El cine: un nacimiento y más de un renacimiento
Hugo Hernández – Edición 490
Verdades y mitologías aparte, el cine nació entre la fascinación y el negocio (y el cinematógrafo se impuso por hacer proyecciones a públicos cada vez más numerosos). Este último ha sido el motor que no ha dejado de impulsar el desarrollo tecnológico
El 28 de diciembre de 1895 nace “oficialmente” el cine. Ese día se llevó a cabo, en el salón Indian del Grand Café de París, la primera función al público del cinematógrafo creado por Louis y Auguste Lumière. Ese día, cuenta la leyenda —alimentada por un testimonio de Georges Méliès—, causó estupor La llegada del tren a la estación de La Ciotat (aunque este cortometraje no figura en el programa; el primer registro de su proyección es en Lyon, en 1896) y Méliès ofreció hasta diez mil francos (el director del museo Grévin habría subido el monto hasta veinte mil y el director del Folies Bergère hasta cincuenta mil) para comprar un aparato al padre de los Lumière, Antoine. Éste se habría negado a venderlo porque pretendía que su empresa hiciera en exclusiva la explotación del nuevo artefacto. Más tarde se dirá que Louis se negó a venderlo argumentando que era “un invento sin futuro”.
Verdades y mitologías aparte, el cine nació entre la fascinación y el negocio (y el cinematógrafo se impuso por hacer proyecciones a públicos cada vez más numerosos). Este último ha sido el motor que no ha dejado de impulsar el desarrollo tecnológico: del sonido y el color a la maravilla digital, que ha mejorado la resolución y la calidad de los efectos visuales y sonoros. Con cada adición se presentan sensibles saltos cualitativos, se multiplican las posibilidades narrativas y expresivas: la tecnología, que produce equipos cada vez más compactos, ha tenido repercusiones directas en las técnicas cinematográficas. Y cada adición ha supuesto un renacimiento para el cine.
Cinematógrafo (1895)
Es una caja de madera con un lente al frente, sobre la que se monta una cajita en la que va la película negativa. Una manivela se acciona de forma manual y mueve al mismo tiempo la película y el obturador. Se registran 16 fotogramas por segundo (velocidad que el operador regula mentalmente), ya que es el tiempo que la emulsión química de la película necesita para la impresión. El negativo luego se copia a una película positiva, que es la que se habrá de proyectar. El cinematógrafo hace los tres procesos. Sí, es un prodigio mecánico.
Sonido (años veinte)
Como puede verse en Cantando bajo la lluvia (1952), el sonido se registraba y se reproducía como si de un disco se tratara. El cantante de jazz (1927) se considera la primera película sonora. Posteriormente, con el desarrollo del sonido óptico, fue posible añadir la banda sonora a la película misma. A finales de los años treinta ya era habitual en el ámbito industrial. El cine podía, así, capturar más aspectos de la realidad, y comenzó a tener un uso más informativo que expresivo. Este paisaje no ha cambiado mucho, dicho sea de paso.
Color (años treinta)
Las películas a color existen prácticamente desde los inicios del cine, pues se coloreaban a mano, fotograma por fotograma. A principios de los años treinta nace un sistema que incorpora los tres colores primarios (Technicolor). Árboles y flores (1932), cortometraje animado de Disney, se considera la primera película que fue filmada y proyectada en color. El primer largometraje de acción viva es La feria de la vanidad (1935). El color aporta no sólo realismo, sino expresión, emoción; a menudo apoya la narración y el sentido.
Video analógico (años setenta)
Con el video entran en juego las transducciones y la electrónica. La cámara hace barridos para convertir la luz en electricidad y luego, por medios magnéticos, se registra en una cinta. Emula los procedimientos que ya empleaba el magnetófono. A mediados de los años cincuenta era ya una realidad, pero costosa. Más de un cineasta experimentó con él, como Jean-Luc Godard (en Francia y en los años setenta) o Rafael Corkidi (en los años noventa y en México). No obstante, el video analógico dejó pocas obras maestras para la posteridad.
Video y audio digitales (años ochenta)
El “corazón” de la cámara digital es un circuito integrado con celdas sensibles a la luz (pixeles). Éste entrega archivos binarios que se almacenan como cualquier otra información digital. El archivo del sonido se obtiene por un muestreo de la onda sonora. Esta tecnología supera ya la resolución de la cinta, por lo que ahora las películas ya no “viven” en películas. Al parecer, el futuro del cine no se salvará de ir de la mano de los dispositivos que se llevan en la mano, de esos artefactos adictivos que también sirven para hacer llamadas telefónicas. Para mal y ¿para bien?