Desde las instalaciones de una fábrica hasta las cárceles de Brasil, poco a poco va cambiando la manera de ver la lectura, que está siendo entendida como pieza importante en el desarrollo integral de las personas.
A propósito de los índices de lectura en México se ha dicho mucho y se ha escrito más. Que si los mexicanos leemos poco, que si leemos mucho pero lo hacemos mal, que si a nadie le interesa leer. Y por aquí y por allá comienzan a surgir iniciativas que buscan cambiar ese porcentaje que, según la Encuesta Nacional de Lectura publicada en 2006, apenas llega a 2.9 libros por año.
Un ejemplo es la empresa Continental que, con el nombre Círculos de Crecimiento, ha creado cuatro grupos de lectura para sus trabajadores. El objetivo: “Abrir espacios de diálogo y crecimiento para los empleados a partir de la lectura”, responde Berenice Aguilar García, del departamento de recursos humanos de la empresa.
La cosa funciona así: los lectores se reúnen una vez al mes para comentar en grupo la lectura que han realizado. Cada círculo tiene un coordinador que guía la sesión y facilita el trabajo. El objetivo es leer un libro diferente cada mes, y los títulos se van definiendo según los intereses de los participantes. Mónica Márquez, académica del ITESO y coordinadora general del proyecto a través de Letra Uno —con quienes ha montado círculos de lectura en otras empresas—, explica que aunque para algunos resulta difícil compaginar las lecturas con la carga laboral, en términos generales la medida ha sido bien recibida por los empleados. La idea es ir incorporando la lectura a la vida cotidiana de las personas.
Letras que liberan
¿La lectura nos hace mejores personas? En Brasil tienen la idea de que sí. Y echaron a andar el proyecto Remisión por la Lectura, que consiste en dispensar días de condena a los presos en función de los libros que lean al año.
La idea surgió ante una necesidad concreta: reducir la sobrepoblación de las cárceles. En ese contexto, un juez de la penitenciaría de Cantaduvas, en el estado de Paraná, echó a andar el proyecto mediante el cual los reos pueden reducir 48 días de su sentencia cada año. Los interesados tienen 30 días para leer un libro y preparar una reseña, que será evaluada por un juez. Para leer, los reos pueden elegir entre los volúmenes que tienen las bibliotecas de los centros penitenciaros. En principio esto atañe a presos de cárceles federales, pero la idea es extender la medida a los de los reclusorios estatales.
Por supuesto, la medida tiene detractores. Distintas voces han cuestionado el hecho de que la sola lectura de libros valga para reducir condenas. Pero el juez Herique Mallmann, que inició un proyecto similar que consiste en poner a pedalear a los presos para producir energía eléctrica, dijo a bbc Mundo que es necesario “repensar el sistema penitenciario, porque el grado de reincidencia es muy grande. La manera como se cumple la condena hoy en día en Brasil no da la respuesta necesaria”. m
1 comentario
Me agrada la nota, creo
Me agrada la nota, creo verdaderamente en que los libros pueden ser un elemento de readaptación.
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