alguna entrevista este ideólogo de exposiciones que no se limitan tan sólo a mostrar, sino que también indagan, registran e investigan. Como curador consigue que un proyecto no sólo se construya de modo visual, sino también crítica e intelectualmente. Es suya la ya casi mítica lectura de la obra de Francis Alÿs en Perú, Cuando la fe mueve montañas, cuando lograron, junto con Rafael Ortega, el 11 de abril de 2002, que 500 personas se formaran en fila junto a una duna de 500 metros de diámetro y, entre todos, la trasladaran con palas a diez centímetros de su ubicación original. Es en parte suya, y de Olivier Debroise, La era de la discrepancia, una exposición retrospectiva del arte mexicano de 1968 a 1997 que registró e iluminó los indicios históricos, ideológicos y sociales del arte contemporáneo mexicano (que muchos tachaban de extranjerismo oportunista). Una investigación compilada que hoy es un texto de consulta obligado para los interesados en el arte nacional, que logró documentar y difundir el trabajo de muchos artistas fuera del sistema y que no aparecen en la “historia oficial” del arte. También son suyas la curaduría de la rimbombante ¿De qué otra cosa podríamos hablar?, de Teresa Margolles, en el pabellón mexicano de la Bienal de Venecia (crudísima y espectacular exhibición acerca de la violencia en México, utilizando materiales y soportes extraídos de escenas del narco-crimen en Sinaloa) y la aguda crítica que cada tanto proyecta en su columna “Ojo breve” del periódico Reforma.
La era de la discrepancia, exposición retrospectiva del arte mexicano de 1968 a 1997. Marzo de 2007
Cuauhtémoc Medina, grande, simpático y siempre de anteojos redondos, parece conocer a casi todos y casi todo, y aunque suene a cualidad, ese “casi” podría parecer un defecto si pensamos que su influencia es determinante en un mundo cultural centralizado como el nuestro. Lo que sí resulta innegable es su aportación a uno de los conceptos del arte al que apenas nos estamos adaptando: ha sabido agregar a su profesión de curador la superación de la mera faceta de “editor” de obra visual a la de cocreador, conjugando al intérprete con el crítico; dejando de ser sólo el museógrafo para transformarse también en un geógrafo social en busca de nuevas lecturas, otros contextos y espacios; no sólo reconociendo el trabajo de artistas consolidados, sino también atento a lo emergente. Dos conversaciones son clave para entender la filosofía curatorial de Medina (citadas también por historiadores como principios de la nueva crítica de arte): de 1992 a 1995 debatió con el artista Luis Felipe Ortega con respecto a la misión de la crítica y en el año 2000 con Teresa del Conde acerca de la ruptura del arte contemporáneo frente a la tradición, conversaciones registradas ya en varios libros.
Licenciado en Historia por la UNAM y doctor en Historia y Teoría del Arte por la Universidad de Essex, en Gran Bretaña, Cuauhtémoc Medina también mantiene un fuerte perfil de gestor cultural, apoyando iniciativas tales como foros de discusión y crítica. En 2010 organizó, junto a Mariana Botey, el Simposio Internacional en Estética y Emancipación (Fantasma, fetiche, fantasmagoría) en el Centro Cultural Universitario de la UNAM, donde logró reunir a muchas de las voces más analíticas del arte y la historia en un diálogo múltiple sobre el arte como elemento emancipador. En 2013 relató la gestión de la exposición de Margolles en Venecia para el compilado La creatividad redistribuida, coordinado por Néstor García Canclini y Juan Villoro. En este 2015 fue jurado de premio de la Feria ArcoMadrid y respondió así a un cuestionamiento acerca de lo que la izquierda debería hacer hoy: “No es tarea de nadie hablar de ‘debería’… Lo que podemos hacer, con cierto detalle, es escuchar los ecos, reivindicaciones históricas y relecturas que hoy hace el movimiento social, en toda su conflictiva creatividad, de una diversificada, compleja y multirregional tradición histórica. Todo eso es en extremo estimulante”. m.
Para leer
:: Estética y emancipación (Fantasma, fetiche y fantasmagoría). Coordinadores: Mariana Botey y Cuauhtémoc Medina. Editorial Siglo XXI. México, 2014.
:: Teresa Margolles ¿De qué otra cosa podríamos hablar? Catálogo de exposición curada por Cuauhtémoc Medina. Editorial RM. México, 2008.
:: El cubo de Rubik, arte mexicano en los años 90. Daniel Montero. Fundación Jumex Arte Contemporáneo y editorial RM. (Sobre los debates de Cuauhtémoc Medina con Luis Felipe Ortega y Teresa del Conde). México, 2013.