Con imaginación y libertad, la rutina es provechosa
Hugo Hernández – Edición 507

Algunas propuestas cinematográficas usan la rutina para hacer hincapié en la libertad: si no se puede cambiar, sí se puede adoptar una postura imaginativa para transitar por ella
Lo primero que viene a la mente al pensar en la rutina es su mala fama. Se asocia con la repetición de acciones que por lo general no son elegidas por el repetidor. Asimismo, resulta inevitable pensar en su consecuencia: el tedio. Pero también tiene una cara “luminosa”, la de la disciplina, que se traduce en entrenamientos deportivos que dan por resultado el crecimiento físico y mental de quien se sujeta a ella por gusto o por necesidad.
El cine no ha sido indiferente a las rutinas. Pero como una de las máximas —en particular del cine industrial— es no aburrir, aun en las películas que buscan dejar constancia de la pesadez de la rutina aparecen dosis apreciables de creatividad que aligeran el trámite. Así, incluso en una película que escapa a los parámetros industriales, como Jeanne Dielman, 23, Quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975), de Chantal Akerman, la puesta en cámara y la puesta en escena son provechosas, no sólo para registrar la rutina del personaje principal, un ama de casa que la padece como una condena, como una prisión, sino para darle densidad al tiempo y a las repeticiones.
En algún momento Akerman rompe la rutina, y aquí es donde se pone en acción el potencial reflexivo del cine. Más allá de las rutinarias películas deportivas, que invariablemente hacen de la rutina la ruta al éxito —como Rocky—, sobresalen algunas propuestas que ubican “en su corazón” la rutina para hacer hincapié en la libertad: si no se puede cambiar la rutina sí se puede adoptar una postura imaginativa para transitar por ella. Así, la rutina puede resultar hasta provechosa.
El castillo de la pureza (1973), Arturo Ripstein
Esta cinta, en cuyo guion participó José Emilio Pacheco, se inspira en un caso de nota roja. Un hombre encierra a su familia en una casona del Distrito Federal. Su propósito es mantenerla aislada del “mal” que inevitablemente surge en la vida en sociedad, en la convivencia con otros seres humanos. Somete a sus hijos a actividades cotidianas de trabajo, estudio y ejercicio. Ripstein muestra cómo el encierro y la rutina ocupacional no garantizan la pureza de los encerrados rutinarios, pero sí son estrategias efectivas de control paternal.
Hechizo del tiempo (Groundhog Day, 1993), Harold Ramis
Un hombre que trabaja para una televisora en asuntos climatológicos viaja a un pequeño poblado a cubrir un evento. Al tratar de regresar a su ciudad de origen, una tormenta lo obliga a quedarse. En adelante vivirá el mismo día una y otra vez. Pero sólo él es consciente de la reiteración. Con la experiencia de cada nuevo viejo día, tiene nuevos aprendizajes, y se convierte en una mejor persona. El mensaje de la película es atendible: algunos especímenes humanos pueden mejorar por medio del ensayo y la repetición. Algunos pocos.
El caballo de Turín (A torinói ló, 2011), Béla Tarr
Al inicio se menciona la anécdota de Nietzsche enloqueciendo frente al maltrato de un caballo. Después acompañamos al equino de marras al aislado paraje donde vive con su dueño y la hija de este. En adelante seguimos, una y otra vez, sus actividades. La acción es registrada en una veintena de planosecuencias: sin cortes, el tiempo adquiere gravedad y constatamos que una buena parte de la vida es pura y dura repetición. Tarr dice que su película es “fea, larga y aburrida”. Yo creo que es bella. Esos adjetivos tal vez aplican mejor para la rutina. ¿O para la vida?
Paterson (2016), Jim Jarmusch
Paterson conduce un camión urbano y sus días son iguales, como la ruta que sigue. Cada día arranca con un plano cenital, con él y su esposa en la cama. Luego lo acompañamos en sus actividades cotidianas. La cinta se estructura en la repetición, y Jarmusch registra un fragmento de cada día de la semana durante una semana. Pero Paterson no se aburre. Al contrario. Pronto somos testigos de su “secreto”: la observación, la curiosidad… y la escritura: deja constancia de lo que ve y siente escribiendo poesía. Así pone poesía a la vida. Y es extraordinario.
Días perfectos (Perfect Days, 2023), Wim Wenders
Hirayama es un hombre maduro que limpia baños públicos en Tokio. Seguimos su cotidianidad durante dos semanas: desde que despierta con el sonido que hace una barrendera en la calle hasta que, por la noche, lee hasta que el sueño lo vence. En la ruta escucha en su camioneta casetes de rock clásico estadounidense y abre un espacio a la contemplación en la hora de la comida. Es humilde pero sensible ante la existencia e identifica lo esencial; su ser no es definido por el trabajo ni por el reconocimiento de los demás. Sus días, así, son tan rutinarios como perfectos.
Para saber más
:: El castillo de la pureza. Película completa ¡en HD!
:: Poemas en Paterson.
:: Entrevista con Jim Jarmusch sobre la rutina (entre otras cosas).
:: El caballo de Turín (el tercer día).
:: El caballo de Turín (el inicio).
:: Días perfectos. Película completa, ¡en HD!
:: Textos sobre Días perfectos y Paterson (perdón por la autopromoción).
:: Entrevista con Wenders y Koji Yakusho (actor), a propósito de Días perfectos.
1 comentario
Ver “la rutina” desde el cine es justo el punto exacto de poder entender e interpretar lugares, espacios y momentos comunes que son elegidos tan de forma rutinaria a través de ese momento frente al afiche de la sala de cine, de la referencia en las redes sociales o la plática común con los amigos. Incluso las historias rutinarias del cine, nos hacen justo salir de la costumbre y las que aquí se mencionan, no tienen desperdicio. ¡Gracias!