Cuando la ciudad nos volvió a interesar
Alfredo Hidalgo Rasmussen – Edición 426
Si el primer paso para solucionar un problema es reconocerlo, la incipiente conciencia colectiva en torno a los retos de nuestra ciudad es un excelente inicio.
Pronto llegaremos a una ciudad sin arquitectura,
y no será ya una ciudad.
Louis I. Kahn
1. Imaginemos que la ciudad sí nos interesa. Es el lugar donde se va escribiendo nuestra historia y está ligada a la calidad de vida de quienes la habitamos; pensemos que es el más completo invento que ha generado la humanidad, con sistemas y subsistemas dinámicos y complejos, independientes e interdependientes, con estructuras autoorganizadas, aglomeraciones e individuos, un territorio cuya conservación o deterioro depende de su planeación y “mantenimiento”. Preguntémonos, ¿cómo queremos vivir nuestra ciudad?
Parece que el estado de la ciudad nos volvió a importar hace poco. Tal vez cuando algunos se enteraron de que 2011 había sido el año de peor calidad del aire en la Zona Metropolitana de Guadalajara, según informó el diario Milenio Jalisco el 9 de enero de 2012, y que 2012 comenzaba peor. Otros, cuando perdieron parques, o cuando hicieron del paseo un calvario recorriendo banquetas bombardeadas de irregularidades e invadidas por autos. Otros más cuando se dieron cuenta de que pasaban más tiempo en el auto o el trasporte público y que los pasos a desnivel no habían disminuido sus tiempos de recorridos. O cuando, tras años de espera para ver una ciudad “de primer mundo” por los Panamericanos, se llevaron la gran desilusión. Cualquiera que sea la razón, la ciudad comenzó a llamarnos la atención. Y no es accidental: el transporte, la vivienda, el espacio público y la seguridad, condicionan nuestra calidad de vida. La ausencia de una visión de ciudad, con un modelo territorial adecuado, llevó a Guadalajara a un “desparramamiento” urbano, a la edificación de una ciudad llena de equívocos: la proliferación de viviendas en la lejana periferia y el abandono de las zonas centrales ejemplifican este modelo.
2. El modelo de ciudad de finales de siglo XX refería a un “espacio urbano reconstruido” donde la nostalgia de las estructuras rígidas del modernismo se asumía como un “objetivo compartido”. El arquitecto Manuel Gausa se refiere a este modelo como un urbanismo de “res”: re-generación, re-construcción, re-habilitación, re-definición. “Una línea de acción basada en la re-petición, es decir, en la inversión de los procesos […] la reinstauración, en suma, de un espacio urbano de siluetas tradicionales”.1 Hoy los ejercicios más visionarios para pensar la ciudad, si bien reconocen una realidad que tiene que ver con las pre-existencias, demandan nuevos acuerdos con mayor apertura a los resultados: “E-topías”.2
3. Si el primer paso para solucionar un problema es reconocerlo, la incipiente conciencia colectiva en torno a los retos de nuestra ciudad es un excelente inicio. Destaco tres tareas clave en este proceso:
a) La acción ciudadana permite pasar de ciudadanías informadas e indignadas a una ciudadanía involucrada. Hay corresponsabilidad y se participa para establecer caminos, asumiendo una acción cívica responsable. Todos participamos en la ciudad y su rumbo.
b) La coordinación metropolitana de una ciudad de ciudades. Hoy las actividades que se dan en un municipio están relacionadas con otro. El Área Metropolitana de Guadalajara es una delimitación administrativa-territorial indispensable para planear el futuro de la ciudad. Según estudios de Hábitat de las Naciones Unidas, las ciudades más exitosas son aquellas que han generado relaciones estratégicas con su región y se han asumido como zonas metropolitanas, con gobiernos cercanos a la ciudadanía.
c) La arquitectura que hace ciudad, la que conforma avenidas, calles y parques, que ves de frente o de lado, que rodeas o penetras, que te protege o te expone. Cuando la arquitectura dejó de importarnos, perdimos mucho. Perdimos la serenidad, el silencio, la belleza y la alegría valoradas por Luis Barragán, la sensibilidad y la capacidad de percepción a las que se refiere Jorn Utzon. Las escuelas se han olvidado de formar arquitectos y especialistas en la ciudad o en el espacio; la mayoría no están involucradas, no están formando a los profesionales que la ciudad necesita. En un contexto donde el espacio se llena con números y ladrillos, no con ideas y sueños, donde los nuevos profesionales son víctimas de la falta de brújula de quienes los formaron, la arquitectura necesita intentarlo de nuevo, ahora que la ciudad nos volvió a interesar. m
Referencias bibliográficas.
1. Gausa, Manuel. Open, espacio, tiempo, información. Actar, Barcelona, 2010.
2. Mitchell, William. E-topia, “Vida urbana, Jim; pero no la que nosotros conocemos”, GG, Barcelona, 2001.