Cazador de documentos
Eduardo Huchín Sosa – Edición 417
En su adolescencia, cuando la dirección de la escuela extravió su certificado de estudios, supo que su auténtico futuro era el de explorar las intrincadas selvas de documentación oficial con el fin de transmitirnos a todos nosotros las estrategias básicas de supervivencia ante la burocracia.
Ha muerto Steve Edwin, el cazadocumentos, la estrella televisiva más extravagante que haya pisado oficina alguna en nuestro país. De padres burócratas, Steve nació en 1962, a mitad de un puente de cinco días inhábiles. Durante su infancia se vio rodeado de archiveros, post-it y pizarrones de corcho. A los seis años jugaba con sus amigos a “La oficina”, donde él desempeñaba el rol del pobre solicitante de un expediente que nunca aparecía. En su adolescencia, cuando la dirección de la escuela extravió su certificado de estudios, supo que su auténtico futuro era el de explorar las intrincadas selvas de documentación oficial con el fin de transmitirnos a todos nosotros las estrategias básicas de supervivencia ante la burocracia.
Fue en 2001 cuando concibió la serie televisiva Cazador de documentos, conjunto de documentales donde aportaba sus nociones en materia de pasillos, secretarías y subdirecciones. La primera temporada lo volvió célebre al lograr la hazaña de entrar a las laberínticas instalaciones de la Secretaría de Educación Pública y salir, siete días después, con los papeles que había solicitado.
Para todos aquellos que alguna vez disfrutaron y aprendieron de su valentía y su sagacidad, hemos seleccionado algunos fragmentos célebres de su aventura por las llanuras de la administración.
“Estoy aquí en la entrada de la Secretaría de Educación Pública de Campeche. Hemos recorrido varios kilómetros para llegar hasta este sitio a través de un camino desierto. El camión, casi a punto de no avanzar un metro más, nos ha dejado abandonados junto a un terreno baldío, donde las hierbas han crecido lo suficiente como para albergar a una manada de antílopes. Hay tensión, pero no miedo. El sol es implacable y el viento quema a la menor provocación. Es exactamente la una del día y el camarógrafo Jon y yo, estamos conscientes que es la peor hora para iniciar esta aventura”.
“Los primeros depredadores que hay que sortear son los vendedores de la entrada. Pueden ustedes percibirlos perfectamente enroscados sobre el suelo de arcilla y escucharlos silbar tras sus mesas de plástico. Adviértanlos pero no los miren. Un descuido y pueden clavarles el amargo veneno de un crédito a 10 meses. Lo mejor es evitar sus atisbos, fingir demencia. Huelen nuestra curiosidad y están entrenados para aprovechar la menor oportunidad. Cualquier contacto visual les daría el tiempo suficiente para desplegar un catálogo de libros para el educador. No crucen palabras con ellos, por favor; huyan despavoridos si es necesario”.
“El salón de desayunos es lo más cercano que tenemos a una sabana. Un funcionario caza a otro funcionario con sigilosos acechos y trampas, a veces utilizan a empleados de menor rango como señuelos. En estos momentos vemos cómo un coordinador de Apoyos a Proyectos va a atacar a un jefe de Soporte Técnico. Primero lo detecta con un vistazo, sin delatar su presencia. Veamos esos ojos iracundos y esas uñas que no dejan de arañar una taza de café. Ahora decide ir por él, rodea las mesas sigilosamente, se encubre entre el personal de Información Estadística, y cuando la víctima queda indefensa con un sándwich de pan integral en la boca, ejecuta el mortal ataque”.
“El concepto básico de una dependencia de gobierno es el de la cadena alimenticia: el secretario de Educación que engulle al secretario particular que a su vez ha devorado ya al subsecretario de Educación Básica, que antes se había comido al subdirector de Educación Primaria, mientras éste tenía entre las fauces al supervisor de zona en cuyo estómago había sido digerido el director de un plantel. Nunca pierdan la relación de quién come a quién, porque en alguna parte de esta cadena ha quedado desollado el oficio que ustedes llevaron”.
“La Dirección de Profesiones es una de esas zonas áridas por excelencia, donde no crecen las cédulas en meses y las firmas de autorización tardan semanas en desarrollarse sobre el terreno infértil de la papelería oficial. Ese mismo panorama desierto presenta el Área de Afiliaciones al ISSSTE, donde nuestro nombre no brotará en años. Extrañamente, pese a todo ello, se trata de uno de esos sitios a donde uno termina siempre por volver”.
“La estrategia de una secretaria de la especie Sarita es confundirte. A la primera vacilación, date por muerto. Te dirá que te faltó el acta de nacimiento o una fotocopia de la CURP, incluso que tu credencial de elector presenta una enmendadura que la invalida como documento oficial. Por ello, siempre es recomendable llevar en la mochila fotocopias de todos los papeles. En cada nuevo ataque deberás mostrar el documento correspondiente, con la misma fe con la que un vicario muestra la cruz a un vampiro. La única manera de vencer a la secretaria es agotar todos sus pretextos. Terminará rendida sobre su silla giratoria y en el último momento desfallecerá y te dirá que puedes pasar con el jefe del departamento”.
“Los burócratas pasan el día entregados a tres actividades: digerir, leer el periódico y dormitar. Dicen que un estado de letargo es típico en ellos. Así como las serpientes demoran semanas en metabolizar una rata, el burócrata tarda de dos a tres meses para encontrar un expediente. Obsérvenlos meditar en esa actitud de espera. Los informes lo llaman ‘trabajo’”. m.