En los años ochenta, el ingeniero Sam Pitroda enarboló la bandera por la masificación de las telecomunicaciones en India. Treinta años después, el país se ha vuelto el segundo mayor mercado de teléfonos móviles y el cuarto en usuarios de internet en el mundo. Hoy su discurso abarca mucho más que redes y conexión: quiere un mundo interconectado que brinde a las personas la posibilidad de construir sus propias opciones de desarrollo. “Si India lo hizo, México lo puede hacer mejor”.
“Todos nuestros procesos se basan todavía en los procesos del siglo XX. Necesitamos actualizarlos al siglo XXI”, afirma el ingeniero Sam Pitroda, protagonista de la revolución de las telecomunicaciones en India y promotor internacional de las ciudades del conocimiento, complejas relaciones de interconexión digital que dotan a las personas de información y opciones de desarrollo. “Todo lo que hacemos ahora es obsoleto. Internet está cambiando todo y debemos prepararnos”, dice con la prestancia de un profeta que ha demostrado que su palabra vale.
Sam Pitroda tiene 35 años visitando México y lo hace con más frecuencia desde 2007, cuando el Gobierno del Distrito Federal lo contrató como asesor en temas de tecnología y democratización de la información. Poco después, Pitroda ayudó a fundar el think tank Scientika, para promover desde una asociación civil la innovación por medio del conocimiento en el país. Ha sido testigo de cómo han cambiado las cosas en México, sin que los cambios beneficien a toda la población: 70 por ciento carece de acceso a internet y sólo 301 municipios con alta o muy alta marginación tienen centros públicos que ofrecen el servicio (12 por ciento de los 2 mil 441 municipios del país); en zonas rurales sólo 24.1 por ciento de las personas cuenta con telefonía fija o inalámbrica.
“El conocimiento y la información representan la economía del futuro. Debemos asegurar que nuestros jóvenes tengan accesibilidad a la información y debemos crear las fuentes de trabajo de los próximos 20 años”, señala Pitroda, una voz respetada a escala internacional y que advierte la importancia de aplicar la tecnología para impulsar el desarrollo.
Foto: Claudia Aréchiga
Ernesto Piedras, director de The Competitive Intelligence Unit y consejero consultivo de la Comisión Federal de Telecomunicaciones de México, ofrece un ejemplo para entender este argumento de Pitroda: “Un chavito que hoy no esté ganando capacidades digitales ni ejercitándolas, está limitando sus capacidades productivas en el futuro o, como dicen los libros de texto, su capacidad de generar ingresos. Ese chavito tenderá a estar con una desventaja social y socioeconómica”. El diputado federal Salvador Caro, secretario de la Comisión de Juventud y Deporte del Congreso de la Unión, advierte una situación parecida: “La brecha en el acceso a las oportunidades que tiene un niño de una comunidad en la sierra y las de uno del medio urbano se verá cuando compitan por una oportunidad para acceder a la educación superior, o al mercado laboral. La relación individual con internet tendrá un papel determinante”.
Como fundador de Scientika, Pitroda visitó la ciudad de México en abril pasado para hablar ante un centenar de personas sobre la importancia de impulsar una agenda digital nacional (y global) que acerque la tecnología y el conocimiento a las personas. Pocos usaron el traductor simultáneo para entender el inglés claro y ceremonioso de Pitroda. “Tenemos la responsabilidad moral de reducir la pobreza, de ofrecer a las personas los medios para crear sus propias opciones de desarrollo”, dijo al auditorio reunido en el piso 51 de la Torre Mayor, repleto de jóvenes universitarios, expertos en tecnología y algunos funcionarios públicos. “No se trata sólo de bienes raíces, sino de crear tecnologías de la información para distribuir el conocimiento a la velocidad de la luz y mejorar la vida de la gente”.
La revolución tecnológica de India
En los años ochenta, Sam Pitroda (Orissa, 1942) participó en una de las revoluciones más grandes de India: la masificación de las telecomunicaciones y la creación de una industria local. Como asesor del entonces primer ministro Rajiv Gandhi, trabajó en la capacitación de ingenieros locales para desarrollar circuitos, tabletas electrónicas, software, hardware y una gran red nacional que conectara a los habitantes del país. Los esfuerzos dieron fruto: cuando comenzó esta revolución, India contaba con dos millones de teléfonos y 600 millones de habitantes; en 2010 sumó 800 millones de líneas activas y una población de mil 200 millones de personas. “Nos planteamos que las tecnologías de la información serían el aspecto más importante para la construcción de India y diseñamos una estrategia para desarrollar las capacidades que las personas necesitarían en el siglo XXI”, recuerda Pitroda, quien dirige C-Sam Inc., una consultoría con sede en Chicago y oficinas en Mumbai, Vadodara, Londres y Tokio.
La revolución tecnológica se basó en ideas locales de innovación y desarrollo. “Creamos nuestros propios productos con nuestro propio talento”, dice Pitroda, quien asesora al primer ministro de India en Infraestructura para la Información Pública e Innovaciones.
Ernesto Piedras recuerda una de las innovaciones indias: “Las primeras referencias de accesos móviles de banda ancha que encontré fueron en India. Allá de repente dijeron: ‘Si hay una comunidad extremadamente rezagada a la que no podemos llevarle banda ancha por canales fijos, ¿por qué no le llevamos la conexión?’”. La solución fue distribuir internet a través de emisores instalados en camiones que se desplazaban hasta las comunidades.
“Las tecnologías de la información nos dieron confianza nacional y nos ganaron reconocimiento global. Ahora contamos con una industria fuerte, amplio talento local y una buena cantidad de multinacionales en el sector”, señala Pitroda.
En noviembre de 2010, Pitroda presentó al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, muchas de las innovaciones para la democratización de la información en India, entre ellas la conectividad en zonas rurales o la digitalización de toda la documentación pública en manos del gobierno. El presidente Obama quedó emocionado y anunció un apoyo de un millón de dólares para que India pueda compartir sus mejores prácticas en el aprovechamiento de la tecnología, la mejora de los servicios, la rendición de cuentas públicas y se desarrolle la “próxima generación de herramientas para capacitar a los ciudadanos”. Es el tipo de “asociación basada en valores compartidos” que Obama celebra, difundió la Casa Blanca en un comunicado.
“Lo más destacado de la Ley de Derecho a la Información de India es que permite a los ciudadanos exigir los servicios a los que tienen derecho y pedir cuentas a los funcionarios públicos. Los votantes pueden obtener información sobre los candidatos por medio de mensajes de texto. En India se está dotando de educación y servicios de salud a las comunidades rurales”, destacó Obama en una conferencia realizada en Mumbai auspiciada por The ink Conference, una extensión india del programa de conferencias TED, una iniciativa civil que difunde conferencias de las mentes más brillantes del planeta.
“Pitroda habla mucho de cómo usar la tecnología, de qué hacer una vez que tienes las telecomunicaciones para migrar a que haya contenidos y que haya frutos en beneficio de un país o de una sociedad”, explica Diego Gamboa, jefe de Análisis de Telecomunicaciones de The Competitive Intelligence Unit. “Tiene esa capacidad de dar varios pasos atrás y ver el bosque completo”, añade Ernesto Piedras. Hoy India produce anualmente 200 mil millones de pesos en software, casi cinco veces la economía del estado de Tlaxcala, en una industria que crece a pasos agigantados. Dos años antes, la cifra era de 71.7 mil millones, según la Asociación Nacional de las Compañías de Software y Servicios de India (Nasscom, por su nombre en inglés).
Las tecnologías de la información son uno de los cuatro factores que volvieron a India la onceava economía del planeta, según el análisis de Nandan Nilekani, fundador de Infosys. La capacidad productiva de la población, la versatilidad de los emprendedores indios y el inglés, completan el cuarteto.
Infosys es un excelente ejemplo del crecimiento indio: esta tecnológica tiene oficinas en 33 países y da empleo a 131 mil personas; en el año fiscal que terminó en 2011 reportó una facturación de 70.2 mil millones de pesos (equivalente al presupuesto de dos años de la UNAM). Otro gigante tecnológico es Tata, que sólo en su rubro de telecomunicaciones y sistemas de información facturó 8.2 mil millones de pesos en el mismo año fiscal (en México da empleo a más de mil 100 personas, la mayoría en Guadalajara).
Pitroda es parte de esa camada de emprendedores y pensadores que volvieron a India el segundo mayor mercado de teléfonos móviles y el cuarto en usuarios de internet en el mundo. Ayudó en la “construcción y conducción de esfuerzos coherentes en muchos planos y con atención particular a los más pobres en forma sustentable”, dice Alejandro Pisanty, consejero consultivo de la Comisión Federal de Telecomunicaciones y especialista en internet de la UNAM.
“Pitroda es un personaje influyente que, con su experiencia en Estados Unidos, se decidió a aportar algo a su país e influir en los gobernantes para que impulsaran una plataforma que hoy tiene a India como una de las economías más fuertes en el ámbito de la tecnología”, resalta el diputado Caro Cabrera, quien asistió a la conferencia de Pitroda en la Torre Mayor.
Democratizar el conocimiento
A diferencia de los años ochenta, Pitroda ha robustecido su discurso y lo ha dotado de un objetivo mayor: dejó de centrarse sólo en el acceso a las telecomunicaciones para pasar al segundo escalafón: la difusión del conocimiento.
“En la época de la apertura, Sam era una voz pro-competencia, cuyos argumentos fueron muy útiles para esas primeras fases” de la masificación tecnológica, recuerda Ernesto Piedras. “Hoy está más enfocado en temas de agenda digital y democratización”, agrega.
En una de sus banderas puede leerse la frase: “El futuro de la democracia es la democratización de la información”. Esa oración forma uno de los principales aspectos de su discurso: “Internet está cambiando todo. Desde el entretenimiento hasta los negocios. La forma como aprendemos y construimos el conocimiento. Las universidades cambiarán, los hospitales cambiarán, el gobierno va a cambiar, las compras van a cambiar”, premoniza Pitroda. La información y la difusión del conocimiento ayudarán a sacar a millones de la pobreza y ofrecerles un estándar de vida digno, con calidad, afirma.
La experiencia india en México
Durante 35 años de visitas continuas, Sam Pitroda nunca presenció un contexto tan relevante para las telecomunicaciones como el que ahora protagonizan los grandes consorcios de la industria de México. No se trata sólo de quién domina el mercado y el espectro radioeléctrico, sino de cómo se abarata el acceso tecnológico y se vuelve asequible para todas las personas. “La innovación no debe concentrarse en solucionar los problemas de los ricos, sino en beneficiar a los que están en la base de la pirámide social. Debemos desarrollar una política de crecimiento incluyente”, afirma.
La primera vez que Pitroda visitó México, el país contaba con 975 mil líneas telefónicas, una compañía proveedora del servicio y 48 millones de habitantes. No había televisión por cable y una empresa dominaba la oferta audiovisual. No existían los teléfonos celulares ni internet. Las páginas amarillas eran un libro de alta consulta y la gente hacía su declaración fiscal en una ventanilla de gobierno. Hoy el mercado de telecomunicaciones representa 370 mil millones de pesos y se prevé una inversión de 56,608 millones de pesos para este año. Es un sector que crece sin importar crisis financieras ni recesiones, y en el que medio centenar de empresas privadas ofrece servicios de televisión, telefonía e internet, con representantes fuertes e influyentes como América Móvil, Televisa, Telefónica, tv Azteca o Megacable.
En este mercado se han gestado figuras como Carlos Slim Helú, el hombre más rico del mundo según la revista Forbes, con una fortuna calculada de 875 mil millones de pesos. Si la fortuna de Slim fuera un estado de la república, sería el tercero más rico, después del Distrito Federal y el Estado de México. Hoy México tiene 112 millones de habitantes, 19.5 millones de líneas telefónicas fijas y 88.8 millones móviles. 33 millones de personas pueden escuchar una estación de radio de Sudáfrica o pagar sus impuestos frente a una computadora con conexión a internet. Falta poco para que las páginas amarillas dejen de imprimirse.
Las cosas han cambiado… pero no lo suficiente
Como observador privilegiado, Pitroda prefiere ser discreto en la actual crisis de las telecomunicaciones: “Sería injusto, porque el tema es bastante complejo. El país tiene jugadores muy importantes, muy grandes, como Telmex, Telcel, Telefónica. Y su papel es ofrecer mejores servicios de telefonía y mejores conexiones en beneficio de las personas”.
México, dice, tiene una oportunidad enorme dada su cercanía con el mercado más grande del mundo, Estados Unidos. Pero debe cambiar su modelo basado en la experiencia de consumo estadunidense, y fijarse en otras formas de construir el desarrollo, como lo han hecho China y algunos países africanos. Y concluye: “Si India lo hizo, México lo puede hacer mejor”. m