Mientras la Iglesia católica ha dictado nuevas disposiciones para que las personas dispongan de los restos de sus familiares difuntos, han surgido algunas iniciativas que buscan que la cremación reduzca su impacto ambiental y, además, sirva para dar vida a nuevos árboles
Hace apenas unas semanas, una noticia salida del Vaticano atrajo la atención de la gente: en el documento “Instrucción Ad resurgendum cum Christo”, dado a conocer en octubre, queda estipulado que “no se permite la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos”. La medida, por supuesto, ha dado mucho de qué hablar, sobre todo entre quienes cuestionan los porqués de la Iglesia católica para querer regular la forma en que las personas disponen de los restos de sus difuntos.
En tanto, siguen surgiendo nuevas alternativas para disponer los restos de las personas tras la muerte. Una de ellas es la que propone una empresa sueca, que combina una nueva técnica de cremación y el uso de urnas biodegradables para sembrar plantas. El proceso es el siguiente: en lugar de cremar el cuerpo del difunto en un horno como se ha venido haciendo, éste se congela con nitrógeno líquido. El cuerpo congelado se vuelve tan quebradizo que al sometérsele a un proceso de vibración se desintegra en pequeños fragmentos. Posteriormente, éstos son puestos en una cámara de vacío para deshidratarlos y, finalmente, los residuos metálicos se separan mediante imanes. Al no tener agentes contaminantes, los restos se convierten en un excelente fertilizante que puede ser utilizado para sembrar un árbol, tal y como propone Urna Bios, una empresa en Barcelona que deposita los restos en urnas biodegradables que contienen una semilla que bien puede ser de ciprés, haya, arce o roble, entre otros. De este modo, los restos de las personas se convierten en alimento para un nuevo árbol que, al crecer, se erige como un memorial para el difunto. Una alternativa sustentable por donde se mire.
La nueva técnica de cremación ha sido ideada por la sueca Susanne Wiigh-Mäsak, quien afirma que el proceso requiere mucha menos energía que la cremación tradicional. La bióloga química es la fundadora de Promessa, una compañía con la que ha venido trabajando durante 15 años para perfeccionar esta técnica. Sin embargo, y a pesar de que representa una alternativa más ecológica, su propuesta no ha sido bien recibida por todos: Wiigh-Mäsak tiene en su contra a la Federación de Crematorios de Suecia, que asegura que su método no es viable, mientras que ella los acusa de conspirar para impedir la generalización de su técnica. m.