¿Cuándo calla la ciudad?
Adolfo Peña Iguarán – Edición 440
Las áreas verdes en las ciudades tienen una serie de efectos positivos en la gente, como atenuantes para la depresión, el estrés laboral o la ansiedad causada por la reducción de la seguridad en la calle.
Dondequiera que estemos, lo que oímos
es en su mayor parte ruido.
Cuando lo ignoramos, nos molesta. Cuando lo escuchamos, lo encontramos fascinante.
John Cage
Si las ciudades por naturaleza son caóticas, confusas, bulliciosas y generalmente ruidosas, pobladas de sonidos de todos tipos, entonces ¿cómo se puede buscar el silencio, o, mejor dicho, fomentarlo, si estos atributos por principio son antagónicos? ¿Cómo puede entonces existir una relación de la ciudad con el silencio, si parece que éste no es parte intrínseca de la misma ciudad?
Se habla mucho de la inseguridad como uno de los causantes de la expulsión de los habitantes del centro de las ciudades, pero muchos no reconocen que el ruido es de los principales factores que afectan la calidad de vida y finalmente terminan por exiliar a sus habitantes —y lo peor: el ruido ahuyenta a muchos posibles residentes.
Lo paradójico es que la vida que genera la ciudad también la expulsa. La vida privada se ve amenazada por ruidos que antes no existían o eran tolerables y hacen que la gente huya; esta situación se agudiza e intensifica por las noches.
El modo en que se escucha el silencio en la ciudad o en la arquitectura viene determinado, generalmente, por la manera en que se atiende al sonido. Existen sonidos agradables en toda ciudad: son los que hay que fomentar y amplificar, y sólo los espacios públicos de calidad pueden hacer que esto suceda. Espacios que permiten escuchar el sonido de los pájaros o el murmullo de una fuente, el sonido que hacen los niños jugando en un parque o una escoba al barrer la calle.
Luis Barragán, en su discurso para la recepción del Premio Pritzker, mencionó que los jardines son “refugio contra la agresividad del mundo contemporáneo”. Es justamente en plazas, jardines, parques y áreas verdes donde tenemos esta oportunidad, y donde se amplifican estos sonidos: son espacios que llevan a la reflexión, espacios de paz y de silencio dentro del mismo bullicio que genera un aparente caos.
Está demostrado, en varios estudios, que las áreas verdes en las ciudades tienen una serie de efectos positivos en la gente, como atenuantes para la depresión, el estrés laboral o la ansiedad causada por la reducción de la seguridad en la calle.
Y no es extraño que los departamentos o casas más cotizados en una ciudad muchas veces sean los que están cerca de una parque, una plaza o un área verde.
Pero la ignorancia y la falta de capacidad para imaginar mejores espacios llevan a la destrucción sistemática de nuestros espacios verdes, con podas indiscriminadas y clandestinas; los árboles, esas barreras naturales contra el ruido, pierden la guerra constantemente contra la ciudad. m